La crisis de Turingia cuestiona el control de la líder de la CDU sobre el partido

Annegret Kramp-Karrenbauer ha propuesto este viernes que se busque un candidato de compromiso para el cargo de primer ministro regional

Enrique Müller
Berlín, El País
La crisis que desató la ruptura del cordón sanitario contra la ultraderecha (AfD) en el Estado alemán de Turingia está lejos de resolverse. El escándalo ha puesto en el ojo del huracán a los liberales, que aceptaron el voto ultra para hacer primer ministro regional a uno de los suyos, pero también salpica a Annegret Kramp-Karrenbauer, cuyo control sobre la Unión Demócrata Cristiana (CDU) se cuestiona. La delfín de la canciller, Angela Merkel, no ha logrado convencer a los conservadores en Turingia, que votaron asimismo con AfD, de que apoyen nuevas elecciones y aboga ahora por que verdes y socialistas busquen un candidato de consenso.


La CDU que dirige desde hace un año Annegret Kramp-Karrenbauer, propuso este viernes finalmente que se busque un candidato de compromiso para el cargo de primer ministro de Turingia, en un intento de resolver la grave crisis política que estalló el miércoles en el Parlamento regional al ser elegido el liberal Thomas Kemmerich con los votos de conservadores y Alternativa para Alemania (AfD) para evitar una coalición de Die Linke, socialdemócratas y Los Verdes. Ante la tormenta política por el apoyo ultra, el recién elegido Kemmerich anunció al día siguiente su dimisión y propuso celebrar elecciones anticipadas para salir del atolladero.

La presidenta de la CDU, que ha subrayado reiteradamente que su partido no aceptará coaliciones o colaboración con AfD, exigió tras la votación de Turingia —apoyada por su propio grupo parlamentario— que se convocaran nuevas elecciones. La propia canciller, de viaje oficial en Sudáfrica hasta este viernes, afirmó que lo sucedido era “imperdonable”. Pero la posición de Kramp-Karrenbauer sufrió un duro revés en la noche del jueves en Erfurt, la capital de Turingia, cuando la fracción regional del partido rechazó esa opción por temor a sufrir una debacle electoral en las urnas. Pese a ello, la jefa de la CDU ha mantenido en su puesto al líder regional de los conservadores, Mike Mohring, que tras la polémica votación afirmó que solo había respaldado a un candidato de centroderecha y se lavó las manos por el apoyo de la ultraderecha.

La resistencia a las directrices marcadas por Kramp-Karrenbauer se disfrazó este viernes en Berlín con una nueva estrategia política destinada a trasladar la presión al Partido Socialdemócrata (SPD) y Los Verdes. Después de una tensa reunión de la dirección del partido, Kramp-Karrenbauer propuso que estos partidos presenten un candidato alternativo de consenso. Un candidato del “centro democrático”, lo que para la CDU excluye no solo a AfD, sino también a Die Linke, el partido de izquierda que hasta ahora encabezaba el Gobierno regional y cuyo candidato a repetir en el cargo, Bodo Ramelow, había pactado una coalición con socialdemócratas y ecologistas para gobernar en minoría.

Resistencia regional

En ese sentido, la líder de la CDU afirmó que su partido no votaría por un candidato de AfD o Die Linke y destacó que, si el intento de solucionar el asunto en el Parlamento regional fracasa, será “inevitable convocar nuevas elecciones”. El problema de AKK, como es conocida Kramp-Karrenbauer, es que la dirección del partido en Turingia no quiere nuevos comicios, sobre todo después de conocerse una encuesta realizada el jueves que indica que la formación perdería más de diez puntos. En las pasadas elecciones de octubre, la CDU quedó en tercera posición detrás de Die Linke y la ultraderecha.

“No creo que la señora Kramp-Karrenbauer esté en posición de hacer sugerencias o dar órdenes", dijo el líder de Los Verdes en Turingia, Dirk Adams, al responder a la propuesta de la presidenta de la CDU. Por su parte, el máximo responsable del SPD en Turingia, Wolfgang Tiefensee, también rechazó rápidamente la propuesta de la CDU, al calificarla de “un intento inapropiado” destinado a dividir la alianza entre su partido, La Izquierda y los Verdes.

La autoridad de la líder de la CDU sufrió un nuevo golpe en la tarde del viernes cuando varios medios alemanes señalaron que el grupo parlamentario del partido en Turingia estaría dispuesto a permitir la reelección de Bodo Ramelow, el dirigente de Die Linke, lo que contraviene de nuevo las líneas marcadas por Kramp-Karrenbauer. “No bloquearemos las iniciativas destinadas a formar un Gobierno en el Parlamento estatal electo de Turingia”, señalaba un comunicado del grupo de la CDU, donde también admitían que no elegirían directamente al candidato de La Izquierda, pero sí se abstendrían. Si la oferta se mantiene en pie, Ramelow podría ser elegido por mayoría simple en una nueva votación.

Mientras, AfD volvió a meter el dedo en la herida. Su responsable en Turingia, Björn Höcke, líder del ala más radical del partido, mandó una carta a liberales y conservadores con una llamada a “nuevas formas de cooperación” para evitar un tripartito de izquierdas.

La crisis en las filas de la CDU ha reavivado también la posibilidad de que el gran rival de AKK por el control de partido, Friedrich Merz, partidario de que la formación vire hacia la derecha, regrese a la política activa. Merz acaba de dejar su puesto en el fondo de inversiones Blackrock para “ayudar a su partido a renovarse” y se plantea presentarse a las legislativas de 2021. Además, el escándalo de Turingia ha tensado de nuevo la relación en la gran coalición en Berlín entre conservadores y socialdemócratas, cuyos líderes tienen previsto reunirse hoy en Berlín tras el regreso de Merkel de su gira africana.

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