Tener apéndice favorece la longevidad, según un estudio de la Universidad de París
Los científicos analizaron la esperanza de vida en mamíferos con y sin esta estructura tubular pequeña unida a la primera parte del colon. Cómo explicaron su descubrimiento
¿Para qué sirve el apéndice? Para nada, dijo Charles Darwin quien previó en 1850 que la evolución haría desaparecer este divertículo hueco adherido al colon desprovisto de función. El gran científico estaba equivocado. Se sabe que en los seres humanos jóvenes, hasta aproximadamente los 25 años de edad, el apéndice es un órgano linfoide. Los investigadores del Inserm y el Museo Nacional de Historia Natural acaban de demostrar que las especies de mamíferos con apéndice tienen una vida útil más larga que las que no lo tienen. Descubrieron que el apéndice habría aparecido al menos 16 veces durante la historia evolutiva de los mamíferos. El estudio fue publicado en la revista científica Journal of Anatomy.
“Existe una teoría evolutiva que dice que los animales del mismo peso tienen una esperanza de vida similar. Esta es una regla generalmente verificada”, explicó Eric Ogier-Denis quien, con sus coautores, analizaron datos de 258 especies de mamíferos con o sin apéndices.
“Nos dimos cuenta de que quienes tienen un apéndice viven más. Mejor aún, la presencia del apéndice es tan importante como el peso de la longevidad”, continuó el investigador del Inserm (Rennes), cuya investigación suele centrarse en los complejos vínculos entre la colitis ulcerosa y el apéndice.
Un reservorio de bacterias intestinales beneficiosas
¿Cómo explicar esta ventaja sobre la vida útil? En otras palabras, ¿cómo explicar la menor mortalidad y, por tanto, un aumento de la longevidad? El papel del órgano linfoide del apéndice se ha descartado como explicación porque “los animales sin apéndice tienen un parche cecal correspondiente a la misma función de activación de los linfocitos T”, precisó Eric Ogier-Denis.
Con sus colegas, plantean la hipótesis de que la forma del apéndice tendría una importancia hasta ahora subestimada. De hecho, los autores sugieren que esta estructura, en virtud de su forma, favorecería la constitución de un “santuario bacteriano” selectivo que permitiría reducir la mortalidad por diarreas infecciosas al promover la rápida recolonización de las especies bacterianas esenciales para el huésped.
“En los murciélagos, cuando se compara la microbiota del apéndice y el colon, son sorprendentemente diferentes. El apéndice contiene bacterias esenciales para la síntesis de aminoácidos y ácidos grasos”, explica el investigador. Todo parece estar sucediendo, al menos en los murciélagos, como si las interesantes bacterias fueran seleccionadas y guardadas, “santificadas”, en el apéndice. Este reservorio permitiría luchar eficazmente contra la diarrea infecciosa.
Una hipótesis apoyada por la clínica
Para los autores, el mejor ejemplo que citan en su artículo es la infección por Clostridium difficile. Un estudio poblacional de la infección por C. difficile mostró una mayor recurrencia de la diarrea en los pacientes sometidos a apendicectomía. “Y también se ha demostrado una asociación entre las infecciones por salmonela y la presencia o ausencia del apéndice. Esto nos demuestra el importante papel de la microbiota contenida en el apéndice”, añadió Eric Ogier-Denis.
Dicho esto, advirtió contra cualquier conclusión apresurada con respecto a la clínica. Su trabajo no significa que una apendicectomía por apendicitis, que se realiza con mayor frecuencia en personas jóvenes, cambie la longevidad. Con todo, recuerda que “esta inflamación proporciona una inmunidad muy eficaz que permite combatir de forma más eficaz en caso de infección posterior”.