Una nueva ola de bombardeos rusos en Zaporizhzhia dejó al menos siete muertos
Tras la explosión en el Puente de Crimea, Ucrania es nuevamente un blanco activo de ataques con misiles en múltiples ciudades, que podrían constituir crímenes de guerra
Entre las víctimas fatales se encuentran dos empleados de las redes eléctricas del distrito, quienes se encontraban trabajando para restablecer el servicio, confirmó el gobernador de la región, Oleksandr Starukh.
“Mientras realizaban trabajos de restauración de una línea eléctrica dañada durante repetidos disparos enemigos, dos trabajadores de la red eléctrica del distrito, Dimitro Starichenko y Roman Melnik, murieron”, explicó, según indica la agencia de noticias Ukrinform.
“Si no fuera por los ataques de hoy, ya habríamos restaurado el suministro de energía, el suministro de agua y las comunicaciones que los terroristas dañaron ayer. Hoy Rusia solo logrará una cosa adicional: retrasará un poco nuestra recuperación”, expresó Zelensky en su alocución nocturna.
Por su parte, la localidad de Nikopol -en la región de Dnipropetrovsk- también fue atacada con lanzacohetes múltiples, según afirmó en Telegram el respectivo gobernador Yevhen Yevtushenko.
Estos nuevos bombardeos son parte de una serie de ofensivas que el Kremlin comenzó a raíz de la explosión sobre el puente de Kerch el pasado sábado, y que destruyó gran parte del paso que conecta a Rusia con Crimea.
Esta estructura era una de las joyas de Putin y un símbolo explícito de la anexión con la península que se había adjudicado en el 2014. El líder del Kremlin responsabilzó a Ucrania por el ataque y, desde entonces, ha reanudado los bombardeos en todas partes del país, de manera intensa.
Solo durante el martes, las autoridades locales registraron impactos en Kiev, Lviv, Zaporizhzhia, Kryvyi Rih y Vinnytsia en lo que se consideran “infraestructura crítica”. Entre ellas, fueron blanco dos instalaciones energéticas -lo que generó problemas en el suministro-, instalaciones públicas -lo que derivó en grandes incendios-, sedes de mando militar, edificios residenciales y sitios civiles vitales, entre otros.
En esta oportunidad, Moscú utilizó 12 misiles S-300, bombarderos Tu-95 y Tu-160 que operaban sobre el Mar Caspio, drones de ataque iraníes y armas de alta precisión y largo alcance, según un comunicado del ejército invasor. Por su parte, voceros ucranianos afirmaron que, desde que comenzó esta nueva ofensiva, ya que lanzaron 83 misiles contra su territorio y dejaron un saldo de al menos 19 personas y 105 heridos.
Asimismo, en el texto los oficiales rusos indicaron que “todos los objetivos asignados fueron alcanzados”. Esta última declaración generó gran preocupación de los altos mandos de la ONU, quienes afirmaron que podrían constituir crímenes de guerra. Debido a la naturaleza de los ataques, el Alto Comisionado para los Derechos Humanos remarcó que destruir infraestructura esencial para la vida civil constituye en este delito.
“Estamos gravemente preocupados por el hecho que ciertos ataques parecen haber sido dirigidos a infraestructuras civiles esenciales”, afirmó la portavoz de la Oficina del Alto Comisionado para los Derechos Humanos, Ravina Shamdasani
“Pedimos a Rusia que se abstenga de cualquier escalada” de violencia, agregó durante su alocución en una sesión informativa en Ginebra.
En tanto, quienes recibieron con gran euforia las últimas acciones del Kremlin fueron los nacionalistas rusos quienes instaron a Putin a continuar con los devastadores ataques y celebraron una respuesta con “fiereza y crueldad”.
“Este es uno de esos casos en los que el país tiene que demostrar que podemos devolver el golpe”, escribió Alexander Kots, corresponsal de guerra del popular tabloide proKremlin Komsomolskaya Pravda.
Otra de las voces fue la de Sergei Mironov, un destacado legislador ruso que lidera el partido con apoyo estatal Una Rusia Justa, quien tuiteó: “¡Es hora de pelear! Con fiereza, incluso crueldad. Sin mirar atrás a cualquier censura de Occidente”.
También, el gobernador instalado por Moscú en Crimea, Sergei Aksyonov, recalcó que “si todos los días se hubieran tomado medidas similares para destruir la infraestructura enemiga, habríamos terminado todo en mayo y el régimen de Kiev habría sido derrotado. Espero que ahora el ritmo de la operación no decaiga”.
Tras esta ola de ataques, que en medio de sirenas obligaron a los residentes a volver a los refugios después de meses de relativa calma en la capital y muchas otras ciudades, el presidente Zelensky instó a las potencias occidentales a ayudar a Ucrania a tender un “escudo antiaéreo” frente a una Rusia que aún “tiene medios para intensificar su ofensiva”.
En línea con esto, Estados Unidos se comprometió a incrementar los envíos de defensas en esta materia, junto con Alemania que anunció la entrega “en los próximos días” de un primer equipo de misiles Iris-T, capaces de proteger una ciudad entera.