De COVID-19 a COVID-22: ¿el coronavirus cambió tanto que ya no es el mismo?
Lejos del patógeno identificado por primera vez en 2019 en Wuhan, China, que originó la actual pandemia, varios expertos sostienen que las nuevas variantes crearon una nueva enfermedad más contagiosa y menos mortal. Los detalles del debate en la comunidad científica
La nueva subida de contagios en Asia, Europa y Estados Unidos en las últimas semanas preocupa a los expertos y da cuenta de la tendencia de mayor contagiosidad de las nuevas subvariantes de Ómicron, especialmente BA.2, BA.4 y BA.5. Como ejemplo vemos que el jueves, en solo 24 horas Francia registró 161.000 infecciones nuevas, Alemania 117.400, Italia 108.930, Brasil 76.850 y Estados Unidos 91.100. Es más, las autoridades sanitarias de India, que el mes pasado detectaron una nueva subvariante, la BA.2.75 indicaron que los casos positivos diarios saltaron de 3000 a 20.000 en pocas semanas.
Esta nueva impronta del coronavirus animó a muchos expertos a afirmar que estamos transitando una nueva enfermedad, diferente al COVID-19 que originó el SARS-CoV-2. El doctor Enrique Ruiz Escudero, consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, afirmó hace unos días que con las variantes de Ómicron BA.4 y BA.5, estamos en un escenario totalmente diferente.
“Las nuevas variantes hacen que se pueda hablar de COVID-22 porque el comportamiento que estamos viendo ahora, en cada contagiado, no tiene nada que ver con el de otras olas”, precisó.
La expresión no es solo suya y otros médicos comienzan a utilizarla para diferenciar ambas enfermedades, como por ejemplo el viceconsejero de Salud Pública de Madrid, el doctor Antonio Zapatero, quien considera que la actual enfermedad es distinta al ser causada por un virus distinto, por lo que tiene también una afectación clínica distinta. O el microbiólogo José Cisneros, del Hospital Virgen del Rocío, de Sevilla que afirmó: “Lo que estamos viendo ahora es otro tipo de enfermedad. El motivo de ingreso es la descompensación de una patología crónica”.
A nivel global, la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó días atrás que la subvariante BA.4 pasó a estar presente desde el 9 al 12% de las muestras de pacientes secuenciadas en el mundo la última semana reportada. El crecimiento de Ómicron BA.5 fue incluso mayor: pasó a detectarse del 28% al 43% de las muestras de pacientes analizadas.
Las pruebas están sobre la mesa. Las cepas BA.4 y BA.5 representan ya el 90% de los casos en Madrid y son mayoritarias en toda la geografía española y también europea. Eso explica el aumento de infectados y que ya se habla de la séptima ola de coronavirus. En toda Europa, se está produciendo una ola de casos de COVID-19 con un 33% de aumento en la sección al Oeste, y un 47% de incremento en Europa del Este. En América, también hubo una suba del 14% en los casos, según OMS. Es más, los médicos aclaran que lo que encuentran ahora son pacientes que ingresan por sus patologías previas. Ingresan con COVID, pero no a causa de esa enfermedad.
La reconocida patóloga pediátrica argentina Marta Cohen, que trabaja como directora clínica y de los laboratorios de farmacia, diagnóstico y genética del Hospital de Niños de Sheffield en Reino Unido y que afirmó en su cuenta de Instagram: “La pandemia no ha terminado aún. Y van a aparecer nuevas mutaciones que van a generar nuevas variantes. Y esto es lo que pasa ahora”. Cohen se refiere a la nueva subvariante que surgió el mes pasado en India y ya está presente en más de 10 países. “A principios de junio surgió una nueva subvariante que ya es de segunda generación de Ómicron que se llama BA.2.75 que serían 5 veces más contagiosa que las variantes anteriores y tiene 45 mutaciones, muchas de las cuales las comparte con su ancestro BA.5″.
Y en coincidencia de los especialistas españoles, concluyó: “Estamos en la presencia de una nueva ola, y en España ya se habla de una séptima ola de coronavirus. Y también hablan del COVID-22 en lugar de COVID-19. Cuidémonos, sigamos usando barbijo y manteniendo la distancia porque el número de casos ha crecido muchísimo”.
Estamos viendo una alta contagiosidad, pero no enfermedad de riesgo. Vemos que el actual coronavirus produce enfermedades respiratorias leves. Hoy hay muchísimas subvariantes de Ómicron circulando, que producen mutaciones permanentemente. Son cambios proteicos pequeños en la llave spike para ingresar a la célula humana”, explicó a Infobae, el infectólogo Ricardo Teijeiro, miembro de la Sociedad Argentina de Infectología (SADI), que descartó la validez del término COVID-22 como enfermedad nueva.
“Son cuestiones semánticas. La influenza se modifica todos los años y sigue siendo influenza con distintas cepas de virus. Hoy estamos viendo distintas cepas del COVID-19, que se llama así porque se identificó en 2019. Si bien la sintomatología cambió, lo que no cambió fue su etiología. Lo que sigue produciendo la enfermedad es el coronavirus”, aclaró el especialista.
