El fenómeno que inquieta a los expertos en el terremoto de Turquía
En ocasiones, el terremoto principal puede afectar a una estructura de falla cercana y que puede terminar por fracturarse debido a la energía liberada.
Además de la considerable magnitud (entre 7 y 8 causa una destrucción general y aparecen grietas en el suelo), muy poco frecuente en Europa, se suma el hecho de haberse producido en tierra y cerca de zonas muy pobladas. “Cumple todos los requisitos para que sea muy muy devastador”, asegura Juan Vicente Cantavella, director de la Red Sísmica Nacional del Instituto Geográfico Nacional (IGN), a ABC.
Pero el peligro, sin embargo, todavía no ha terminado. Las réplicas pueden llegar en las próximas horas y representan un alto riesgo para los edificios ya dañados y para las labores de rescate de las personas atrapadas entre los escombros.
Efecto triggering
El seísmo, con una réplica que se ha dejado notar en España, se ha producido en el sur de Turquía, en una zona en la que entran en contacto la placa Arábiga y la subplaca de Anatolia, algo que hace que sea posible la aparición de eventos de este tipo. Estas placas, de roca sólida, se empujan entre sí a través de una línea de falla vertical. La tensión se va acumulando hasta que, finalmente, se desliza mediante un movimiento horizontal, que da lugar a la liberación de una gran cantidad de tensión, pudiendo provocar un terremoto.
La primera de estas rupturas, la que generó el terremoto de 7,8, se produjo a lo largo de 190 kilómetros, en la zona de falla del este de Anatolia. “Son magnitudes que en Europa no son nada habituales”, explica Cantavella sobre el seísmo, que tuvo desplazamientos acumulados de hasta tres metros, de acuerdo con los datos ofrecidos por el Servicio Geológico de Estados Unidos.
A los once minutos del primer temblor se produjo una réplica de 6,7 grados. Una intensidad esperable, pero lo que sorprendió a propios y extraños es que, nueve horas después, se notificara un segundo terremoto de 7,5 en Turquía central, una zona más al norte. Una réplica muy fuerte, o bien un segundo terremoto de deslizamiento, que por su fuerza habría roto una falla de 120 kilómetros de largo y 18 de ancho.
“Podría ser el disparo de una falla que también estaba cargada”, asegura Raúl Pérez López, del Instituto Geológico y Minero de España (IGME-CSIC). Un fenómeno conocido como triggering: un primer terremoto afecta, también, a una segunda estructura paralela de falla, que termina por fracturarse por la energía que recibe. “Un terremoto de 7,8 afectando a otro de 7,5 puede ser doblemente devastador”, añade el experto.
Por último, cabe mencionar el riesgo de las horas posteriores al terremoto, hasta un día después. Si bien la intensidad suele ser menor, puede afectar a edificios ya seriamente dañados y a las labores de rescate. “Normalmente, a las 24 horas” suele haber un nuevo terremoto, con magnitudes que pueden ir entre los 6,7 y los 6,9 según el experto.