'The Shot': la jugada que cambió la carrera de Michael Jordan
EEUU, AS
Con tan solo 2 segundos para el final del partido, los Bulls estaban contra las cuerdas. No solo estaban a punto de ser eliminados de los playoffs; también el proyecto, iniciado en 1984 con la elección de Michael Jordan en el número 3 del draft, pendía de un hilo. Soportar la cuarta eliminación en primera ronda en los últimos cinco años era una losa demasiado grande para Jerry Reinsdorf, el dueño de la franquicia y también para Jerry Krause, su hombre fuerte en los despachos.
El tiempo se llevaba las promesas de convertirse en un equipo ganador, favorecidas por el increíble nivel de Jordan, que en las dos últimas temporadas había promediado 37 y 35 puntos por partido, redondeando esa última con el MVP de la temporada y el de Mejor Defensor, juntando ambos premios por primera vez en su carrera.
La 1988-89 se tornaba pues, decisiva para los intereses de unos Bulls que el año anterior, liderados por el increíble nivel de su referencia, habían ganado 50 partidos y superado la primera ronda por primera vez desde 1981. El retroceso en temporada regular no era demasiado grande, consiguiendo un récord de 47-35, pero el enfrentamiento en primera ronda era diametralmente opuesto. Esta vez, los Bulls llegaban sextos cuando en los anteriores playoffs lo habían hecho terceros; y los Cavs, sus rivales, lo hacían al revés. En una Conferencia Este en la que la ventaja de campo ha sido tradicionalmente más importante que en el Oeste, ese elemento podía ser diferencial a la hora de discernir el resultado de la eliminatoria, la más atractiva que habría de la primera ronda.
Esos Cavs son dignos de un merecido estudio. Estaban entrenados por Lenny Wilkens, ese hombre cuya sombra es indivisible a la de la propia competicón, que había conquistado el título con los desaparecidos (y eternamente añorados) Seattle SuperSonics en 1979, aterrizando años después en Ohio, una franquicia perdida y con un mercado pequeño, para conseguir 31, 42 y 57 victorias en sus tres primeras temporadas. Wilkens, un entrenador a la antigua usanza, puso sobre el mapa a determinados equipos que no tendrían su momento de gloria hasta bien entrado el siglo XXI. Lo hizo con esos Cavs, con los que conquistó 57 victorias ese año, 57 y finales del Este en 1992 y 54 en 1993, alcanzando los playoffs en cinco de sus seis temporadas en una etapa que no se volvió a vivir en Cleveland hasta la llegada de LeBron James. En 1993 llegaba a unos Hawks con los que conquistaría otras 57 victorias y el primer puesto del Este, un récord hasta las 60 del equipo que dirigió Mike Budenholzer en 2015 y con los que estuvo siete temporadas, consiguiendo llegar a la fase final en seis de ellas. Y también dirigió la única versión competitiva de los Toronto Raptors hasta que Dwayne Casey (y luego Nick Nurse) se hizo cargo del equipo: la que llegó a semifinales del Este en 2001 cayendo en el séptimo partido ante los Sixers de Allen Iverson, con Vince Carter fallando el tiro de la victoria.
Los Cavs tenían en 1989 un equipo joven y compensado, liderado por Mike Price (18,9 puntos y 8,2 asistencias por partido), Brad Daugherty (18,9, con 9,2 rebotes), Larry Nance (el padre del actual jugador de los Cavaliers, del mismo nombre) y Ron Harper, por entonces una estrella anotadora de 25 años que se fue a 18,6 puntos, 5 rebotes y 5,2 asistencias ese curso. El equipo, bien manejado por Wilkens, funcionaba a los dos lados de la pista: segundos en rating defensivo de toda la NBA, era capaz también de liderar la competición en porcentaje de tiros de campo, ser tercero en porcentaje de triples, quinto en asistencias y segundo en tapones. Y habían cuajado, como no podía ser de otra manera, la mejor temporada de su historia, primera también por encima de las 50 victorias, con las 49 y las finales del Este conseguidas por Bill Fitch en 1976 como tope. Ese fue el único año desde su nacimiento (1970) en el que pasaron de la primera ronda, algo que volverían a conseguir con Wilkens... aunque no en 1989.
La serie llegaba 2-2 al último encuentro después de que los Bulls desaprovecharan un match ball en casa. Y a 2 segundos del final, el Richfield Coliseum pedía defensa a sus jugadores con todos los ojos puestos en Jordan, que realizó un excelente tiro en suspensión desde la línea de tiros libres y ante la defensa de Craig Ehlo. La canasta entró dejando muda la pista rival, atónita ante lo que acababa de ver. El escolta sentenciaba a los Cavs ante la alegría de Doug Collins, su entrenador, que corría con los brazos en alto como motivo de celebración y se abrazaba a Phil Jac,kson, su segundo por aquel entonces. Los Bulls pasaban a segunda ronda y veían como el p,+royecto sobrevivía gracias a una jugada bautizada como The Shot, una de las más famosas de la historia de la NBA y que coronó a Jordan, elevado al nivel de héroe a pesar de no contar todavía con anillos, algo a lo que tendría que esperar hasta 1991.
