Según la ONU, se desperdicia el 17% de todos los alimentos disponibles en el mundo
Cada año se arrojan 1030 millones de toneladas a la basura. El informe internacional ayuda a los países a realizar un seguimiento del progreso en el Objetivo de Desarrollo Sostenible de la ONU de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para 2030
Esto equivale a unas 1030 millones de toneladas (equivalente a 23 millones de camiones de 40 toneladas completamente cargados) que se desperdicia cada año, marcando una tendencia mayor a lo registrado años atrás, según informes anteriores, aunque las comparaciones directas son difíciles debido a las diferentes metodologías y la falta de datos sólidos de muchos países.
Según la nueva investigación de la ONU realizada apoyar los esfuerzos mundiales para reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para 2030, el 61% del desperdicio ocurre en los hogares, mientras que el servicio de alimentos representa el 26% y los minoristas el 13%, encontró la ONU. Los autores señalan que el informe busca ofrecer una instantánea más clara de un problema que ha sido difícil de evaluar, con la esperanza de animar a los gobiernos a invertir en un mejor seguimiento.
El Informe del índice de desperdicio de alimentos 2021, del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y la organización asociada WRAP, analiza el desperdicio de alimentos que se produce en los puntos de venta, restaurantes y hogares, contando tanto los alimentos como las partes no comestibles como huesos y conchas. El estudio presenta la recopilación, el análisis y el modelado de datos sobre el desperdicio de alimentos más completos hasta la fecha, y ofrece una metodología para que los países midan el desperdicio de alimentos. Se identificaron 152 puntos de datos de desperdicio de alimentos en 54 países.
“Muchos países no han cuantificado su desperdicio de alimentos, por lo que no comprenden la magnitud del problema”, dijo Clementine O’Connor, del Programa de Medio Ambiente de la ONU y coautora del informe. El desperdicio de alimentos se ha convertido en una preocupación creciente debido al costo ambiental de la producción, incluida la tierra necesaria para la cría de cultivos y animales y las emisiones de gases de efecto invernadero. Así, se revela que en casi todos los países que se ha medido el desperdicio de alimentos, el mismo fue sustancial, independientemente del nivel de ingresos. Muestra que la mayor parte de este desperdicio proviene de los hogares, que descartan el 11% del total de alimentos disponibles en la etapa de consumo de la cadena de suministro. Los servicios de alimentación y los establecimientos minoristas desperdician un 5% y un 2%, respectivamente.
A nivel mundial per cápita, cada año se desperdician 121 kilogramos de alimentos a nivel del consumidor y 74 kilogramos de esto ocurre en los hogares. El informe también incluye estimaciones per cápita regionales y nacionales. El desperdicio de alimentos tiene importantes impactos ambientales, sociales y económicos. Por ejemplo, en un momento en que la acción climática aún está rezagada, entre el 8% y el 10% de las emisiones globales de gases de efecto invernadero están asociadas con alimentos que no se consumen, cuando se tienen en cuenta las pérdidas antes del nivel del consumidor.
“Disminuir el desperdicio de alimentos reduciría las emisiones de gases de efecto invernadero y la velocidad de la destrucción de la naturaleza que resulta de la conversión de la tierra y la contaminación. Al mismo tiempo, mejoraría la disponibilidad de alimentos y, por lo tanto, reduciría el hambre y ahorraría dinero en un momento de recesión mundial”, dijo Inger Andersen, directora ejecutiva del Pnuma. “Si queremos tomarnos en serio la lucha contra el cambio climático, la pérdida de la naturaleza y la biodiversidad, y la contaminación y el desperdicio, las empresas, los gobiernos y los ciudadanos de todo el mundo deben hacer su parte para reducir el desperdicio de alimentos. La Cumbre de Sistemas Alimentarios de la ONU de este año brindará la oportunidad de lanzar nuevas acciones audaces para abordar el desperdicio de alimentos a nivel mundial”, agregó.
Con 690 millones de personas afectadas por el hambre en 2019, un número que se espera que aumente drásticamente con el COVID-19 y 3000 millones de personas que no pueden pagar una dieta saludable, los consumidores necesitan ayuda para reducir el desperdicio de alimentos en el hogar. Los países pueden aumentar la ambición climática al incluir el desperdicio de alimentos en las contribuciones determinadas a nivel nacional al Acuerdo de París, al tiempo que fortalecen la seguridad alimentaria y reducen los costos para los hogares. Esto hace que la prevención del desperdicio de alimentos sea también un área principal para su inclusión en las estrategias de recuperación de COVID-19.
La Cumbre sobre los Sistemas Alimentarios de la ONU de este año brindará la oportunidad de lanzar nuevas acciones audaces para abordar el desperdicio de alimentos a nivel mundial. Por ejemplo, los países pueden aumentar su contribución para frenar el calentamiento global de acuerdo con los objetivos del Acuerdo de París incluyendo medidas para reducir el desperdicio de alimentos, al tiempo que fortalecen la seguridad alimentaria y reducen los costos para los hogares. En ese sentido, la prevención del desperdicio de alimentos es también un área crucial para su inclusión en las estrategias de recuperación de la COVID-19.
