El periodismo y sus razones

Discurso pronunciado por el Dr. José Nogales Nogales en la Asociación de Periodistas de La Paz, durante la entrega del Premio Nacional de Periodismo (6 de diciembre de 1991)

Muchos años atrás descubrí que en  el ejercicio  del periodismo,  erizado  casi siempre de variados riesgos, había que invertir conocimiento,  honestidad  (no  independencia,  por impropia y  buena dosis de paciencia para alcanzar cierta autoridad  moral; solo  así esperaba enfrentar al ominoso absolutismo de diversos matices, la codicia  desenfrenada  y  la pudrición política y social.


La inversión resultó costosa, colmada de sacrificios, desengaños y frustraciones; eran tiempos en que se recurría al miedo cuando el dinero no surtía sus dañinos efectos. Había también que sortear otras formas de recompensa para los domesticados, para los que aprendieron a decir solamente sí. El sistema recompensaba la infamia y la deshonra, castigando a quienes decían su verdad y a quienes creían en lo que hacían.

Hay muchas víctimas en el camino que no alcanzaron  el rédito de su inversión, pero al menos estarán disfrutando de la paz eterna. Ellas se negaron a aceptar el que pusieran precio a las cosas y la gente en ese mercado donde vale más el que tiene más. 

EL PERIODISMO Y SUS BANDERAS

Vencimos al absolutismo infamante que quiso unir a los bolivianos bajo el rigor del toque de queda, mientras sus gestores se desunían desplazándose por sendas delictivas en la lobreguez de su irracionalidad.

La ecología fue una bandera salvadora que levanto LOS TIEMPOS para hacer frente al oprobio y el despojo. Ella nos permitió impedir que los depredadores y bandidos escurrieran los pulmones de mi ciudad; una y otra vez éramos conducidos al centro de represión por nuestro incomprensible apego a la naturaleza; más de uno, que recibía órdenes superiores, veía en ese extraño apego un desacato al orden constituido.

La bandera de la ecología impidió que sobre nuestras lagunas se levanten urbanizaciones arbitrarias. Nuestra lucha se impuso, lo supimos cuando la Alcaldía exigía permiso de LOS TIEMPOS hasta para tumbar un arbusto. En ese momento vimos que el absolutismo acusaba una herida mortal.

ELLOS Y NOSOTROS

Nadie que no esté afectado por un sentimiento retrógrado puede ponerse al frente de la democracia; ni siquiera aquellos desengañados protagonistas de su restitución, que soportan su experiencia (vivida y sufrida). Pero es preciso democratizarla, porque muchos están fuera de ella, con una preocupación primaria, la de subsistir. Ignoran que en su nombre se miente, se engaña, se corrompe. Ha niños en las calles que están lejos su destino y mujeres harapientas que extienden a sus bebés senos flácidos que engañan su hambre prematura. Mientras tanto, la democracia proclama gobierno del pueblo y para el pueblo.

No es culpa totalmente nuestra, es la expresión del siempre vigente orden internacional, el que propicia asaltos a pueblos débiles, aquél que se lleva nuestras riquezas y nos factura sus dispendiosas farras.

La democracia no es para todos, por mucho que todos estén con ella. La estructura económica se opone para que la democracia sea extensiva a todos; el olvido de millones de hermanos nuestros es repetido y se interrumpe sólo en las elecciones.

LAS IDEOLOGÍAS VIVEN

A partir del derrumbe del Muro de Berlín y el incendio de los pozos petrolíferos en el Golfo Pérsico hay un nuevo orden internacional; sus más entusiastas pregoneros hasta han predicho la extinción de las ideologías y el fin de la historia.

¿Habrá llegado la desaparición de las ideologías cuando han desaparecido los empleos y el hambre es mayor, cuando el dolor es visceral? ¿Será que sobreviva al derrumbe del Muro de Berlín la ideología del oprimido e inhumanamente explotado en el sistema más humano ideado por el hombre?

Las ideologías no desaparecerán mientras subsisten el hambre y ciudadanos de segunda y tercera clase. Y la historia llegará a su fin sólo cuando el hombre muera.

Antes de anunciar la desaparición de las ideologías hay necesidad de democratizar la democracia. Mejorarla con enmiendas que impidan caer en la “democradura”, una mezcla extraña de democracia y dictadura. La cruzada contra la extrema pobreza debe recibir nuestro apoyo, su fracaso implica riesgos que pueden quebrar la tranquilidad, cuando la lucha por subsistir se senderice ante el deseo de vivir la imposibilidad de conseguirlo. No debe olvidarse que hay gente que lucha por vivir con dignidad, entendiendo que por ella vale la pena morir. Y nuestra atormentada historia tiene varios ejemplos, equivocada o no muy respetable.

LA TRANSPARENCIA ES EL PUEBLO

La “glasnost”, tan difundida por los que no tienen transparencia, es un ingrediente inevitable de la democracia y ella existe cuando el pueblo está al corriente de lo que sucede y es llamado a conocer y a participar de la vida pública.

El pueblo necesita adecuada información; es su derecho. Precisa conocer sobre el manejo de la cosa pública, porque es de su interés, pero también por ser víctima de sus consecuencias; él paga los platos rotos, aunque no los haya tocado. Y para ejercitar ese derecho básico, demanda el concurso honrado del periodismo para no ser defraudado ni desnaturalizados los hechos producidos. Ese pueblo quiere ser lealmente informado, porque sabe que determinará su actitud en la vida.

No quiere la objetividad que el pueblo reduce a objeto. No quiere que sólo se prohíba el aborto, sino que también se proteja a los niños que mueren de hambre en el Tercer Mundo. No quiere conmiseración, reclama dignidad.

No quiere equivocarse por cuenta ajena, quiere hacerlo por cuenta propia, como alguien decía prefiere ser un equivocado independiente.

ANTE LOS ASEDIOS DE LA CORRUPCIÓN

Y ante los asedios de la corrupción, el narcotráfico que distorsiona conductas, la libertad de expresión con nuevos peligros, formar opinión no tiene por qué ser tarea exclusiva del periodismo. Es muy pesada para que descanse sobre nuestras espaldas no siempre robustas, precisa el auxilio de todos quienes convivimos o malvivimos. Y si deseamos un horizonte nítido, si pretendemos objetivos precisos, esa opinión pública debemos transformarla en consciencia nacional, entonces sabremos lo que queremos y actuaremos en consecuencia, aún con riesgo de equivocarnos, pero seríamos equivocados independientes de frente altiva.

Señoras y señores, con profundo respeto recibo este invalorable premio, recordando a mis mayores de la rica tradición periodística cochabambina, cuyo brillo se perpetúa a través de este galardón que me llena de orgullo.

Gracias


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