Roland Garros: Rafael Nadal y sus enigmas, a pocas horas de ir en busca de su 14º título en París y una frase que enciende más dudas
El español le ganó a Zverev en un final accidentado y está nuevamente en la final, pero crece la preocupación por su físico; definirá el domingo ante Casper Ruud
Hace unos días, antes de medirse con Novak Djokovic, contó que ése podía ser su último partido en Roland Garros. Pero lo ganó, en un encuentro de primerísimo nivel. Ahora, minutos después de clasificarse a la final, no dudó cuando se lo consultó por una elección personal: “Preferiría perder la final del domingo si [a cambio] pudiera tener un pie nuevo, que me permita estar mejor en el día a día. Ganar es bonito, te llena de adrenalina, pero la vida continúa y vale más que cualquier título. Me he esforzado al máximo, pero tengo una vida por delante y me encantaría jugar con mis amigos algún deporte amateur en el futuro, y no sé hoy si lo podría hacer. Por eso digo que mi felicidad está por delante de cualquier título”. ¿Podría tomar alguna decisión después de la definición en París? Se verá. Se habla de un parate para tratar los dolores que le causa el síndrome de Müller-Weiss, la enfermedad degenerativa que sufre en su pie izquierdo. Son días de muchos rumores y pocas certezas.
Incluso el paso de Nadal a la final llegó por uno de esos desenlaces inesperados que a veces guarda el tenis: la lesión del rival. Sucedió justo en el último punto del duodécimo game, cuando se disponían a disputar el tie-break. Alexander Zverev fue a buscar la pelota sobre su derecha, no pisó bien y sufrió un esguince brutal en el tobillo derecho. Los gritos de desesperación y dolor del alemán en el suelo, que no podía levantarse, estremecieron a los miles de espectadores en el Chatrier. Enmudecido, el gigante se conmovió ante la penosa situación que le tocó vivir al alemán, que durante tres horas de juego le había plantado batalla de igual a igual a Nadal. Pero una lesión, ese imprevisto, le puso fin a la semifinal. Rafa, con una victoria por 7-6 (10-8), 6-6 y retiro, avanzó a una nueva definición en París.
Hasta el momento de la lesión de Zverev, ambos habían compuesto un partido extraño, con algunos pasajes de alto vuelo y varios tramos apenas discretos, repletos de errores no forzados y decisiones fallidas. Dentro de ese panorama cambiante, el alemán tuvo su gran oportunidad en el tie-break, en el que llegó a estar 6-2. Pero esos cuatro set-points se le fueron de las manos; mérito aparte de Rafa, que hizo de las suyas en ese trance complejo para traer un par de puntos casi perdidos, incluido un passing cruzado de zurda a la carrera, que puso de pie a todo el estadio. Imposible ahora saber qué hubiera ocurrido si Zverev ganaba ese set. El segundo capítulo fue de mucho menor brillo. Abundaron las equivocaciones, los quiebres de saque de un lado y del otro. El alemán, como en el primer parcial, estuvo 4-2 en la cuenta. Pero Nadal lo emparejó. Y el duelo se encaminaba a otro desempate cuando Zverev sufrió esa lesión que lo dejó fuera de la semifinal. Retirado del court en silla de ruedas, volvió minutos después en muletas, sólo para saludar al umpire y abrazarse con Nadal, mientras una ovación lo despedía por ese final triste, de los que dejan a nadie sin celebrar. Incluso a Mats Wilander, el entrevistador oficial del torneo, se le pasó por alto felicitar a Rafa en el día de su cumpleaños, acaso cohibido por el semblante consternado del español. No parecía ser una jornada propicia para celebraciones.
Por primera vez en el torneo, la sala principal de conferencias estuvo repleta para escuchar a Rafa. Gorra negra y remera azul con su logo, Nadal se refirió primero a lo que le ocurrió a su adversario. “Es muy duro. Estoy triste por él, porque es un gran compañero dentro del circuito y sé cuánto está luchando por tratar de ganar su primer Grand Slam, pero hasta este momento no ha tenido suerte. Este había sido un partido muy complicado, llevábamos tres horas y aún no habíamos terminado el segundo set. Para mí es una situación difícil. Acabar así, y verlo llorar en la pista, antes de volver a verle con las muletas, es muy duro”, contó.
Luego de dos semanas, y a pocas horas de una final que lo tiene como favorito, a pesar de llegar maltrecho, reconoció: “He hecho todo lo posible para darme una oportunidad de estar en la final de Roland Garros. Es un sueño y significa muchísimo para mí. Luego hay que ser realistas y asumir mis limitaciones actuales. Llevo tres meses en los que no me he entrenado como quería, me mantuve en el partido como he podido, pero ha sido un milagro el primer set que he ganado”.
Y, sin embargo, a casi nadie se le ocurre que Nadal no sea el favorito. La del domingo será su 30ª final de Grand Slam, con un récord hasta aquí de 21 títulos y 8 tropiezos en duelos decisivos. Su foja en París asusta a cualquiera: 13-0 en finales. Ganó 111 partidos en París y sólo perdió 3. Djokovic (dos veces) y el retirado Robin Soderling son los únicos socios del club de ganadores de Nadal en Roland Garros. “Mi preparación ha sido mala y escasa, pero uno no puede cambiar la realidad, y es que éste es el torneo en el que he tenido más éxitos en mi carrera”, aseguró. Rafa no quiere hablar de despedidas, pero al mismo tiempo habla de una realidad cargada de dolencias y de una búsqueda de soluciones que no llegan.
¿Quién será su adversario en la final? Casper Ruud. El noruego, como número 8 del mundo, fue el que mejor aprovechó el lado de la llave del cuadro por donde no estaban las figuras más peligrosas, y se abrió camino a la final con un triunfo en cuatro sets sobre el croata Marin Cilic por 3-6, 6-4, 6-2 y 6-2. Ruud, de 23 años, es el primer noruego en una final de Grand Slam y se enfrentará por primera vez con Nadal, justo en la final del torneo más trascendente de su carrera. Para los argentinos, es un rostro conocido: ganó dos de sus 8 títulos ATP en Buenos Aires, en 2020 y en febrero pasado. Bien puede ser considerado un especialista en canchas lentas, ya que obtuvo siete títulos en polvo de ladrillo, y su récord global en esta superficie es de 95 triunfos y 35 derrotas. Hasta este año, sólo había llegado en París a las terceras ruedas, entre 2019 y 2021. Y el domingo, desde las 10 de la Argentina, Ruud buscará dar el golpe más grande de su carrera.