Thunderbolts. Los chicos malos de Marvel se ponen al mando

Warren Ellis dotó a uno de los grupos de villanos más interesantes del cómic de un contexto político que reflejaba las contradicciones de la sociedad estadounidense.

Roberto Hernández, MS

Warren Ellis, independientemente de sus problemas, ha sido uno de los guionistas más importantes e influyentes del mundo del cómic en los últimos años. Sus historias van más allá de las viñetas y son un reflejo de los problemas de la sociedad actual. Ya en su etapa en Hellblazer y más tarde en Authority se mostró como un creador comprometido y preocupado por la deriva autoritaria de los gobiernos democráticos.

Así que cuando en 2007 se hizo cargo de la colección Thunderbolts, un equipo integrado por villanos al servicio del gobierno, no le costó mucho emparentar el cómic con la situación real que vivían los EE UU, inmerso entonces en dos conflictos, Irak y Afganistán, en los que las tropas no regulares (contratistas) estaban tomando cada vez mayor protagonismo.

Los Thunderbolts venían a ser los Blackwater de Marvel, mercenarios bien pagados que se encargaban de los trapos sucios y a los que había que blanquear a través de operaciones de imagen. Su forma de operar no era legal ni moralmente correcta, pero sí tremendamente eficaz.

Una década antes…

A mediados de los 90 las colecciones de los superhéroes estaban de capa caída, con Vengadores y Los Cuatro Fantásticos desaparecidos, así que en Marvel se decidió que Onslaught matara a la mayoría de la comunidad superheroica para poder así resetear las colecciones y que tuvieran un nuevo aire. En realidad, no murieron, porque en el cómic casi nadie muere eternamente, sino que fueron a una dimensión de bolsillo. Nacía así el universo Heroes Reborn de Jim Lee y Rob Liefeld, un intento de reanimación que a la postre tampoco funcionó. Pero esta ausencia de los superhéroes fue aprovechada también por Kurt Busiek y Mark Bagley para crear un equipo integrado por antiguos villanos que se terminarían reformando, la idea era original o casi (DC había creado Escuadrón Suicida 1959), aunque se seguía moviendo dentro los cánones establecidos por el cómic de superhéroes.

Cambio de aires

La colección, que arrancó en 1997, se convirtió en un éxito y solo los sucesos de la Civil War (2006) obligaron a un cambio de paradigma. Durante la guerra fratricida de los superhéroes los chicos del Baron Zemo se alinearon con el bando oficialista, mejorando su estatus y convirtiéndose en un recurso muy valioso para Tony Stark.

Llegados a este punto (2007) y tras la muerte del Baron Zemo, Warren Ellis se hace cargo de la colección (110#) y coloca al frente del nuevo equipo a Norman Osborn (El Duende verde). El giro es más que evidente, el relato se vuelve más oscuro, casi negro. El guionista británico incorpora al equipo original otros dos nuevos personajes con un marcado carácter psicópata: Venom y Bullseye. Este último protagoniza las cinco páginas iniciales, en uno de los más grandes arranques de la historia del cómic. Son 31 viñetas en las que se condensa todo lo que va a ser la etapa de Ellis y Deodato, nunca un Bullseye, que está esposado, ha dado tanto miedo como aquí.

Ahí os quedáis

A partir de aquí 12 números para disfrutar en los que Ellis va introduciendo, presentando, y diseccionando a los protagonistas de su historia, a la que adereza con algunas sorpresas y que deja al lector con ganas de más. Pero Warren, al que no le gusta “vivir en casas ajenas, pero sí pintarlas” sigue su norma de abandonar más pronto que tarde todos aquellos proyectos que no son suyos, este era de Busiek y Bagley, y se apea de los Thunderbolts tras acabar el arco de Norman Osborn. Estos seguirían adelante y tendrían entrada de primera fila en el siguiente gran evento Marvel, Invasión Secreta, para más tarde de la mano de Bendis convertirse en el germen de Los Vengadores Oscuros.

Este es un cómic que funciona como un ensayo sobre el uso y el abuso del poder, la instrumentalización política de los medios y una reflexión sobre si el fin justifica los medios.

Un dibujante excepcional

El brasileño Mike Deodato Jr. es uno de los mayores talentos de Marvel, había colaborado con Ellis en su etapa de Thor, para luego trabajar con varios iconos de la editorial: Hulk, Doctor Strange y Spiderman. Después de su éxito en Thunderbolts se convirtió en habitual de las colecciones de Vengadores: Vengadores Oscuros, Vengadores Secretos, Nuevos Vengadores y Salvaje Vengadores.

Su estilo ha evolucionado mucho, al principio como el mismo confiesa trató de imitar a Jim Lee y Marc Silvestri, pero también admite influencias de Jim Steranko, Eduardo Risso y Sean Murphy. Ha ido explorando diferentes caminos que van desde un dibujo clásico al fotorrealismo, aunque suele mezclar estilos y experimentar en función de los trabajos y las tendencias del momento, de ahí la leyenda de que el nombre era en realidad un pseudónimo que agrupaba a diferentes dibujantes de un estudio.

En Thunderbolts, uno de sus mejores trabajos, muestra un dominio del medio en todos sus aspectos: anatomía, primeros planos, composición de las viñetas… Se le nota cómodo en situaciones en las que hay muchos personajes y como el mismo confiesa disfruta más “cuando estos son villanos. Es más divertido hacer a Bullseye que al Capitán América”. En estos doce números se muestra más sombrío de lo habitual con un excelente uso de las sombras. En las estructuras combina disposiciones clásicas con 9 y 6 viñetas con otras que rompen por completo el orden del relato. Deodato, que es también un gran portadista, se exhibe en las ilustraciones a página completa, dejando verdaderas obras de arte. Otro de sus puntos fuertes es la recreación de los combates y aquí tiene muchas ocasiones para demostrarlo.

Conclusión

Thunderbolts es uno de los grandes comics de villanos de Marvel, Ellis consigue dar un contexto político al relato a la vez que coloca a Bullseye en el panteón de los psicópatas junto al Joker y Hannibal Lecter. Lástima que abandonara la colección tras estos doce números.

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