El nuevo ministro de Defensa de Brasil aseguró que el golpe de Estado de 1964 debe ser “celebrado”
El general Walter Braga Netto dijo en una carta que en ese momento, en plena Guerra Fría, había una “amenaza real para la paz y la democracia”, y que “las Fuerzas armadas asumieron la responsabilidad de pacificar el país”
Hace 57 años, en plena Guerra Fría, había “una amenaza real para la paz y la democracia”, alegó el general Walter Braga Netto, designado la víspera por el presidente Jair Bolsonaro, en un “Orden del día alusivo al 31 de marzo de 1964”.
“Las Fuerzas Armadas asumieron la responsabilidad de pacificar el país, enfrentando los desgastes de reorganizarlo y de garantizar las libertades democráticas que hoy gozamos”, agregó.
Para Braga Netto, “el movimiento de 1964 forma parte de la trayectoria histórica de Brasil” y “así deben entenderse y celebrarse los acontecimientos de aquel 31 de marzo”.
Bolsonaro, un excapitán del Ejército, trató de reflotar las celebraciones del golpe desde su llegada al poder en 2019. El año pasado, el entonces ministro de Defensa Fernando Azevedo e Silva, reemplazado el martes por Braga Netto, afirmó que “el movimiento de 1964 es un marco para la democracia brasileña”.
El analista Tales Faría, del portal Uol, consideró que “el orden del día” de este año fue “moderado” en comparación con el de 2020 y que pudo “ser fruto de un acuerdo entre los comandantes militares para tratar de pacificar el ambiente interno, después de que resultara evidente que la insistencia del presidente en elogiar un régimen de excepción no carecía de motivaciones”.
Resta ver quiénes son los comandantes en cuestión, puesto que Bolsonaro relevó el martes a los jefes del Ejército, la Armada y la Aviación y todavía no designó a sus sucesores.
Los analistas estiman que el relevo está relacionado con el descontento de los comandantes con las tentativas de Bolsonaro de politizar el rol de las Fuerzas Armadas en el gigante sudamericano.
El golpe de 1964, que derrocó al presidente Joao Goulart, instauró un régimen que duró hasta 1985. Según un informe publicado en 2014 por la Comisión Nacional de la Verdad (CNV, un organismo oficial), la dictadura fue responsable de 434 asesinatos y desapariciones y de cientos de detenciones arbitrarias y torturas. Ese balance no incluye a las numerosas muertes de indígenas y campesinos resultantes de conflictos por la tierra.
A diferencia de sus vecinos, Brasil nunca juzgó a los agentes del Estado acusados de cometer crímenes durante las dictaduras de los años 70 y 80 en América Latina, invocando la Ley de Amnistía de 1979.
Documentos estadounidenses desclasificados en 2018 revelaron que la eliminación de disidentes se decidió en ocasiones en el palacio presidencial.