Recuperación de alimentos en la Argentina
La Argentina no está aislada de lo que ocurre en el mundo. De acuerdo a cifras de la FAO publicadas en 2017, en América Latina se tiran 348.000 toneladas de alimentos por día, lo que representa un desperdicio de 127 millones de toneladas de alimentos al año. Los expertos apuntan que estas cifras de desperdicio involucran a toda la cadena agroalimentaria, desde la producción primaria hasta el consumo en hogares.
Además agregan que esto se traduce en un costo económico, social y ambiental muy significativo. En la Argentina, de distintos modos y con estrategias diversas, existen organizaciones “rescatistas” de comida que está por desecharse o iniciativas que intentan concientizar a la población para evitar el desperdicio.
Uno de los métodos más extendidos es el de los bancos de alimentos. La Red Argentina de Bancos de Alimentos viene trabajando, desde el 2016, en un marco normativo que favorezca la donación de alimentos a fin de fortalecer el trabajo que vienen haciendo los Bancos de Alimentos desde 2001 para reducir el hambre, la malnutrición y el desperdicio de alimentos en nuestro país.
Durante 2020, con la aparición de la pandemia, el rol de los Bancos de Alimentos cobró mayor relevancia, a partir de la importante función de protección social y apoyo a la comunidad, a través de la asistencia alimentaria. Desde la institución, afirman que su trabajo se volvió central el año pasado debido a que el 34,9% de los hogares y el 44,2% de las personas se encuentran por debajo de la línea de la pobreza al cierre del tercer trimestre del año 2020, según datos relevados por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA.
Asimismo, se indicó que los aportes extraordinarios durante todo el año permitieron a los BdA sostener su operación, cubrir costos más altos de logística y transporte y, sobre todo, comprar aquellos productos esenciales que no reciben en donación, para poder entregar una canasta de productos más completa a las organizaciones.
En total se entregaron 31,6 millones de kilos de alimentos y más 90 millones de raciones de alimentos. De esta manera, las personas beneficiadas en 2020 fueron 1.628.854.
Un problema global
“Durante mucho tiempo, se asumió que el desperdicio de alimentos en el hogar era un problema importante solo en los países desarrollados”, dijo Marcus Gover, director ejecutivo de WRAP. “Con la publicación del informe Food Waste Index, vemos que las cosas no están tan claras. “Con solo 9 años para el final, no lograremos la Meta 3 del ODS 12 si no aumentamos significativamente la inversión para abordar el desperdicio de alimentos en el hogar a nivel mundial. Esto debe ser una prioridad para gobiernos, organizaciones internacionales, empresas y fundaciones filantrópicas”, agregó.
La meta 12.3 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) tiene como objetivo reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel minorista y de consumo y reducir las pérdidas de alimentos a lo largo de las cadenas de producción y suministro. Uno de los dos indicadores de la meta es el índice de desperdicio de alimentos. Un número creciente de países ha medido el desperdicio de alimentos en los últimos años. Los informes encuentran que 14 países ya tienen datos sobre el desperdicio de alimentos en el hogar recopilados de una manera compatible con el Índice de desperdicio de alimentos. Otros 38 países tienen datos sobre el desperdicio de alimentos en los hogares en los que pequeños cambios en la metodología, la cobertura geográfica o el tamaño de la muestra les permitirían crear una estimación compatible con el ODS 12.3. Un total de 54 países tenían datos para al menos uno de los tres sectores cubiertos por el informe.
Las nuevas estimaciones de desperdicio de alimentos a nivel mundial de los consumidores se generaron a partir de puntos de datos existentes y extrapolaciones basadas en las estimaciones observadas en otros países. Dado que el 75% de la población mundial vive en un país con una estimación de desperdicio de alimentos directamente observada a nivel de hogar, la confianza de la estimación en este sector es mayor. Con estimaciones directas mucho más bajas a nivel minorista y de servicios de alimentos, la confianza en las estimaciones en estos sectores es menor. Los datos sobre el desglose entre alimentos y partes no comestibles desperdiciados están disponibles solo en unos pocos países de ingresos altos y muestran una división del cincuenta por ciento en promedio a nivel de hogar. La proporción de partes no comestibles es una brecha de conocimiento importante y puede ser mayor en los países de bajos ingresos.
Para aprovechar el trabajo del informe, el PNUMA lanzará grupos de trabajo regionales para ayudar a desarrollar las capacidades de los países para medir el desperdicio de alimentos a tiempo para la próxima ronda de informes del ODS 12.3 a fines de 2022, y ayudarlos a desarrollar líneas de base nacionales para rastrear el progreso hacia el objetivo 2030 y diseñar estrategias nacionales para prevenir el desperdicio de alimentos. Esta semana, WRAP ha lanzado la primera Semana Nacional de Acción contra el Desperdicio de Alimentos del Reino Unido (del 1 al 7 de marzo), transmitiendo el mensaje de que el desperdicio de alimentos alimenta el cambio climático.