Efectos colaterales del COVID: la pandemia aumentó la soledad en todo el mundo
La Asociación Americana de Psicología alertó sobre las consecuencias de la crisis sanitaria global en la salud mental y física. El impacto también acelera el envejecimiento y el bienestar a largo plazo
InfobaeLas medidas sanitarias tomadas a los fines de evitar la propagación del COVID-19 en todo el mundo trajeron consigo efectos no deseados en muchos aspectos de la vida de las personas.
La suspensión de las consultas médicas durante 2020 llevó a que muchas enfermedades dejaran de detectarse de manera prematura, o se interrumpan los tratamientos de algunas patologías en curso. Del mismo modo, la modalidad virtual de las clases escolares y la suspensión de las actividades deportivas y sociales llevó a muchos niños y adolescentes a manifestar signos de ansiedad, angustia, y hasta recrudecieron fobias y otros trastornos.
Ahora, un estudio llevado a cabo por la Asociación Americana de Psicología y publicado en la revista American Psychologist reveló que las personas de todo el mundo experimentaron un aumento de la soledad durante la pandemia de COVID-19, que podría tener implicaciones para su salud mental y física, la longevidad y el bienestar a largo plazo.
La investigadora de la Universidad Johannes Gutenberg de Mainz en Alemania, Mareike Ernst, es la autora principal del estudio, y reconoció que “la pandemia parece haber aumentado la soledad”. Y si bien dados los tamaños de efecto pequeños, las advertencias terribles sobre una “pandemia de soledad” pueden ser exageradas para ella, advirtió que “sin embargo, como la soledad constituye un riesgo de mortalidad prematura y de salud mental y física, debe ser vigilada de cerca”.
“Creemos que la soledad debe ser una prioridad en los proyectos de investigación a gran escala destinados a investigar los resultados de salud de la pandemia”, enfatizó la investigadora.
Ernst y sus coautores buscaron averiguar si cambios en la vida cotidiana como los cierres, el distanciamiento físico y el cambio a la modalidad virtual del trabajo y la escuela durante la pandemia habían aumentado la soledad de la gente.
La apreciación obvia indica que estas medidas aumentaron sin duda el aislamiento social, pero las investigaciones descubrieron que el aislamiento social no siempre conduce a la soledad.
Otros estudios habían demostrado que la crisis sanitaria global que desató el SARS-CoV-2 habría acelerado el envejecimiento en algunas personas.
Tal es el caso de un artículo publicado en la revista Nature, según el que “a medida que continúa la pandemia de COVID-19, puede sentirse que se envejece más rápido que antes. Eso no es tan extraño como suena”. El envejecimiento acelerado puede deberse a varios factores, algunos de los cuales han sido destacados por la pandemia -señalaron los autores en la publicación de la prestigiosa revista-. Y destacaron que “la exposición a enfermedades infecciosas, el estrés crónico y la soledad pueden afectar el proceso de envejecimiento, exacerbando las condiciones de salud y acortando la vida”.
Según los investigadores, “el aislamiento social significa tener una red social pequeña y pocas interacciones con los demás, mientras que la soledad es la sensación dolorosa de tener menos conexiones sociales o de peor calidad de las que una persona desea”.
Algunos estudios sólo encontraron correlaciones débiles entre ambos. Y los investigadores de la Asociación Americana de Psicología, para averiguar si la pandemia aumentó realmente la soledad, revisaron 34 estudios de cuatro continentes -principalmente en América del Norte y Europa- con más de 200.000 participantes en total. Todos los datos procedían de estudios a largo plazo que medían los niveles de soledad de los participantes antes del inicio de la pandemia y de nuevo durante la misma.
Descubrieron así un pequeño pero significativo aumento de la soledad durante la pandemia: un aumento de aproximadamente el 5% en la prevalencia de la soledad en todos los estudios individuales, por término medio. Sin embargo, no todos los grupos experimentaron ese aumento.
Según advirtieron, “se necesita más investigación sobre los factores que ponen a algunos individuos y grupos en mayor riesgo de experimentar la soledad, si los cambios en la soledad se debieron principalmente a alteraciones en la calidad o la cantidad de las interacciones sociales de las personas, y si éstas difieren entre subpoblaciones, como los estudiantes y los adultos mayores”.
Estos estudios podrían ayudar a los investigadores a desarrollar intervenciones mejor dirigidas para aumentar la cantidad de interacción social de las personas o para mejorar la calidad de sus relaciones cercanas.
“Las pruebas sólidas que apoyan las intervenciones que abordan la soledad siguen siendo limitadas. El aumento de la soledad asociado a la pandemia pone de manifiesto la necesidad de un esfuerzo concertado para reforzar esa base de pruebas”, apuntó Ernst.
Entre otros puntos, los investigadores concluyeron que “dado que la mayoría de los estudios de esta revisión proceden de países de renta alta y media-alta, se debería investigar también si la pandemia ha provocado un aumento de la soledad en los países de renta baja y media”.