NBA | CELTICS 0-HEAT 2 / Miami Heat es la revolución

Jimmy Butler vuelve a ser el mejor en un final apretadísimo y los Heat salen de Boston con un 0-2 que deja a los Celtics al borde de un descalabro bestial.

Juanma Rubio
As
Había un guion, para este segundo partido de la final del Este, con el que casi todo el mundo contaba. Casi todo el mundo… menos Miami Heat. Boston Celtics, a estas alturas ya lo sabe todo el mundo, es un equipo con un terrible síndrome del mal estudiante. Incapaz demasiadas veces de ponerse las cosas fáciles, de hacer lo que toca cuando parece más sencillo. Y perfectamente habituado a, justo a continuación, enseñar su mejor cara cuando pinta peor. Se ha llegado a un punto, ya con tres entrenadores (Brad Stevens-Ime Udoka-Joe Mazzulla), en el que vale más asumir que es la naturaleza de este equipo. La naturaleza de sus obvios referentes, los Jays (Tatum y Brown) y Marcus Smart. Un proyecto que no va a aprender. No va a dejar de desesperar a sus aficionados en noches en las que todo debería ir cuesta abajo ni de maravillarlos cuando las espaldas están contra la pared. Por eso pensábamos que después de su espantoso tercer cuarto del primer partido de la final del Este contra los Heat, el milagro en movimiento de los Heat, tocaba noche de cuchillos de largos para el visitante.

Pero no. Como en el cuento del pastorcillo mentiroso, cuando de verdad quisieron tampoco pudieron los Celtics. Porque el lobo, y el símil es perfecto en este caso, lleva botas de combate: Erik Spoelstra, Jimmy Butler, Bam Adebayo, ese lote de outsiders convertidos en un ejército espartano de secundarios... Los Celtics, por talento y hábitos (mal el primero bien el segundo, se suponía), parecían tener la final del Este todavía en la mano pese al 0-1 inicial. También por estadística: los últimos 16 partidos de playoffs jugados con ese 0-1 se habían saldado con triunfo del equipo local. Pero Miami Heat ganó, otra vez, en el Garden (105-111). Devolvió todos los golpes, algunos duros de verdad, que lanzó su rival. Y se vuelve a Florida con un absolutamente improbable 0-2 que, en finales de Conferencia, ha valido para un impoluto 15-0 en series ganadas. Nadie ha hecho, en fin, lo que tienen que hacer ahora los Celtics.

Lakers (que al menos juegan ahora, desde esta noche, en casa) y Celtics (que en teoría son el mejor equipo de su serie: en teoría) comparen 0-2 en contra. Han jugado 27 veces las finales de Conferencia (o División en su momento) a la vez, y solo en 1955 se vieron en una situación así. Y los dos perdieron. Ahora, ese sería el desenlace lógico: los Lakers juegan contra un rival superior, los Celtics tienen que ganar cuatro partidos de cinco, y al menos dos a domicilio, a un rival que va camino de reventar la historia. Que entró en los playoffs como octavo, después de penar por un play in que superó de milagro y tras una temporada flojísima, desangelada, que parecía de transición. Pero no: los Heat estaban ahí. Capaces de provocar un terremoto histórico con el derribo de los Bucks en primera ronda y de poner ahora contra las cuerdas al otro gran favorito de la temporada, unos Celtics que se asoman a un abismo terrorífico. Si pierden esta serie, van a pasar cosas. Y si bien hay rivales con más techo y más talento, no hay ninguno que sea tan mal enemigo para una situación así, para jugársela a vida o muerte en un callejón sin salida. En una pelea callejera.

