Siempre Benzema

Una genialidad del francés, con la cooperación de Vinicius, resuelve un partido equilibrado en Vallecas. Courtois fue el freno de un buen Rayo.

Luis Nieto
As
Tacita a tacita, el Madrid camina hacia el título. No le dio motivos de preocupación al PSG en Vallecas y sí esperanzas a un Rayo encomiable en su propuesta y en su empeño, pero que no tuvo de su lado a Benzema. Incluso en sus peores días, y este lo fue, encuentra por dónde colarse. Él se inventó el gol que lo cambió todo y él acabo poniéndole firma, con Vinicius como cooperador necesario. Courtois, con dos grandes intervenciones, hizo el resto. Demasiadas menciones de honor para el belga cuando estamos hablando del líder.

En el ecosistema del fútbol, ser un grande obliga a atender a lo inminente (el Rayo, la Real) y a lo importante (el PSG y lo que surja). Ser una leyenda, que es ir un paso más, supone adquirir conciencia de que imprescindible lo es todo, desde una Supercopa enriquecida en Oriente Medio a una final de Champions. Esa es la historia del Madrid, que no admite una sola renuncia, y Ancelotti lo aplica a rajatabla: toque quien toque juegan siempre los que (a su italiano juicio) son los mejores. Es decir, los mismos. Los mismos, los fiables, son los que jugaron Vallecas, menos Alaba más Nacho. Y con ellos, por un tubular, el equipo fortaleció su liderato.

El Rayo no es un recién ascendido al uso, ni en sus onces ni en sus costumbres. No le gusta esperar, no le gusta andar sin la pelota, no le gustan los tiempos muertos. A por el Madrid se fue con la misma valentía que ante cualquier otro con menos palmarés y menos puntos. Magnífico para el espectáculo, porque el pendular equipo de Ancelotti no se perdonó esta vez la primera mitad, como acostumbra. Y aquel ir y venir acabó con frecuencia en las áreas.

El buen comienzo de Asensio

Así fueron repartiéndose mandobles al aire. Tres soltó Asensio, cuya zurda ha sido juez de última instancia en muchos de los últimos compromisos del Madrid, pero topó con un agigantado Luca Zidane. Y tres veces respondió el Rayo: dos cabezazos de Guardiola y un remate al lateral de la red de Bebé. Iraola prefirió el calibre de su cañón a la versatilidad de Isi.

El Madrid ganaba la partida de los centrocampistas, que también saben manejarse en una caja de cerillas como Vallecas con la excepción de un Casemiro distraído y fallón, y el Rayo la de los laterales. Ahí, en Balliu y Fran García, que son kilométricos, está su hecho diferencial. En cambio, el campo tenía poca talla para Vinicius. Al Madrid le iba mejor por la otra acera, la de Asensio, que empieza a darle regularidad a su ingenio.

La igualdad de la primera mitad fue un elogio merecido al Rayo y un reproche al Madrid, al que le anularon un gol que tenía tres reparos: fuera de juego, empujón y mano. Bastó con confirmar el primero. Antes se le había ido a Díaz de Mera un manotazo de Balliu a Vinicius, susceptible de roja, y después también estuvo tibio en un pisotón de Casemiro a Óscar Valentín. El VAR no movió un músculo.

Salvador Courtois

El Madrid fue a menos tras el descanso durante un buen rato. No en posesión, pero sí en sensaciones. Llegó menos y se expuso más a las contras del Rayo, que sin embargo se acercó más al gol con el juego aéreo. Un soberbio cabezazo de Mario Suárez lo salvó con un golpe de reflejos Courtois. Otro de Guardiola no cogió puerta. Para entonces Ancelotti ya había retirado a Casemiro. Ni es su año ni era su partido.

El Rayo, que es equipo de asuntos exteriores, se reactivó por la derecha con Isi y tiró de Falcao, capaz de hacerse cargo de cualquier objeto perdido en el área. Para entonces el Madrid se había recompuesto parcialmente, aunque todavía precisó que Courtois le lanzara un último salvavidas al detener en la misma jugada remates a quemarropa de Trejo y Álvaro García.

Y entonces apareció Benzema, el gusto y el olfato del equipo, para meter un balón por el ojo de una aguja a Vinicius. Este se lo devolvió para que el francés lo empujara a puerta vacía. Ninguno de los dos había dejado huella en el partido hasta entonces. Incluso habían merecido el cambio antes que Asensio, pero el talento siempre fue más intermitente que constante. Es la pareja del año. El futuro inmediato del Madrid está en sus pies.

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