EUROCOPA (OCTAVOS) | INGLATERRA 2-ALEMANIA 0 / Grealish cambia la historia
El jugador, pretendido por el City, cambió el curso del partido en los útimos 20 minutos. Sterling abrió el marcador y Kane sentencia. Löw se despide de la peor manera.
Ya con el balón en los pies, sorprendió (o no) que Southgate se doblegase al clamor popular que le pedía reestructurar al equipo y blindarse atrás. Los Three Lions salieron a Wembley sintiéndose una selección menor, sin darse cuenta de que estaba arropada por más de 40.000 gargantas y una de las plantillas con más talento de su historia. Se desconoce si Löw llegó a agradecerle lo suficiente al seleccionador inglés que le entregase en bandeja de plata el centro del campo, donde Kroos hizo y deshizo como le vino en gana y donde pudo llevarse una eliminatoria en la que sencillamente no dieron para más.
Por suerte para los pross, Alemania ya no es la que ganó el Mundial, y en vez de tener arriba depredadores como el ‘Torpedo’ Müller tiene gatitos como Timo Werner, que marca por talento, pero no por instinto. Las limitaciones de la ingeniería alemana, que se beneficiaba de la timidez británica, permitieron un empate técnico, futbolístico y en el marcador que sirvió para rebajar las pulsaciones de la jornada anterior y recordar el peligro que corre el fútbol actual de perderse en tacticismos soporíferos.
Peor
La segunda mitad, lejos de mejorar, empeoró lo visto en los primeros 45 minutos, y solo un latigazo de Havertz que detuvo Pickford animó un encuentro carente de ocasiones. Tuvo que entrar Grealish, a quien aclamaron como el mago que es, para que el partido recuperase las pulsaciones, y, en una jugada filtrada suya, Shaw puso un pase que era medio gol para que Sterling marcase, una vez más, un tanto vital para Inglaterra.
Casi acto seguido, Müller falló un mano a mano que recordó al de Casillas contra Robben en la final del Mundial, y la bronca que le echó Pickford a Sterling por perder ese balón en el centro del campo resonó más que cualquier cántico en la grada. Kane, sin fútbol, pero con galones, pidió calma a su compañero. Calma porque Grealish había llegado al partido y podían pasar muchas cosas.
Con los alemanes por fin volcados y con vocación de llevarse el partido, una pérdida de Gnabry resultó en la contra de los Three Lions que el jugador del Aston Villa aprovechó para poner un centro medido a la cabeza de Kane, que bordeó el fuera de juego. El inglés, tendido boca arriba sobre el verde de Wembley, se fundió por fin con un torneo que se le estaba escapando entre los dedos.