Varios países europeos se revuelven contra Francia
Las palabras de Macron sobre la cuestión de Taiwán han sido interpretadas como un distanciamiento de Washington y una concesión a China con fines comerciales.
Desliza la posibilidad de “convertirnos en vasallos”
Las palabras de Macron, recogidas por el diario estadounidense ‘Politico Europe’ y por el francés ‘Les Échos’, buscaban advertir del riesgo que tienen las democracias occidentales del Viejo Continente si se dejan arrastrar por la corriente de tensiones entre Washington y Pekín en la defensa, cada uno a su modo, de la isla de Taiwán.
Así, ha asegurado que si el conflicto en Extremo Oriente se acelera “no tendremos tiempo ni medios para financiar nuestra economía estratégica”, y que en lugar de formar “el tercer polo” en la geopolítica internacional terminaríamos convirtiéndonos en “vasallos”. Mientras China estallaba en aplausos por estas declaraciones, los diplomáticos europeos ponían cara de preocupación y se apresuraban a distanciar estas palabras de la opinión en el seno de la UE: “El presidente francés habla siempre en nombre de la República Francesa”.
Polonia y Alemania, entre las que corrigen a Macron
A estos ecos en los pasillos de los edificios de Bruselas se han unido otras voces con nombres y apellidos. En el tornado de reproches a Macron, el primer soplido ha venido de la boca del ministro lituano de Relaciones Exteriores, Gabrielius Landsbergis, que ha reaccionado de forma contundente al proponer por Twitter “que reconozcamos las ventajas y la necesidad de la unidad transatlántica (en lugar de) mendigar a los dictadores que ayuden a garantizar la paz en Europa”.
Directamente desde terreno estadounidense se ha pronunciado el primer ministro polaco, Mateusz Morawiecki, quien ha criticado las palabras de Macron, por su exceso de amistad con China, y la posición del gobierno alemán, por querer concluir contratos comerciales con Pekín. “Miran con miopía a China para poder vender más productos de la Unión Europea allí a un costo geopolítico enorme, haciéndonos más dependientes de China y no menos”, ha disparado contra el corazón geográfico de la UE.
Precisamente en Alemania han catalogado de “desafortunadas” las palabras de Macron. “Nunca hemos estado en riesgo de convertirnos o de ser un vasallo de Estados Unidos”, le ha corregido el ministro alemán de Defensa, Boris Pistorius. A esta línea de crítica blanda se ha sumado el primer ministro holandés, Mark Rutte, quien ha definido el papel de la potencia norteamericana como “indispensable”, ya que “sin su apoyo habría sido inconcebible que Ucrania resistiera”.
Más allá de lo que décadas atrás marcaba el infranqueable ‘telón de acero’, este infortunio verbal ha tenido una recepción particular. Aquellos países que pertenecieron al bloque soviético durante la Guerra Fría han buscado tradicionalmente, desde que cayó la URSS, una buena relación con Estados Unidos. Washington es su principal seguro de vida frente a la amenaza rusa. Europa del este ha acusado más que cualquier otra parte del continente las palabras de Macron.
Opiniones divididas en Bruselas
Tampoco han tenido buen calado en el seno de la Unión, donde temen que las palabras del gobernante francés eclipsen los esfuerzos de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, para coordinar la posición del bloque frente a China. De nuevo, la dificultad de congeniar alianzas por discrepancias entre el valor comercial y geopolítico-militar de un posible aliado.
Con todo, Macron ha encontrado una voz amiga: la del presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, quien ha dado fe del “gran apego por la alianza con Estados Unidos” que tiene el líder francés. “Pero, ¿esta alianza significa que sigamos ciega y sistemáticamente la posición de Estados Unidos en todos los temas?”, ha preguntado irónicamente, para luego responder con un sincero “no”. Sin embargo, ya han llovido dudas en el particular patio europeo de la geopolítica mundial.