Memorias de Alejandro Sabella: el título de Estdioantes en 2009
El 15 de julio de 2009, en el Mineirao, el Pincha tocó el cielo con las manos con los goles de la Gata Fernández y Mauro Boselli
Siempre con un pizarrón cerca, Sabella señalaba que era clave la comunicación del DT y que había varias formas de expresarse con el jugador; desde la palabra (las charlas), los videos, el pizarrón y el trabajo de campo: “Ninguna anula la otra, se complementan”.
El DT integral hablaba de los valores. “Los valores son la cuestión esencial de todo grupo humano, la chispa que enciende el fuego, lo que te va a empujar a ganar”, decía Don Alejandro en una charla que dio en el Gran Rex, en noviembre de 2014. Ahí remarcó sus valores de conducción y los catalogó de la siguiente manera:
- Equilibrio emocional
- Perdonar el error
- Las 3 “A”
- Generosidad
- Humildad
- Sentido de pertenencia
Y vinculó el “equilibrio emocional” primero con las expulsiones y la importancia del mensaje que les decía a sus dirigidos sobre no dejar al equipo con diez: “Cualquier decisión necesita tener equilibrio emocional: El 80% de las expulsiones en el fútbol argentino son por doble amarilla. Y, de ellas, no menos del 80% pueden evitarse ya que se generan por un foul a un jugador encerrado o que está de espalda o mirando a la tribuna. Yo digo que entramos 11 y tenemos que salir 11″.
Inmediatamente relacionó ese comportamiento en el recorrido de la Libertadores 2009: “¿Qué recuerdo de esa final? Más el segundo partido, donde ganamos. Aparte porque arrancamos perdiendo y dimos vuelta un resultado nada menos que en Brasil. Con Estudiantes jugamos contra Cruzeiro en la etapa de grupos de esa copa. En 15 minutos perdíamos 0-3. ¿Por qué? Porque tras el 0-1 el equipo perdió el equilibrio emocional. Por eso cuando íbamos a jugar la final les dije: “el momento que más cuidado hay que tener es si nos llegar a hacer un gol”.
Sabella hablaba mucho de las 3 “A” (Ayuda, Apoyo, Aliento). “Si vos estás convencido de que son los mejores, hay que perdonarles el error”, decía; era generoso con los actos: “Hay que pensar en dar y no en recibir, así se genera en el grupo un tren arrollador que nada lo puede frenar” y tenía una manera particular de definir la humildad: “El día que te creés el mejor, dejás de serlo”.
Otra anécdota de aquella final ante Cruzeiro: “Yo era conservador (dijo Sabella en 2019, por TyC Sports) con respecto a las expectativas antes de jugar ese partido, pero los jugadores estaban convencidos de que íbamos a ganar. Y siempre hay como señales... A la llegada del Mineirao, nunca viví lo que viví en ese micro. Faltaban 30 metros para entrar y el micro se movía de una manera impresionante. ¡Van a romper los vidrios!, decía yo. Eran gritos de adentro hacia afuera, que salían de la emoción de los jugadores. Y los hinchas de Cruzeiro que estaban afuera no sé si se asustaron pero decían: “¡Estos vienen a ganar!” Esas fueron señales que me dio el equipo”. Y completó la idea: “Cuando ellos nos hicieron el gol, el equipo de Estudiantes mantuvo la calma. Y eso fue clave. La experiencia y la inteligencia que tenía este grupo de jugadores”.
Contra Iniesta y Xavi
Ni que hablar cuando ese mismo recurso del liderazgo tranquilo lo aplicó al gran duelo con Barcelona: Íbamos a jugar contra el Barcelona. Tenía un amigo que era profesor en la universidad, que me dijo: “Decile al Chapu que en la primera, a Xavi o Iniesta, antes de los 5 minutos, les dé una patada acá (y se señalaba la nuca)”. En la charla previa al partido le dije a Braña: “Tengo un amigo que dice que hagas esto. Si vos hacés esto, vas a conocer el infierno antes de llegar”.
“El DT que menos promete es el que menos se equivoca”, reconocía Sabella. “Al Colorado Germán Ré le prometí algo y después estuve tres meses pidiéndole perdón. Hasta que un día me mandó a la … “Ya está Alejandro, olvidesé”.
Tenía comportamientos únicos y cada decisión que tomaba y afrontaba con seriedad elegía a un testigo. Vale la anécdota en su etapa en Estudiantes previa a jugar el Mundial de Clubes de ese año: “Tuve una charla en Abu Dhabi con (Juan Manuel) Salgueiro y Enzo Pérez: cuando hablo con un jugador no me gusta tener un testigo que esté de mi lado. Me gusta hablar con alguien que esté del lado de la otra persona. Porque no tengo nada que ocultar y confío en mi proceder. Salgueiro le tenía pánico a las infiltraciones. Estábamos por jugar con Pohan Stillers y él quería infiltrarse para jugar bien y así poder llegar bien al partido con Barcelona. Entonces yo volví sobre mis pasos y le dije: “Si querés te infiltrás, si querés no, pero vos tenés que saber que si pasamos a Pohan vos no vas a jugar de arranque con Barcelona”. Tenía la obligación moral de decírselo”, explicó.
La final ganada a Cruzeiro
En la segunda final ante Cruzeiro, en Belo Horizonte (tras igualar 0-0 en La Plata), Estudiantes formó con Andújar; Cellay, Schiavi, Desábato y Ré; Enzo Pérez, Braña, Verón y Leandro Benítez; Boselli y Gastón Fernández. El equipo empezó perdiendo por el gol de Henrique, pero empató rápido por intermedio de la Gata y luego lo ganó 2-1 por el Boselli.
Alrededor de esa final hubo una historia curiosa entre Sabella y Christian Cellay, que se desempeñaba como lateral derecho en línea de cuatro aunque también podía ser zaguero central en línea de 3 o de 5. La anécdota del corcho, contada por el propio Sabella: “Yo de chiquito escuchaba mucho. En una final de Estudiantes con Palmeiras (1968), Aguirre Suárez tenía roto el menisco. Le dolía todo. Agarró un corcho y se lo metió en la boca. Jugó así para que el rival no se diera cuenta en qué momento sentía dolor. Cellay tenía un problema en una rodilla –se rompió un menisco contra Defensor Sporting- y cuando empiezo la charla para la final previa a jugar con Cruzeiro en el Mineirao, termino y le digo: “Tomá Cristian, acá tenés el corcho”. Salió a trabar con todo, yo me volvía loco. De tanto que se tiró al piso, al final le quedó la marca del corcho detrás de la media”. Cellay jugó contra Nacional y las dos finales con el alma, a pura actitud.
Hoy Cellay sigue teniendo el corcho en su casa.