Spoelstra y Butler deciden a qué se juega

Mazzulla está perdiendo de forma estrepitosa su duelo de pizarras con Spoelstra, pero eso era algo con lo que los Celtics podían contar a priori sin que tuviera que significar un vuelco en una eliminatoria que, sin embargo, ahora está del revés. Jimmy Butler es el mejor jugador, desde luego el más determinante, en pista, y eso sí es un gran problema en clave verde. Jayson Tatum acabó esta vez con 34 puntos, 13 rebotes y 8 asistencias. Pero no anotó en el último cuarto (0/3 en tiros, 2 pérdidas) y en los dos últimos parciales de lo que va de serie no ha metido ni una canasta pero ha apilado 5 pérdidas. Jimmy Butler cerró en 27+8+6 con 3 robos, sin triples ni apenas tiros libres. Gota de sudor a gota de sudor, canasta trabajada a canasta trabajada. Y con 9 puntos en los últimos 6 minutos, cuando desde un 96-87 se pasó a un parcial final de 9-24. Es decir, Butler anotó en ese tramo final lo mismo que un rival otra vez incapaz de resolver los acertijos letales de Spoelstra.

Los Celtics se quedaron en un 2/10 con 3 pérdidas en ese sprint truncado, en el que los Heat volvieron a encontrar soluciones, caminos. Canastas decisivas. Esta vez de un Vincent poco iluminado hasta entonces. Antes de Strus, primero, y Duncan Robinson (15 puntos) y un decisivo Caleb Martin (25) después. Y siempre de Butler. Ni siquiera hizo falta que Lowry y Love, los ilustres, hicieran gran cosa. Bastó con la resolución de un bloque acorazado, su capacidad de ganar y la pareja de hierro que forman Butler, el antihéroe suicida, y un Bam Adebayo a nivel gigantesco: rebotes, puntos, bloqueos de hormigón y 22+17+9 para el, ahora mismo, mejor interior de la serie con diferencia.

Spoelstra volvió a usar zonas que sacaron de quicio a unos Celtics otra vez enmarañados en pérdidas de balón (15). Rotó mejor que Mazzulla y dirigió a un equipo al que literalmente se le ha olvidado lo que es el miedo. Que ha ganado seis de los ocho partidos en los que ha estado, en estos playoffs, perdiendo por más de 10 . Y que lo resiste todo, esta vez también un parcial de 21-2 con el que los Celtics apretaron las clavijas en el primer tiempo (de 14-22 a 35-24). El máximo fue +12, que se repitió en el último cuarto (89-77) de un partido que los locales tenían que ganar y perfectamente pudieron ganar. Pero que no supieron jugar cuando hervía.

Jaylen Brown (16 puntos, 7/23 en tiros) solo 3 asistencias por 2 pérdidas estuvo lejísimos de su nivel. Smart, el mejor del equipo en muchos tramos del primer partido, tuvo una noche horrible. Al Horford sufrió muchísimo y aunque Rob Williams estuvo mejor, eso solo sirvió para que su entrenador confundiera sus mejores opciones de rotación en el último cuarto. Contra estos Heat, hay que jugar perfecto los 48 minutos. No vale ponerse a ratos. A ráfagas, por luminosas que sean. Siempre están detrás, siempre aparecen en el retrovisor por mucho que aceleres. Y si bajas un segundo la guardia, están encima de ti con su sonrisa maníaca. Y eso es lo último que ves antes de marcharte al vestuario, vapuleado: la sonrisa carnicera de Jimmy Butler.

La eliminatoria no ha terminado. Los Celtics eran a priori muy favoritos y se meterán de lleno en la pelea si ganan mañana, en el primer partido de la serie en Florida. Pero sus malos hábitos les han jugado una mala pasada porque el rival que tienen delante no perdona (los-Heat-no-son-los-Sixers). Ni cree en favoritismos ni estadísticas ni ventajas de campo. Juega, muerde, gana. Más allá de la regular season, de las plantillas y de las expectativas, Miami Heat es ahora mismo un equipo gigante, un bulldozer que sobrevive a cualquier colisión y se alimenta de todas las debilidades de su rival, por pequeñas que sean y en cuanto asoman. Un vampiro armado hasta los dientes. Así que ahora, y más con 0-2 a favor camino de casa, es el gran favorito para volver a las Finales de la NBA tres años después. Le toca a Boston Celtics demostrar que no es así… o marcharse de vacaciones y enfrentarse a un verano devastador. Mañana (02:30, hora española), partido gigante en Miami. Gigantesco.


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