INGLATERRA | CITY 4 - ARSENAL 1 / Haaland y De Bruyne son truenos
El City se acerca al título tras apabullar al Arsenal. Está a dos puntos con dos partidos menos. Haaland dio dos asistencias e hizo un gol, y De Bruyne logró un doblete.
No hubo color, esto es así, y eso habla tan bien de Guardiola como mal de Arteta, al que hay que elogiar en cualquier caso por haber llegado tan lejos y de manera tan consistente. Pero la mentalidad que Guardiola ha impuesto a su equipo asusta. La aportación de Haaland en la punta de la lanza es letal. El equipo juega a una velocidad y en una dirección que son incontenibles. Con balón apabulla; sin él, asfixia.
Los registros del guardiolismo más clásico se han ampliado. La pelota manda, pero la portería obliga. La horizontalización tiene que ir de la mano de la verticalización. Se juega de lado a lado, pero también de área a área. En esta cara más directa del City tiene mucho que ver Haaland, un fichaje estratégico de Pep.
El noruego es una salida natural a las presiones rivales. Así, de hecho, llegó el gol que abrió el partido. Ahogado por la agresividad del Arsenal al borde del área, Stones golpeó en largo y se encontró la descarga majestuosa de Haaland, capaz de proteger, recibir y abrir a un compañero con un central sobre la chepa. Ese compañero resultó ser De Bruyne, que maniobró de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, para batir por bajo a Ramsdale.
Tormenta de juego
El inicio en tromba del City cobraba sentido con el gol, pero también sin él. Bernardo por la derecha caracoleó para rozar el segundo y Haaland se puso la capa de superhéroe incluso sin gol. El rey de las estadísticas no necesitó de estas para completar un partido sublime. Sus arrancadas fueron estampidas. Sus movimientos abrieron las aguas. Su ímpetu causó terror.
Un prodigio físico y futbolístico, un 9 de manual que con Guardiola puede entrar en otra dimensión. Tuvo tres ocasiones como para aderezar su recital con goles, pero falló en lo que generalmente más acierta. Con el nudo permanente en la garganta de los defensas gunners, fue también el noruego quien provocó la falta del 2-0 de donde no se intuía. Stones la cabeceó a la red y el Etihad lo celebró tras la angustia del VAR, ese trago largo que sólo sabe dulce cuando acaba como uno quiere.
El vendaval del City era irreparable, el dueño de la Premier gritaba al cielo del Etihad que este año también el título debe ser suyo. El Arsenal, un equipo de autor toda la temporada, se desfiguró por completo. Cada pérdida acabó en tragedia. Haaland completó su póker de desaciertos ante Ramsdale, pero a cambio le regaló a De Bruyne el tanto que convertía el enfrentamiento entre los dos mejores del campeonato en un baño absoluto.
Arteta movió el árbol, introdujo a Jorginho y Trossard, llevó a Gabriel Jesus a la banda y buscó un gol que encontró muy tarde tras un remate de Holding. Para el Arsenal no hubo tiempo y para el City fue una invitación a buscar los contragolpes, como en el que Haaland marcó el tanto que buscó toda la noche. El City de Guardiola paladea el tiki-taka tanto como el nuevo gusto por las transiciones, casi una obligación cuando uno tiene un caballo imparable en ataque.
Lo entendió el técnico catalán al firmar al jugador que va camino de marcar una época, ese que en sociedad con De Bruyne dio un zarpazo casi definitivo a la Premier, aquel que llegó a Inglaterra para acercarse a los más grandes y es ya sin duda uno de ellos e incluso más. Con Haaland no hay Premier posible para el resto. Con Haaland el campeón es uno.