La guerra de Gaza se trasladó a las redes sociales
Llamados a atacar al enemigo y difusión de noticias falsas que provocan más violencia de uno y otro lado. El propio hijo de Netanyahu participa y Hamas aprovecha para lanzar su prédica de odio
Uno de los temas principales en esta “guerra digital” es el de los desalojos de los palestinos que viven en casas reclamadas por judíos en Sheikh Jarrah, el tradicional barrio árabe de Jerusalén. Un video grabado por un teléfono móvil en ese lugar fue una de las mechas que encendieron el conflicto que terminó con el lanzamiento de cohetes por parte de los milicianos de Hamas y el bombardeo masivo de la aviación israelí en Gaza. Los once días de enfrentamientos dejaron 248 muertos palestinos, incluidos 67 chicos, y 13 israelíes, entre ellos otros 2 niños. El video muestra a una joven palestina en el barrio de Sheikh Jarrah, gritando en un inglés furioso a un hombre judío: “¡Estás robando mi casa!”. “Si no la robo yo, la robará otro”, replica él.
El teléfono móvil unió a una profusión de voces, memes y vídeos pro-palestinos en las redes sociales que ayudaron a conseguir lo que décadas de protestas árabes, boicots a Israel y rachas periódicas de violencia no habían conseguido: empujar la causa palestina, casi dada por muerta hace unos meses, para colocarla nuevamente en la agenda internacional. Pero en realidad, en las redes se mezclan y confunden las posiciones del grupo extremista islámico Hamas, que domina la franja de Gaza, con las más moderadas que provienen de la Autoridad Palestina, que gobierna en Cisjordania. Los activistas de Hamas en las redes, apoyados por hackers iraníes y libaneses, se encargan de utilizar una reivindicación muy anhelada de la concreción del Estado Palestino para promover la destrucción de Israel.
Los activistas palestinos dicen que pretenden arrebatar el control de la narrativa a los medios de comunicación que, según ellos, han suprimido su punto de vista y equiparado falsamente el sufrimiento de Israel con el de sus territorios ocupados. Se refieren a las políticas israelíes como “la colonización de Palestina”, describen su discriminación contra los palestinos como un régimen de apartheid, y caracterizan la propuesta de desalojo de familias palestinas del barrio de Sheikh Jarrah, como una “expulsión” y parte de una campaña de limpieza étnica.
Del lado israelí, las tensiones se vieron exacerbadas por personas influyentes de la derecha, como Yair Netanyahu, hijo del primer ministro. Con algo más de 130.000 seguidores en Twitter, un canal de Telegram en el que sumó 1.500 seguidores en las últimas dos semanas y un popular podcast, asumió en Israel un papel similar al que desempeñaba el hijo de Trump, Donald Jr., en Estados Unidos: cohesionar a los partidarios online de su padre y difundir el odio contra sus oponentes.
Después de que la aviación israelí bombardeara un edificio de 12 pisos en Gaza que, según el ejército israelí, contenía “activos de inteligencia militar de Hamás”, destruyendo las oficinas de la agencia AP y la cadena de noticias Al Jazeera (que pusieron en duda la versión), Yair Netanyahu aumentó sus ataques contra los medios de comunicación. El 19 de mayo, tuiteó una caricatura que mostraba a una multitud de personas reunidas en torno a un pozo de agua, y entre ellos un hombre sosteniendo un lanzacohetes. “Sheila trabaja con Al Jazeera y yo con Associated Press”, le dice la mujer al hombre con el lanzacohetes. “¿Y tú?” Yair Netanyahu también retuitea permanentemente los mensajes de populares influencers de la derecha estadounidense, como Ben Shapiro, Dinesh D’Souza y Andy Ngo, y de medios como Breitbart y The Federalist. Y el mismo día del bombardeo al edificio de la prensa en Gaza, Yair tuiteó un llamamiento a una protesta frente a la casa del ejecutivo de los medios de comunicación Avi Weiss. Publicó un anuncio en Twitter y Facebook en el que decía: “No más al lavado de cerebro antisionista de los medios”.