Jordan promedió 32,5 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias durante la regular season. Entre el 18 de marzo y el 14 de abril, se fue a 32,3 puntos, 10 rebotes y 11,8 asistencias, haciendo al menos doble-doble en todos los quince encuentros de esa racha, incluidos siete triples-dobles conseutivos, récord hasta la llegada de Russell Westbrook. En la eliminatoria ante los Cavs, llegó a los 39,8 puntos, 5,8 rebotes, 8,2 asistencias y 3 robos de balón. Promedió 46 puntos en los tres últimos duelos de la eliminatoria, 50 en el cuarto duelo. En el quinto y definitivo, The Shot significó su punto número 44, que redondeó con 9 rebotes y 6 asistencias por solo 2 pérdidas. Ron Harper, jugador con el que algunos analistas le comparaban por aquel entonces, se fue a los 19,6 puntos, y mantuvo después que debería haber sido él y no Ehlo, el elegido para defender ese último lanzamiento de Jordan. Algo a lo que su compañero no le sentó especialmente bien: "No sabía que a Harper le interesara la defensa", dijo recientemente.
De una forma u otra, los Bulls sobrevivieron a la primera ronda y eliminaron a los Knicks (y 35,7+9,5+8,3 de Jordan...) en semifinales, clasificándose para las finales del Este por primera vez desde 1975. Ahí volvieron a caer contra esos Bad Boys de los que tanto se habla hoy en día, segundo año consecutivo que cedían ante el equipo liderado por Isiah Thomas y dirigido por Chuck Daly. Y aún les quedaría un tercero. La temporada, eso sí, significó otro cambio como resultado de una nueva eliminación ante los Pistons, la segunda consecutiva: Doug Collins era destituido. Se buscaba una nueva cara, pero que a la vez conocierta la franquicia y a Jordan, que le diera continuidad al proyecto pero también algo nuevo, necesario para dar un paso más y convertirse en verdaderos candidatos. Y llegó Phil Jackson, claro. El resto, ya se sabe.
Con tan solo 2 segundos para el final del partido, los Bulls estaban contra las cuerdas. No solo estaban a punto de ser eliminados de los playoffs; también el proyecto, iniciado en 1984 con la elección de Michael Jordan en el número 3 del draft, pendía de un hilo. Soportar la cuarta eliminación en primera ronda en los últimos cinco años era una losa demasiado grande para Jerry Reinsdorf, el dueño de la franquicia y también para Jerry Krause, su hombre fuerte en los despachos.
El tiempo se llevaba las promesas de convertirse en un equipo ganador, favorecidas por el increíble nivel de Jordan, que en las dos últimas temporadas había promediado 37 y 35 puntos por partido, redondeando esa última con el MVP de la temporada y el de Mejor Defensor, juntando ambos premios por primera vez en su carrera.
La 1988-89 se tornaba pues, decisiva para los intereses de unos Bulls que el año anterior, liderados por el increíble nivel de su referencia, habían ganado 50 partidos y superado la primera ronda por primera vez desde 1981. El retroceso en temporada regular no era demasiado grande, consiguiendo un récord de 47-35, pero el enfrentamiento en primera ronda era diametralmente opuesto. Esta vez, los Bulls llegaban sextos cuando en los anteriores playoffs lo habían hecho terceros; y los Cavs, sus rivales, lo hacían al revés. En una Conferencia Este en la que la ventaja de campo ha sido tradicionalmente más importante que en el Oeste, ese elemento podía ser diferencial a la hora de discernir el resultado de la eliminatoria, la más atractiva que habría de la primera ronda.
Esos Cavs son dignos de un merecido estudio. Estaban entrenados por Lenny Wilkens, ese hombre cuya sombra es indivisible a la de la propia competicón, que había conquistado el título con los desaparecidos (y eternamente añorados) Seattle SuperSonics en 1979, aterrizando años después en Ohio, una franquicia perdida y con un mercado pequeño, para conseguir 31, 42 y 57 victorias en sus tres primeras temporadas. Wilkens, un entrenador a la antigua usanza, puso sobre el mapa a determinados equipos que no tendrían su momento de gloria hasta bien entrado el siglo XXI. Lo hizo con esos Cavs, con los que conquistó 57 victorias ese año, 57 y finales del Este en 1992 y 54 en 1993, alcanzando los playoffs en cinco de sus seis temporadas en una etapa que no se volvió a vivir en Cleveland hasta la llegada de LeBron James. En 1993 llegaba a unos Hawks con los que conquistaría otras 57 victorias y el primer puesto del Este, un récord hasta las 60 del equipo que dirigió Mike Budenholzer en 2015 y con los que estuvo siete temporadas, consiguiendo llegar a la fase final en seis de ellas. Y también dirigió la única versión competitiva de los Toronto Raptors hasta que Dwayne Casey (y luego Nick Nurse) se hizo cargo del equipo: la que llegó a semifinales del Este en 2001 cayendo en el séptimo partido ante los Sixers de Allen Iverson, con Vince Carter fallando el tiro de la victoria.
