Las señales que podrían avisar de la vuelta de ‘El Niño’: la posible fecha de llegada

Un satélite ha detectado ondas Kelvin que se mueven hacia Sudamérica arrastrando agua cálida y aumentando el nivel del mar, síntoma del fenómeno climático.

Sergio Murillo
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Cada varios años el cielo se vuelve irreconocible en Colombia. Son unas nubes de comportamiento difícil, peculiar. Cuando El Niño pasa por Sudamérica, arrastra consigo todo tipo de estragos. Igual que cuando lo hace por Centroamérica y por el sureste asiático. Se trata de un fenómeno relacionado con el calentamiento del Pacífico que desata unas lluvias tan severas como ocasionales. Y un calor sofocante. Caprichos poco empáticos que ocasiona la inestabilidad en la presión atmosférica. El culpable de muchas anomalías climáticas alrededor del mundo.

Aunque son muchos los expertos que señalan un intervalo de entre dos a siete años como el tiempo que tarda el fenómeno en llegar, lo cierto es que se no es fácil reconocer su llegada. Y rodear con un lápiz en el calendario el mes en el que llamará a la puerta es vital para poder afrontar tan indeterminada época. Ante la incertidumbre de la siguiente aparición de El Niño, desde muy lejos, un satélite ha enviado unos datos sobre el nivel del mar que podrían poner fecha a las inclemencias.

Agua en movimiento y en calentamiento

Se trata del Sentinel-6 Michael Freilich, un aparato con forma de tejado a dos aguas pirenaico que gira en torno al planeta y que ha detectado un signo muy revelador: ondas de Kelvin, de entre 5 y 10 centímetros de altura en la superficie oceánica y con un ancho de cientos de kilómetros. Lo diferencial: que se mueven de oeste a este hacia la costa oeste Sudamericana. A chocar con el Perú.

Habitualmente, cuando dichas ondas se generan en el ecuador arrastran agua cálida. Lo hacen del Pacífico occidental al oriental. Y esto, a su vez, se asocia con niveles más altos de mar, lo que representa un síntoma de El Niño, junto con las temperaturas oceánicas cálidas por las costas hacia las que se dirigen las ondas interceptadas. Agua en movimiento y en calentamiento.

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Las consecuencias del fenómeno son diferentes según la zona a la que llegue. Mientras que el frío y la humedad pueden convertir el suroeste de los Estados Unidos en una California de paraguas y cielo encapotado, su aparición también genera, simultáneamente, una sequía en el Pacífico occidental que transforma los cielos de Indonesia y Australia en una Texas asiática.

¿Cuándo podría llegar?

Poco han tardado en pronunciarse los científicos que componen el proyecto Sentinel-6 Michael Freilich. Uno de ellos, Josh Willis, ha confesado a través de un escrito corporativo que estarán “observando este El Niño como un halcón”. Trabaja en el Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA que, curiosamente, se encuentra en California. Y su evaluación, así como la de otras administraciones, es firme: a finales de verano.

“Si es grande, el globo terráqueo verá un calentamiento récord, pero en el suroeste de los EE.UU podríamos estar viendo otro invierno húmedo, inmediatamente después del remojo que tuvimos el invierno pasado”, ha aclarado; a lo que añade que cuando miden “el nivel del mar desde el espacio usando altímetros satelitales, conocemos no solo la forma y la altura del agua, sino también su movimiento”, poniendo nombres científicos a aquellas extrañas formas celestes que adopta un cielo extraño y nublado. Irreconocible.

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