Lo que Putin no observó y Xi Jinping debería ver

El jefe del Kremlin cometió un error estratégico fundamental por invadir Ucrania. ¿Está Beijing evaluando ese mismo escenario?

Infobae
Desde el 24 de febrero de 2022 pasaron ya 405 días. En lo que se suponía -por parte del Kremlin y la mayoría de los analistas- sería una operación relámpago que terminaría con la caída de Kiev en pocos días, el gobierno ucraniano no sólo logró resistir la brutal embestida de Vladimir Putin, sino también mostró al mundo de qué estaba hecho y cuánto defendería su soberanía.

Ese fue sin dudas el primer error táctico-estratégico que cometió Putin al adentrarse a Ucrania sin una inteligencia lo suficientemente eficaz para advertirle que su objetivo se había estado preparando para esta incursión militar desde hacía mucho tiempo. Y que sus aliados occidentales le proveerían del material necesario para resistir y contraatacar.

Pero el error más importante que cometió Putin no estuvo sólo en el campo -donde su promocionada potencia militar terminaría, supuestamente, aplastando a su rival en pocos días- sino en las consecuencias que acarrearía su decisión. Como resultado de la arbitraria masacre cometida en varias ciudades de Ucrania, Rusia despertó el espanto de todo el planeta. O de la mayoría del globo, mejor dicho: China está de su lado.

Ese espanto generó rápidos movimientos sobre todo de sus principales y más próximos vecinos, Suecia y Finlandia, que se aproximaron a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) de manera casi espontánea. Un acto reflejo que provocó la intención contraria a lo que pretendía el neo-zar ruso.

Este martes, Finlandia -que comparte 1300 kilómetros de frontera con Rusia en el extremo norte de Europa- formalizará su ingreso a la OTAN. Suecia, por el momento, espera el último visto bueno de Turquía y de Hungría. La salida de cualquier buque hacia el Mar Báltico desde San Petersburgo estará fuertemente controlada y monitoreada por Estonia y Finlandia, el nuevo miembro del tratado. Más adelante, Polonia, Suecia y Alemania seguirían su rastro.

Putin, sin saberlo, le inyectó más vida a la OTAN aquel 24 de febrero de 2022. Y se encerró aún más. No sólo política y económicamente, sino militarmente. Por aquellos días quería evitar el ingreso de Ucrania al bloque. Ironías del destino: sumó dos naciones más a aquella ingeniería bélica continental.

Hoy, Moscú anunció que fortalecerá el “potencial militar en las fronteras occidental y noroccidental”. Lo dijo el viceministro de Exteriores ruso, Alexandr Grushkó. Dmitri Peskov, vocero oficial expresó: “La expansión de la OTAN es un asalto a nuestra seguridad y a los intereses nacionales de Rusia. El Kremlin considera que se trata del último agravamiento de la situación. Y esto nos obliga a tomar contramedidas... en términos tácticos y estratégicos”.

Este error estratégico debería ser considerado por Beijing. ¿Cuáles serían las consecuencias que sufriría China de embarcarse en una campaña militar contra Taiwán?

La Unión Europea fue dura con China. El jefe de la política exterior del bloque, Josep Borrell cuestionó al régimen comunista por su apoyo a Rusia en la sangrienta invasión a Ucrania. Calificó el hecho de “violación flagrante” de los compromisos chinos con las Naciones Unidas. “No se puede estar del lado del agresor”, indicó Borrell. Es un aviso.

Los próximos pasos de China deberían ser moderados luego de que este miércoles la presidenta taiwanesa Tsai Ing-wen se reúna con el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy en California, Estados Unidos. Beijing ya advirtió que reaccionará a esa “provocación”.

Sin embargo, ese impulso no debería ir más allá de lo que ya hizo cuando Nancy Pelosi pisó Taipei en los primeros días de agosto pasado. “Esto obliga a China a no reaccionar de forma exagerada, porque cualquier reacción exagerada sólo conseguirá alejarla aún más del mundo”, declaró a la cadena de noticias CNN Yun Sun, del think tank Stimson Center, con sede en Washington.

En tanto, también hay movimientos militares en la zona del Pacífico. Cada vez más. Estados Unidos consiguió acceso a nuevas bases en Filipinas cerca de Taiwán y el Mar de la China Meridional. Son cuatro en total: tres en la isla de Luzon y otra en Palawan. Se suma a la nueva plataforma de enero en la isla norteamericana de Guam, en aquel océano, conocida como Camp Blaz. Se trata de la primera base de Marines que se instaló en aquella zona en más de 70 años.

“Estos nuevos emplazamientos reforzarán la interoperabilidad de las Fuerzas Armadas de Estados Unidos y Filipinas y nos permitirán responder juntos con mayor fluidez a una serie de retos comunes en la región Indo-Pacífica, incluidos los desastres naturales y humanitarios”, informó el Pentágono por medio de su secretaria de prensa, Sabrina Singh.

Beijing debería evaluar si su hambrienta ambición por controlar todo el Pacífico a toda costa no podría chocar con otros importantes actores. Las hostilidades a Taipei están generando movimientos en otros países de la región. Japón, por caso, ya superará en 2024 el presupuesto militar de Rusia. Llevará su gasto en defensa a dos puntos del Producto Bruto de aquel país, algo inédito desde el final de la Segunda Guerra Mundial.

Rusia -mejor dicho, Vladimir Putin- no logró verlo a tiempo. Quizás Xi Jinping evalúe si quiere permanecer aislado del mundo política y económicamente, pero sobre todo si busca tener un bloque militar en su contra apostado a pocas millas, más allá de sus hoy tranquilas costas.

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