El mulá Abdul Ghani Baradar, el miembro más moderado de los talibanes, fue marginado tras un tiroteo en el palacio presidencial de Kabul
El viceprimer ministro, que presionaba para se que formara un gabinete “inclusivo”, abandonó la capital afgana tras ser atacado por Khalil ur-Rahman Haqqani, uno de los líderes de la poderosa red militar Haqqani
La cara más visible del grupo que dirigía las conversaciones de paz con Estados Unidos, fue atacado físicamente por un líder de la Red Haqqani, designada por Estados Unidos como terrorista, a principios de septiembre, durante las conversaciones en el palacio sobre la formación del gabinete, dijeron fuentes no identificadas a las que tuvo acceso Bloomberg.
Baradar había presionado para que se formara un gabinete “inclusivo” que incluyera a líderes no talibanes y minorías étnicas, que sería más aceptable para el resto del mundo, afirmaron las fuentes. En un momento de la reunión, Khalil ul Rahman Haqqani se levantó de su silla y comenzó a golpear al líder talibán, de acuerdo a las fuentes de Bloomberg.
Sus guardaespaldas entraron en el combate y abrieron fuego contra el otro, matando e hiriendo a varios de ellos, agregaron las fuentes. Aunque Baradar no resultó herido, abandonó la capital y se dirigió a Kandahar -la base del grupo- para hablar con el líder supremo Haibatullah Akhundzada, el jefe espiritual de los talibanes.
El gabinete anunciado el 7 de septiembre no incluía a nadie ajeno a los talibanes, y cerca del 90% de los puestos eran para personas de etnia pastún del grupo. Los miembros de la familia Haqqani recibieron cuatro puestos, con Sirajuddin Haqqani -líder de la Red Haqqani que está en la lista de los más buscados por terrorismo del FBI- como ministro del Interior en funciones. Baradar fue nombrado uno de los dos viceprimeros ministros. Los grupos Talibán y Haqqani se fusionaron alrededor de 2016.
Las fuentes aseguraron que el jefe de la agencia de inteligencia de Pakistán, que estaba en Kabul durante las discusiones, apoyó a los Haqqanis sobre Baradar, que pasó unos ocho años en una prisión de Pakistán antes de que la administración del ex presidente estadounidense Trump facilitara su liberación para participar en las conversaciones de paz. El poco conocido Mullah Mohammad Hassan fue elegido como primer ministro en lugar de Baradar porque tiene mejores vínculos con Islamabad y no es una amenaza para la facción Haqqani.
En la última semana, miembros de los talibanes rechazaron la información sobre un enfrentamiento. Baradar apareció en la televisión estatal el jueves para negar los rumores de que había sido herido o que estaba muerto. No estuvo presente el 12 de septiembre para recibir al ministro de Asuntos Exteriores de Qatar, el jeque Mohammed bin Abdulrahman Al-Thani, y se perdió la primera reunión del gabinete talibán de esta semana.
“Alabado sea Dios, estoy sano y salvo”, dijo en el breve discurso. “Otra afirmación hecha por los medios de comunicación de que tenemos disputas internas tampoco es del todo cierta”, agregó.
Desestimó las especulaciones sobre su ausencia durante la visita de la delegación qatarí, en la que estaban presentes otros miembros del gabinete, entre ellos varios haqqaníes. El estado del Golfo había recibido a Baradar durante varios años y facilitó las negociaciones con el entonces ex secretario de Estado norteamericano Michael Pompeo para poner fin a la guerra más larga de Estados Unidos.
“No estaba al tanto de la visita del ministro de Exteriores qatarí”, añadió Baradar. “Estaba viajando y no pude acortar mi viaje para volver a Kabul”.
El portavoz de los talibanes, Bilal Karimi, dijo que Baradar “no está marginado” y que esperan que “regrese pronto”.
“No hay diferencias entre los líderes del Emirato Islámico. No se pelean por ningún cargo o puesto de gobierno”, agregó.
Las divisiones en el seno de los talibanes son una señal preocupante para las naciones occidentales, que han instado al grupo a aplicar políticas más moderadas que incluyan el respeto a los derechos de las mujeres. China y Pakistán están presionando a Estados Unidos para que descongele las reservas de Afganistán, ya que el país se enfrenta a una inflación galopante y a una crisis económica inminente.