Las catastróficas consecuencias de una hipotética guerra nuclear entre Estados Unidos y Rusia
El Programa de Ciencia y Seguridad Global de la Universidad de Princeton realizó una simulación audiovisual de una posible escalada bélica entre Washington y Moscú. Según las estimaciones del proyecto, el conflicto provocaría más de 90 millones de muertos y heridos
“Tenemos un concepto de seguridad interna, y es público. Puedes leer todas las razones para usar armas nucleares (...) Entonces, si es una amenaza existencial para nuestro país, entonces puede usarse de acuerdo con nuestro concepto”, manifestó el funcionario ruso.
Precisamente para evitar un conflicto nuclear es que Estados Unidos y la OTAN miden cuidadosamente cualquier maniobra en su apoyo estratégico a las fuerzas ucranianas. Occidente, y la misma Rusia, son conscientes de que una guerra de ese tipo provocaría devastadores consecuencias.
El Programa de Ciencia y Seguridad Global (SGS, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Princeton, desarrolló una simulación de una posible escalada bélica entre Estados Unidos y Rusia. Efectivamente, el resultado sería catastrófico.
De acuerdo a las estimaciones del proyecto, habría más de 90 millones de muertos y heridos, apenas en las primeras horas del conflicto. Más específicamente, los muertos ascenderían a 34,1 millones y los heridos a 57,4 millones.
“Este proyecto está motivado por la necesidad de poner de manifiesto las consecuencias potencialmente catastróficas de los actuales planes de guerra nuclear de Estados Unidos y Rusia”, señala el SGS en su página web.
Los especialistas de la Universidad de Princeton advierten, además, que el riesgo de una guerra nuclear aumentó considerablemente en los últimos dos años, luego de que Estados Unidos y Rusia abandonaran los tratados de control de armas nucleares vigentes. También desarrollaron nuevos tipos de armas nucleares y ampliaron las circunstancias en las que podrían utilizarlas.
El SGS detalla que el proyecto audiovisual, de cuatro minutos, “utiliza amplios conjuntos de datos de las armas nucleares actualmente desplegadas, los rendimientos de las mismas y los posibles objetivos de determinadas armas, así como el orden de batalla que estima qué armas van a qué objetivos en qué orden y en qué fase de la guerra para mostrar la evolución del conflicto nuclear desde las fases tácticas, a las estratégicas y a los objetivos urbanos”.
Aclara, además, que la cifra de víctimas mortales se limita a las muertes provocadas por las explosiones nucleares. Ese número aumentaría significativamente por las muertes producidas por la lluvia radiactiva y otros efectos a largo plazo.
La simulación comienza en el contexto de un conflicto convencional, para luego terminar en una guerra nuclear total entre Estados Unidos y Rusia. En las imágenes se puede observar la lluvia de ojivas nucleares lanzadas por Moscú contra suelo norteamericano y contra bases de la OTAN en Europa, y viceversa.
La semana pasada el secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, hizo sonar las alarmas sobre el aumento de Rusia del nivel de alerta para sus fuerzas nucleares después de invadir Ucrania, y lo describió como un “desarrollo escalofriante”.
“La perspectiva de un conflicto nuclear, antes impensable, ahora vuelve a estar dentro del ámbito de la posibilidad”, dijo Guterres a los periodistas, y repitió su pedido de un cese inmediato de las hostilidades.
A fines de febrero, Putin ordenó a las fuerzas nucleares rusas estar en alerta máxima, lo que generó temores de que la invasión a Ucrania por parte de Rusia podría conducir a una guerra nuclear.
Rusia y Estados Unidos tienen, por mucho, los mayores arsenales de ojivas nucleares después de la Guerra Fría que dividió al mundo durante gran parte del siglo XX, enfrentando a Occidente contra la Unión Soviética y sus aliados.
Lejos de llevar tranquilidad, semanas atrás el canciller ruso Sergei Lavrov advirtió que si el conflicto con Ucrania escala y desencadena una tercera guerra mundial, ésta podría incluir el uso de armas nucleares y ser destructiva.
Las consecuencias de una guerra nuclear podrían ser devastadoras para la humanidad y para el planeta Tierra.
“La onda de choque y el calor que crea la detonación de una sola arma nuclear pueden acabar con la vida de millones de personas de inmediato. Pero aún mayor es la devastación que seguiría a una guerra nuclear”, explicó Max Roser, fundador y director de Our World in Data, la organización de medición de datos mundial que depende de la Universidad de Oxford.
La primera razón de esto es la lluvia radiactiva: “El polvo radiactivo de las bombas que detonan se eleva a la atmósfera y se esparce por grandes áreas del mundo desde donde cae y provoca niveles letales de radiación”.
“La segunda razón es menos conocida. Pero ahora se cree que esta consecuencia, el ‘invierno nuclear’ y la hambruna mundial que le seguiría, es la consecuencia más grave de la guerra nuclear”, explica Roser.
Estas consecuencias significan que la destrucción causada por las armas nucleares no se limita al campo de batalla. No solo dañaría al país atacado. La guerra nuclear devastaría a todos los países, incluido el atacante.
Un conflicto nuclear a gran escala entre los Estados Unidos y Rusia en el que se empleasen 4.400 bombas de 100 kt (kilotones, equivalentes a miles de toneladas de TNT) inyectaría a la estratosfera 150 millones de toneladas de aerosoles. Esto disminuiría la radiación solar y la temperatura del mar bajaría 6,4 ℃. Estamos hablando de un escenario en el que solo se usaría en torno a la mitad del arsenal atómico actual.
A nivel global, dos años después de la guerra, la producción de alimentos disminuiría en un 80%. Dichas reducciones serían también más acusadas en la zona templada del hemisferio norte, donde llegarían al 99%.
“A pesar de los esfuerzos diplomáticos de las últimas semanas se están abriendo escenarios cada vez más alarmantes”, advirtió semanas atrás el papa Francisco.