Los Cavs tenían en 1989 un equipo joven y compensado, liderado por Mike Price (18,9 puntos y 8,2 asistencias por partido), Brad Daugherty (18,9, con 9,2 rebotes), Larry Nance (el padre del actual jugador de los Cavaliers, del mismo nombre) y Ron Harper, por entonces una estrella anotadora de 25 años que se fue a 18,6 puntos, 5 rebotes y 5,2 asistencias ese curso. El equipo, bien manejado por Wilkens, funcionaba a los dos lados de la pista: segundos en rating defensivo de toda la NBA, era capaz también de liderar la competición en porcentaje de tiros de campo, ser tercero en porcentaje de triples, quinto en asistencias y segundo en tapones. Y habían cuajado, como no podía ser de otra manera, la mejor temporada de su historia, primera también por encima de las 50 victorias, con las 49 y las finales del Este conseguidas por Bill Fitch en 1976 como tope. Ese fue el único año desde su nacimiento (1970) en el que pasaron de la primera ronda, algo que volverían a conseguir con Wilkens... aunque no en 1989.
La serie llegaba 2-2 al último encuentro después de que los Bulls desaprovecharan un match ball en casa. Y a 2 segundos del final, el Richfield Coliseum pedía defensa a sus jugadores con todos los ojos puestos en Jordan, que realizó un excelente tiro en suspensión desde la línea de tiros libres y ante la defensa de Craig Ehlo. La canasta entró dejando muda la pista rival, atónita ante lo que acababa de ver. El escolta sentenciaba a los Cavs ante la alegría de Doug Collins, su entrenador, que corría con los brazos en alto como motivo de celebración y se abrazaba a Phil Jac,kson, su segundo por aquel entonces. Los Bulls pasaban a segunda ronda y veían como el p,+royecto sobrevivía gracias a una jugada bautizada como The Shot, una de las más famosas de la historia de la NBA y que coronó a Jordan, elevado al nivel de héroe a pesar de no contar todavía con anillos, algo a lo que tendría que esperar hasta 1991.
Jordan promedió 32,5 puntos, 8 rebotes y 8 asistencias durante la regular season. Entre el 18 de marzo y el 14 de abril, se fue a 32,3 puntos, 10 rebotes y 11,8 asistencias, haciendo al menos doble-doble en todos los quince encuentros de esa racha, incluidos siete triples-dobles conseutivos, récord hasta la llegada de Russell Westbrook. En la eliminatoria ante los Cavs, llegó a los 39,8 puntos, 5,8 rebotes, 8,2 asistencias y 3 robos de balón. Promedió 46 puntos en los tres últimos duelos de la eliminatoria, 50 en el cuarto duelo. En el quinto y definitivo, The Shot significó su punto número 44, que redondeó con 9 rebotes y 6 asistencias por solo 2 pérdidas. Ron Harper, jugador con el que algunos analistas le comparaban por aquel entonces, se fue a los 19,6 puntos, y mantuvo después que debería haber sido él y no Ehlo, el elegido para defender ese último lanzamiento de Jordan. Algo a lo que su compañero no le sentó especialmente bien: "No sabía que a Harper le interesara la defensa", dijo recientemente.
De una forma u otra, los Bulls sobrevivieron a la primera ronda y eliminaron a los Knicks (y 35,7+9,5+8,3 de Jordan...) en semifinales, clasificándose para las finales del Este por primera vez desde 1975. Ahí volvieron a caer contra esos Bad Boys de los que tanto se habla hoy en día, segundo año consecutivo que cedían ante el equipo liderado por Isiah Thomas y dirigido por Chuck Daly. Y aún les quedaría un tercero. La temporada, eso sí, significó otro cambio como resultado de una nueva eliminación ante los Pistons, la segunda consecutiva: Doug Collins era destituido. Se buscaba una nueva cara, pero que a la vez conocierta la franquicia y a Jordan, que le diera continuidad al proyecto pero también algo nuevo, necesario para dar un paso más y convertirse en verdaderos candidatos. Y llegó Phil Jackson, claro. El resto, ya se sabe.