A 30 años del Dream Team: las deudas de Jordan, los francotiradores y los pedidos de Milanesio a Magic
Una constelación de estrellas que se conformó para los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992
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“Chuck nos preguntaba: ‘Entonces, ¿Nos entrenamos mañana?’. Michael y yo nos mirábamos, y, si él no tenía ganas, le decíamos que no a Chuck. O el entrenador nos decía: ‘¿A qué hora quieren empezar mañana?’ Y Michael contestaba: ‘Pronto porque quiero jugar a golf’”. La historia en la voz de Magic Johnson permite comprender de qué se trató aquella unión de megafiguras, que jamás volvió a repetirse.
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Hasta los Juegos Olímpicos de Seúl 1988, el Comité Olímpico Internacional no permitía jugadores profesionales en sus los seleccionados, apostando a un supuesto espíritu amateur. Aunque no siempre se cumplía esa norma, porque estrellas de la FIBA del tamaño del soviético Arvydas Sabonis o el yugoslavo Drazen Petrovic representaron a sus respectivos seleccionado en esa cita olímpica de 1988. Sin embargo, para los Estados Unidos esa norma del COI era respetada y utilizaban exclusivamente a jugadores de la NCAA.
Y la realidad es que hasta 1988 EE.UU., nunca había necesitado de sus NBA para subirse a lo más alto del podio. Hasta esos Juegos Olímpicos había ganado nueve medallas doradas en diez participaciones. Pero el golpe en Seúl y el posterior tercer puesto en el Mundial de 1990 celebrado en la Argentina, el orgullo y el ego de Team Estados Unidos, se vio afectado y tomaron cartas en el asunto.
Con el importante apoyo del Secretario General de FIBA, Boris Stankovic, y las gestiones de David Stern, el comisionado de la NBA, se levantaron las restricciones del COI sobre la utilización de jugadores profesionales y para Barcelona 1992 se habilitó por primera vez la participación de los NBA.
Pero la creación de ese equipo increíble no fue tan sencilla. Si bien era sólo cuestión de elegir a dedo qué talento podía representar a los Estados Unidos, cuando Chuck Daly fue designado el entrenador del equipo que jugaría los Juegos Olímpicos de Barcelona, hizo una lista con una preselección inicial, en la que, en un principio, no estaban ni Charles Barkley ni Larry Bird. La mayor sorpresa era la inclusión de Scottie Pippen junto a otros seis fijos: Patrick Ewing, Magic Johnson, Karl Malone, Michael Jordan, Chris Mullin y David Robinson. Había ciertas dudas con Joe Dumars y Dennis Rodman. Lo que sí era seguro que no iba a estar Isiah Thomas, dominador de la NBA, pero con una pésima relación con Jordan. El base de los Pistons se tomó tan mal no ser parte del Dream Team que se animó a criticar públicamente a su entrenador, que era Daly, y dijo que durante aquella temporada 91/92, estaba más pendiente de la selección que de la temporada con su equipo.
Una vez que se resolvió el roster, comenzaron a multiplicarse las anécdotas de un grupo que marcó una era, que hubo que dominar y que duró el tiempo exacto, para evitar que volase todo por el aire. Había demasiadas estrellas en una mismo grupo, un ego imposible de controlar por demasiado tiempo. “Si hubiéramos estado juntos dos semanas más habríamos tenido bastantes problemas. Podías percibirlo. Las quejas por el tiempo que jugaba cada uno era intensas. Estábamos ganando los partidos por más de 40 puntos y Michael Jordan jugaba sólo 20 minutos. Me alegro de que acabara cuando tenía que acabar”, contó Larry Bird sobre la dinámica dentro del vestuario. Incluso, en el último documental The Last Dance, que relata lo vivido en la dinastía Chicago Bulls, hay momentos en los que repasan lo que fue aquel Dream Team y había mucho recelo entre todos. Escondido detrás de las bromas, se facturaban cuentas pendientes en la NBA. En la sesión de fotos oficial del equipo antes del torneo, se escuchaban entre ellos. “No te puedes acercar mucho a Michael porque es falta”, le decía Bird a Magic. MJ contestaba con una sonrisa pero con la misma acidez: “Estos muchachos mayores tienen artritis y no pueden estar mucho tiempo en la misma posición”.
A pesar de contar con una constelación de estrellas, Daly supo motivarlas y hacerlas trabajar lo suficiente como para dominar a placer durante los Juegos Olímpicos. Su secreto fue ignorar las peticiones de sus jugadores dentro de la cancha, dándoles libertad absoluta fuera del campo de juego. “Lo primero que quiero que aprendan es.... a ignorar”, les dijo a sus asistentes. El entrenador jugó al golf con Jordan y, tras una larga noche de whiskies de MJ, le recomendó tomarse una doble dosis de ibuprofeno.
Lo que generó aquel grupo fue realmente impactante. Por lo tanto, nadie quería quedarse afuera de semejante espectáculo. Es por eso que no sólo los fanáticos querían una foto de cada una de aquellas estrellas, sino que los jugadores rivales sólo esperaban enfrentarlos para inmortalizar el momento. “Era un sentimiento surrealista. Estamos aquí para patearles el c... y ellos quieren hacerse fotos con nosotros”, decía Charles Barkley. En la primera rueda de prensa del equipo, que fue agasajado no sólo por los aficionados sino también por los árbitros y los rivales, los árbitros me decían: ‘Por favor preguntale a Michael si puede regalarme sus zapatillas después del partido’”, recordó Scottie Pippen.
