La venta de hoja de coca «machucada» también espera recuperarse en Bolivia
Santa Cruz, EFE
El negocio cayó como muchos otros al tener que quedarse la gente en casa por la pandemia del coronavirus, pero la venta de hoja de coca "machucada", como se conoce en Bolivia, también espera recuperarse poco a poco.
El país lleva más de dos meses en cuarentena, aunque en las últimas dos semanas mucha gente ha ido retomando sus actividades porque no puede seguir sin ingresos.
El negocio del machucado o mezcla de hoja de coca con aditivos no escapa del bajón de clientes, comenta a Efe Gloria Mendoza, que vive de ello en un mercado de Santa Cruz, la mayor ciudad boliviana.
Antes trabajaba de siete de la mañana hasta las once de la noche, pero la cuarentena decretada a finales de marzo por el coronavirus prohibió a la gente salir a la calle a partir del mediodía y la venta mermó a menos de la mitad, de vender cincuenta libras de hoja de coca a apenas veinte al día.
"Había más ingresos, la gente podía comprar todo el día", relata la vendedora, que llegaba a ganar algunas jornadas el equivalente a unos cuatrocientos dólares.
La última semana el negocio ya se fue "normalizando un poco", porque mucha gente empezó a salir más a la calle aunque aún sigue la cuarentena en ciudades como Santa Cruz, de más de millón y medio de habitantes.
Mendoza confía por ello que vuelvan sus clientes, desde trabajadores a empresarios, a por sus bolsitas de hoja de coca "machucada", como gusta en Santa Cruz, mientras que en otras partes del país como La Paz se masca sin aditivos.
A golpe de martillo sobre un trozo de cuero, una vez separadas de impurezas como ramas y suciedad, las hojas de este cultivo tradicional se mezclan en pequeñas bolsas de plástico color verde con bicarbonato, el edulcorante conocido como estevia, café molido, lejía, camote, un jugo en polvo llamado yupi y hasta algún digestivo.
Todo al gusto del consumidor, con toques de sabor a limón, menta o canela, e incluso en formato de chicle para masticar.
El precio de la bolsa varía según el peso, desde el equivalente a cerca de un dólar y medio hasta casi tres dólares.
El consumo de hoja de coca con estas mezclas estaba asociado a oficios como taxistas y camioneros para resistir largas jornadas de trabajo, además de trabajadores que hacen grandes esfuerzos físicos, pero sus clientes son bien variopintos, desafiando consecuencias que puede tener para la salud en ciertas mezclas.
La Constitución boliviana consagra el cultivo de coca para usos tradicionales, medicinales y culturales, mientras que una ley establece como máximo las 22.000 hectáreas, aunque a mediados del año pasado se había llegado a las 23.100 según Naciones Unidas, y una parte va a su transformación ilegal en cocaína.
Bolivia registra 9.592 contagiados por Covid-19 y 310 fallecidos, según datos de la estadounidense Universidad Johns Hopkins.
El negocio cayó como muchos otros al tener que quedarse la gente en casa por la pandemia del coronavirus, pero la venta de hoja de coca "machucada", como se conoce en Bolivia, también espera recuperarse poco a poco.
El país lleva más de dos meses en cuarentena, aunque en las últimas dos semanas mucha gente ha ido retomando sus actividades porque no puede seguir sin ingresos.
El negocio del machucado o mezcla de hoja de coca con aditivos no escapa del bajón de clientes, comenta a Efe Gloria Mendoza, que vive de ello en un mercado de Santa Cruz, la mayor ciudad boliviana.
Antes trabajaba de siete de la mañana hasta las once de la noche, pero la cuarentena decretada a finales de marzo por el coronavirus prohibió a la gente salir a la calle a partir del mediodía y la venta mermó a menos de la mitad, de vender cincuenta libras de hoja de coca a apenas veinte al día.
"Había más ingresos, la gente podía comprar todo el día", relata la vendedora, que llegaba a ganar algunas jornadas el equivalente a unos cuatrocientos dólares.
La última semana el negocio ya se fue "normalizando un poco", porque mucha gente empezó a salir más a la calle aunque aún sigue la cuarentena en ciudades como Santa Cruz, de más de millón y medio de habitantes.
Mendoza confía por ello que vuelvan sus clientes, desde trabajadores a empresarios, a por sus bolsitas de hoja de coca "machucada", como gusta en Santa Cruz, mientras que en otras partes del país como La Paz se masca sin aditivos.
A golpe de martillo sobre un trozo de cuero, una vez separadas de impurezas como ramas y suciedad, las hojas de este cultivo tradicional se mezclan en pequeñas bolsas de plástico color verde con bicarbonato, el edulcorante conocido como estevia, café molido, lejía, camote, un jugo en polvo llamado yupi y hasta algún digestivo.
Todo al gusto del consumidor, con toques de sabor a limón, menta o canela, e incluso en formato de chicle para masticar.
El precio de la bolsa varía según el peso, desde el equivalente a cerca de un dólar y medio hasta casi tres dólares.
El consumo de hoja de coca con estas mezclas estaba asociado a oficios como taxistas y camioneros para resistir largas jornadas de trabajo, además de trabajadores que hacen grandes esfuerzos físicos, pero sus clientes son bien variopintos, desafiando consecuencias que puede tener para la salud en ciertas mezclas.
La Constitución boliviana consagra el cultivo de coca para usos tradicionales, medicinales y culturales, mientras que una ley establece como máximo las 22.000 hectáreas, aunque a mediados del año pasado se había llegado a las 23.100 según Naciones Unidas, y una parte va a su transformación ilegal en cocaína.
Bolivia registra 9.592 contagiados por Covid-19 y 310 fallecidos, según datos de la estadounidense Universidad Johns Hopkins.