“Yair Netanyahu utiliza su plataforma de medios sociales para proporcionar una voz independiente a millones de conservadores en Israel que son marginados por los medios de comunicación del establishment israelí y que son muy parciales contra la derecha”, explicó un portavoz del primer ministro a BuzzFeed News.
De la vereda de enfrente, un mensaje escrito en árabe y enviado a un grupo de WhatsApp con más de 200 miembros, advertía que los soldados israelíes se preparaban para invadir la Franja de Gaza. “La invasión se acerca. Habrá una matanza”, decía el texto que instaba a la gente a rezar por sus familias. El mensaje fue dado por bueno y varias de las personas que lo recibieron lo amplificaron en Twitter. Lo habían posteado palestinos desde la misma Gaza para confundir, pero terminó siendo un boomerang. Muchas familias de los dos millones de habitantes de ese territorio entraron en pánico y corrieron a esconderse en refugios improvisados. En sitios de noticias en lengua árabe circularon videos en el que se ve a judíos religiosos rasgándose las vestiduras en señal de devoción. Los clips se citaron como prueba de que los judíos estaban fingiendo sus propias heridas en los enfrentamientos en Jerusalén. Era falso. El vídeo había sido subido a Facebook a principios de este año, cuatro meses antes del conflicto. También se difundieron decenas de advertencias de inminentes ataques de “hordas judías” contra los israelíes árabes que no tenían ningún fundamento.
Dos organizaciones israelíes independientes de monitoreo de medios, FakeReporter y Democratic Bloc, trabajan desde el comienzo de esta última confrontación en Gaza para tratar de frenar las noticias falsas que se difunden en las redes y que terminan provocando más violencia. “Ahora mismo estamos en una misión para salvar vidas”, dijo Achiya Schatz en una entrevista difundida por EuroNews. “Durante las dos semanas del conflicto y los días posteriores observamos un generalizado discurso de odio que se tradujo en violencia en las calles. Estamos vigilando casi 100 canales de WhatsApp y Telegram, tanto en hebreo como en árabe, para intentar prevenir la difusión masiva de estas Fake News”. Y aclaró que “el terreno estaba preparado para este tipo de violencia, porque creo que la tendencia al racismo en Israel ha ido en aumento durante años y tiene su contrapartida muy arraigada en los palestinos más radicalizados”, dijo Schatz.
El 12 de mayo, en Bat Yam, una ciudad costera al sur de Tel Aviv, una turba atacó a un hombre. Fue transmitido en directo en la televisión estatal y en canales de Telegram. La víctima se dirigía a pasar la tarde en la playa cuando un hombre se asomó a la ventanilla de su coche mientras estaba parado en el tráfico y le preguntó si era árabe. Cuando dijo que sí, salieron otros conductores de los autos y gente que pasaba por el lugar que lo empezaron a golpear. Varios otros gritaban y filmaban con sus celulares. Quedó con heridas múltiples y tuvo que ser atendido en un hospital. Cuando un reportero del Channel 12 de la tv israelí le preguntó a este padre de cuatro chicos que sentía, respondió: “¿Qué voy a sentir? Odio ¿Por qué tengo la culpa? ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Es mi culpa haber nacido árabe?”.
Ori Kol, cofundador de FakeReporter, monitoreó la situación y logró neutralizar varios mensajes en las redes en los que mostraban lo sucedido y llamaban a realizar más ataques como ese contra los árabes de Bat Yam. “Te invito a unirte a una pelea masiva contra árabes que tendrá lugar hoy a las 18:00 horas en el paseo marítimo de Bat Yam. Trae el equipo apropiado, cuchillos, espadas, pistolas, piedras, tablas de madera, lo que tengas”, decía uno de ellos. Y como siempre, la violencia también se vuelve contra el mensajero. Según el Jerusalem Post, cuatro periodistas, entre ellos uno de la cadena pública que retransmitió los disturbios de Bat Yam, fueron agredidos mientras cubrían los acontecimientos. Muchos otros recibieron amenazas directas y por las redes. “Cuando hayamos terminado de joder a los árabes iremos a joder a los medios de comunicación”, decía un mensaje en un chat de Telegram. Otros pedían la destrucción de los estudios y llamaban al Canal 12 “Al Jazeera en hebreo”, un término popularizado por Yair Netanyahu que implica simpatía por Hamás.