Incluso, antes de los Juegos, la Argentina se enfrentó con el Dream Team durante el Preolímpico de Portland de 1992, competencia previa a Barcelona. El seleccionado nacional se enfrentó al Team USA y cayó por 128-87. Aunque lo magnífico de ese duelo no fue el resultado, sino la cantidad de anécdotas que surgieron de aquel cruce. “Ooohhh, el más insistente era el número 9 (Milanesio), me pedía y me pedía la camiseta, yo se la quería regalar, pero la orden del coach era no entregarla. Se la prometí para después de Barcelona. ¿Si me molesta? Nooo, al contrario, sólo que acá no tenemos esa costumbre...”, contó Magic y lo escribió Hugo Suerte, en El Gráfico, ya que tuvo la oportunidad de estar aquella noche del 1° de julio de 1992, entre los 12.884 espectadores que llenaron el Memorial Coliseum.
Además, relata cada detalle de lo que sucedió aquella noche de película. Incluso, la historia cuenta que que fue el propio Marcelo Milanesio el que le dijo a uno de sus compañeros: “Uuuyyy, Dios, ¿te puedo dar la máquina de fotos? Yo me acerco y vos dispará, alguna va a salir”.
“Ese día, los jugadores argentinos fueron de compras a un centro comercial en la calle Sunset. Algún aparatito electrónico, refuerzos de rollos de película y un trámite no previsto para el técnico Garrone [Walter]: tuvo que salir de apuro a comprarse un saco (cuesta 30 dólares), “porque el que traje da vergüenza”. Es que la foto, la famosa foto de los terrestres y los que bajaron a la Tierra, merecía cualquier esfuerzo”, escribió Suerte.
Todo era especial con este grupo de atletas. Incluso, no fueron parte de la Villa Olímpica, sino que se ubicaron en el hotel Ambassador, en las Ramblas y allí había medidas de seguridad excepcionales, como helicópteros rodeando la zona y francotiradores apostados en las terrazas. Todo esto ocurría en el segundo piso de ese hotel, en una sala acristalada en la que desde fuera se podían ver los videojuegos, cajas de pizzas, latas de cerveza tiradas por el suelo y las colillas de los habanos en los ceniceros.
En su recorrido de ensueño pasó por encima a Angola en el primer partido por 116-48. Después enfrentó a Croacia de Drazen Petrovic y Toni Kukoc (103-70). El tercer y cuarto juego fueron ante Alemania (111-68) y Brasil (127-83). El último partido de la etapa de grupos fue contra España (122-81). En los cuartos de final superó a 115-77 a Puerto Rico, luego a Lituania (127-76) y en el juego por la medalla de oro volvió a sacar de cualquier posibilidad a Croacia con un demoledor 117-85.
Pero más allá del juego, que disfrutaron todo y en el que se advirtió la falta de equivalencias, lo que dejó aquel equipo fue una cantidad de historias maravillosas. “Cualquiera con quinientos millones en el banco resulta atractivo”, dijo Barkley, que era “más nocturno” del Dream Team junto con Jordan. El mítico jugador de los Suns se escabullía por la puerta trasera del hotel, en el que había menos guardaespaldas y le daba un par de billetes de 100 dólares al primer español que se cruzaba por la calle: “Hoy quiero que me lleves de fiesta”.
La sala común del Ambassador estaba repleta de visitantes en la noche previa a la gran final. Y los mejores jugadores querían tomarse su tiempo para disfrutar del último gran compromiso del Dream Team: una partida de cartas. “Aquella partida de naipes era especial, una especie de ritual, una despedida antes de volver a ser rivales en la NBA”, contó McCallum en su libro “Dream Team: La intrahistoria del mejor equipo que ha existido jamás”. Y continuó con el relato. “A les seis y cuarto de la mañana, todos se fueron por fin a dormir… menos Jordan. El astro tenía que grabar un vídeo promocional de la NBA, así que se duchó, se vistió otra vez y se pasó la mañana del día D delante de las cámaras. Cuando terminó con sus compromisos publicitarios, a primera hora de la tarde, Jordan pidió que lo llevaran al Real Club de Golf El Prat. Jugó 18 hoyos, volvió al hotel y, sin tiempo ni para un descanso, se dirigió al estadio para lograr el oro”.
Dream Team, eterno, único, sin comparación, magnífico, la conformación más importante de la historia del básquetbol. Jordan, Magic, Bird, sólo de pensarlo, se corta el aliento.
El plantel del Dream Team
- 4. Christian Laettner (Universidad de Duke)
- 5. David Robinson (San Antonio Spurs)
- 6. Patrick Ewing (New York Knicks)
- 7. Larry Bird (Boston Celtics)
- 8. Scottie Pippen (Chicago Bulls)
- 9. Michael Jordan (Chicago Bulls)
- 10. Clyde Drexler (Portland Trail Blazers)
- 11. Karl Malone (Utah Jazz)
- 12. John Stockton (Utah Jazz)
- 13. Chris Mullin (Golden State Warriors)
- 14. Charles Barkley (Phoenix Suns)
- 15. Magic Johnson (Los Ángeles Lakers)