Para Teijeiro tanto la nueva subvariante de Ómicron BA.2.75 como BA.4, BA.5 hacen que se produzcan muchos más contagios, especialmente en pacientes con trastornos inmunológicos, lo que le permite replicarse durante mucho más tiempo en un organismo y así crear una nueva mutación. “El virus requiere de una célula humana para reproducirse. No es como una bacteria que tiene más independencia y hasta cierta carga genética para replicarse. El futuro es lo que estamos viendo ahora, es decir más de lo mismo. Dejará de ser un problema sanitario mundial y se convertirá en una enfermedad más a atender, especialmente con el cuidado y foco en los adultos mayores y personas con factores de riesgo”, finalizó.
El doctor Luis Cámera, explicó a Infobae el comportamiento hoy del coroanvirus: “En la actualidad, al virus no se lo puede eliminar. Ni por vacunas ni por antivirales, que están teniendo hoy algunas dificultades, como las que vivió el doctor Anthony Fauci, que tuvo que tomar una segunda tanda de medicamentos para contrarrestar los efectos del virus. Las subvariantes nuevas son increíblemente contagiosas. Pero la buena noticia es que son menos letales y generan una menor tasa de enfermedad grave”.
“Hoy la clave pasa no tanto por volver a aislarse o imponer el barbijo en todo momento. Lo importante es estar vacunado con terceras y cuartas dosis para no padecer COVID grave. Por lo menos son necesarios tres pinchazos. Las actuales subvariantes escapan de la inmunidad de la vacuna, pero no tienen la fuerza para generar casos graves que lleven a las personas a internaciones. El fenómeno que vemos en el mundo es la reinfección. Hoy en la Argentina, el 80% ya hemos estado en contacto con el COVID y podemos reinfectarnos en cualquier momento”, remarcó Cámera.
Variantes en Argentina
BA.4 y BA.5 también están propagándose en nuestro territorio. Los investigadores que conforman Proyecto País, el consorcio público de vigilancia genómica del coronavirus que depende del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva, detallaron en el último informe oficial dónde se las ha encontrado específicamente. El trabajo consistió en analizar la presencia de variantes del coronavirus en un total de 929 muestras de individuos residentes en el ciudad de Buenos Aires, provincia de Buenos Aires, Chaco, Córdoba, Corrientes, La Pampa, Mendoza, Misiones, Neuquén, Salta, Santa Fe y Tierra del Fuego.
En total se identificó la variante Ómicron en 899 casos (96,8%), la variante Delta en 29 casos (3,1%) y la variante Lambda en un caso (0,1%). Entre los casos de la variante Ómicron, 603 correspondieron al linaje BA.1 (67,1%), 262 al linaje BA.2 (29,1%), 25 al linaje emergente BA.2.12.1 (3,6%) y 9 a alguno de los linajes emergentes BA.4/BA.5 (1%). Los análisis filogenéticos de secuencias de Ómicron de Argentina tomados entre el 27 de octubre del 2021 y el 13 de junio del 2022,
En la mayoría de las jurisdicciones aún predomina la subvariante Ómicron BA.2, que fue aumentando su presencia y estuvo asociada al aumento de casos de COVID-19 en abril y mayo pasado. Pero los investigadores científicos informaron que en la ciudad de Buenos Aires se empezó a detectar las subvariantes BA.4/BA.5 en un 3,8% de las muestras analizada y ya pasaron a estar en más del 11% en la primera quincena de junio.
“La variante Ómicron ha impulsado olas de la COVID-19 a nivel global generando un número inédito de infecciones. Su extensa circulación y consecuente diversificación ha redundado en la existencia de al menos 231 linajes incluyendo recombinantes (BA.1-BA.5; X)1 con constelaciones de mutaciones ligeramente diferentes y diversificación interna.
Algunas de ellas podrían diferir en su riesgo potencial para la salud pública. En general, los linajes de Ómicron presentan una mayor tasa de transmisión que otros linajes del virus. Los linajes BA.4, BA.5 y BA.2.12.1 de Ómicron han adquirido algunas mutaciones adicionales que podrían afectar sus características biológicas (BA.4 y BA.5 incluyen las mutaciones de interés del69/70, L452R y F486V, y BA.2.12.1 las mutaciones L452Q y S704L)”, precisaron los expertos en el informe.
Los síntomas nuevos
La fatiga extrema, la fiebre, la tos, el dolor muscular generalizado y el dolor de cabeza siguen presentes en la sintomatología de los nuevos afectados, pero actualmente hay mucha más presencia de diarrea y dolor agudo de garganta, un tiempo de incubación de la enfermedad más corto, resaltan las estadísticas sanitarias. También se vienen observando más mucosidad y episodios de desmayos y síncopes. La hipótesis que se baraja en este aspecto se asocia a la llamada hipotensión ortostática, situación de presión arterial baja que se produce cuando te pones de pie súbitamente tras estar sentado o acostado.
Los especialistas ya no observan masivamente las insuficiencias respiratorias por neumonía doble, como al principio, ya que el virus ataca menos los pulmones. Además, los síntomas surgen muy rápido: se nota antes la subida de fiebre, el dolor muscular y el cansancio, que sí son iguales a otras variantes. El periodo de transmisión se reduce: es de apenas tres días y no de cinco o más, como en las primeras olas.
El virus dura más en el cuerpo: Se da más tiempo positivo en los test de antígenos. Es habitual que se pase de la semana a los diez días. En general, el coronavirus SARS-CoV-2 es más duradero que otros virus respiratorios, como el de la gripe.