Descubren el segundo asteroide que sigue la órbita de la Tierra

El 2020 XL5 es un asteroide troyano que compartirá la ruta de nuestro planeta alrededor del Sol los próximos 4.000 años. El anterior se descubrió en 2010.

José A. Chozas
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Un grupo de astrónomos ha realizado un asteroide prácticamente único único, ya que es el segundo que sigue la órbita de la Tierra de todos los registrados en la historia de nuestro planeta. Este objeto, denominado 2020 XL5, se encuentra en la ruta de nuestro planeta y forma parte de los denominados asteroides troyanos.

Este grupo está conformado por miles de cuerpos celestes, pero no se han descubierto otros que compartan la ubicación orbital del 2020 XL5, que se mantendrá en ella por lo menos durante los próximos 4.000 años. Pasado ese tiempo, las oscilaciones en su movimiento llegarán al grado que lo sacará de la órbita terrestre para dirigirlo hacia otra parte del espacio, tal y como ha detallado la revista científica Nature Communications en un informe.

Los asteroides troyanos viajan alrededor del Sol compartiendo la órbita de uno de los planetas del Sistema Solar y se mueven cerca de puntos estables de equilibrio gravitatorio, denominados puntos de Lagrange, que pueden estar delante o detrás de dicho planeta. El primero que se descubrió que seguía la ruta de la Tierra fue hace más de diez años y se le llamó 2010 TK7, tenía 300 metros de diámetro y permanecerá en nuestra órbita durante 15.000 años aproximadamente.

"Podría ser más barato llegar que a nuestra Luna"

Esta roca en concreto tiene un diámetro de 1.180 metros y es de tipo carbonáceo; es decir, que tiene un alto contenido de carbonatos. Este es uno de los objetos de mayor antigüedad de los existentes en el Sistema Solar y, por tanto, un elemento de un gran interés científico a la hora de investigar las etapas más tempranas de nuestro sistema planetario.

Observar este tipo de cuerpos celestes otorga a los astrónomos una línea de investigación para intentar descubrir otros potenciales troyanos que aún no se conozcan. César Briceño, del centro astronómico estadounidense NOIRLab, asegura que "si somos capaces de descubrir más troyanos terrestres, y si algunos tuviesen órbitas con inclinaciones más bajas, podría ser más barato llegar a ellos que a nuestra Luna".

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