La ACNUR instó a Turquía a abrir su frontera para recibir a los sirios desplazados de Idlib y Alepo
Filippo Grandi, jefe del organismo internacional, remarcó la necesidad de que “las personas que corren peligro puedan llegar a una zona segura”, y sostuvo que los civiles “no deberían pagar el precio de una comunidad dividida”, incapaz de encontrar una solución a la crisis
Infobae
El jefe del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, advirtió este jueves que las más de 900.000 personas desplazadas en el noroeste de Siria por la escalada de la violencia -entre el régimen de Bashar Al Assad y Turquía- corren “grave peligro”, por lo que instó a Ankara a “ampliar las admisiones” en las fronteras con las regiones de Idlib y Alepo.
“Cada día que pasa el llamamiento es más urgente. Miles de personas no deberían pagar el precio de una comunidad dividida, cuya incapacidad para encontrar una solución a esta crisis va a suponer una grave mancha para la conciencia colectiva”, señaló Grandi en un comunicado.
En sintonía con lo hecho esta semana por el secretario general de la ONU, António Guterres, el máximo responsable de ACNUR pidió por un cese de las hostilidades con el objetivo de “salvar vidas”. Naciones Unidas estima que el 60 por ciento de los desplazados desde el 1 de diciembre, en el que es ya el mayor éxodo de toda la guerra, son niños.
Según el secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, denunció que el conflicto ha llegado a “un nivel horrible” e indicó que el número de desplazados en solo dos meses ya se acerca al millón.
En un comunicado, Lowcock aseguró además que la mayor cantidad de personas que componen esa cifra son mujeres y niños”. “Están traumatizados y obligados a dormir fuera con temperaturas gélidas porque los campos (de refugiados) están llenos. Las madres queman plásticos para calentar a los niños. Bebés y niños pequeños mueren de frío”, detalló Lowcock en una misiva que transmitía su indignación.
Grandi subrayó que “en momentos de crisis” como este, se hace necesario también un llamamiento para que los países vecinos, “incluida Turquía”, permitan la entrada de los desplazados, de tal forma que “las personas que corren peligro puedan llegar a una zona segura”.
El jefe de ACNUR admitió que los países aledaños a Siria ya han asumido gran parte de la atención a los sirios que han huido de la violencia en estos últimos años al albergar a 5,6 milones de refugiados. Unos 3,6 millones están en Turquía.
Por este motivo, remarcó que “el apoyo internacional debe ser sostenido y elevado”. De los 336 millones de dólares requeridos por la ONU para sufragar su plan de asistencia a la población, solo ha recibido hasta la fecha 100 millones, según la Oficina de Coordinación de Asistencia Humanitaria (OCHA).
Las organizaciones humanitarias, que temen por los efectos que las bajas temperaturas puedan provocar a los cientos de miles de desplazados, han reclamado un acceso sin trabas a las personas necesitadas. ACNUR quiere llevar ayuda básica a 275.000 personas y ofrecer cobijo a otras 84.000, mientras prepara ya material para atender a 2,1 millones de sirios.
“Como agencias humanitarias, intentamos salvar vidas, pero el espacio para estos trabajos se reduce. En vista del actual sufrimiento, la ayuda humanitaria por sí sola no puede ser la respuesta”, alertó Grandi.
El conflicto entre las facciones está enmarcado dentro de la guerra civil siria y se remonta diciembre de 2019 cuando, con el apoyo de Rusia, el régimen sirio lanzó una ofensiva contra la región de Idlib, el último gran bastión yihadista y rebelde en el territorio.
Rusia y Turquía habían llegado a un acuerdo un año antes cuando sus jefes de Estado determinaron la creación de una franja de entre 15 y 20 kilómetros de ancho, que abarca las provincias de Hama, Idlib, Alepo y Latakia, para dividir las posiciones de las tropas sirias y la oposición armada.
Sin embargo, a principios de febrero varios soldados turcos murieron como consecuencia de un bombardeo del régimen sirio. Además, el avance de las fuerzas de Damasco ha cercado varias posiciones turcas en Idlib. Ankara ha retribuido los ataques y mientras las conversaciones entre ambas facciones continúan estancadas, las amenazas retóricas crecen en intensidad.
De hecho, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan anunció que era inminente una ofensiva militar de su país en la región. “Estamos en la cuenta regresiva, son las últimas advertencias”, dijo en un discurso frente al Congreso del país. Durante los últimos días Ankara ha estado desplegando importantes refuerzos militares en la región. “Estamos decididos a hacer de Idlib una región segura para Turquía y para la población local, a cualquier precio”, añadió.
La situación escaló aún más este jueves, cuando militares turcos murieron y otros cinco resultaron heridos en un ataque aéreo del régimen sirio en Idlib, en el noroeste de Siria, indicó el ministerio de Defensa de Ankara.
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El jefe del Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados, Filippo Grandi, advirtió este jueves que las más de 900.000 personas desplazadas en el noroeste de Siria por la escalada de la violencia -entre el régimen de Bashar Al Assad y Turquía- corren “grave peligro”, por lo que instó a Ankara a “ampliar las admisiones” en las fronteras con las regiones de Idlib y Alepo.
“Cada día que pasa el llamamiento es más urgente. Miles de personas no deberían pagar el precio de una comunidad dividida, cuya incapacidad para encontrar una solución a esta crisis va a suponer una grave mancha para la conciencia colectiva”, señaló Grandi en un comunicado.
En sintonía con lo hecho esta semana por el secretario general de la ONU, António Guterres, el máximo responsable de ACNUR pidió por un cese de las hostilidades con el objetivo de “salvar vidas”. Naciones Unidas estima que el 60 por ciento de los desplazados desde el 1 de diciembre, en el que es ya el mayor éxodo de toda la guerra, son niños.
Según el secretario general adjunto de las Naciones Unidas para Asuntos Humanitarios, Mark Lowcock, denunció que el conflicto ha llegado a “un nivel horrible” e indicó que el número de desplazados en solo dos meses ya se acerca al millón.
En un comunicado, Lowcock aseguró además que la mayor cantidad de personas que componen esa cifra son mujeres y niños”. “Están traumatizados y obligados a dormir fuera con temperaturas gélidas porque los campos (de refugiados) están llenos. Las madres queman plásticos para calentar a los niños. Bebés y niños pequeños mueren de frío”, detalló Lowcock en una misiva que transmitía su indignación.
Grandi subrayó que “en momentos de crisis” como este, se hace necesario también un llamamiento para que los países vecinos, “incluida Turquía”, permitan la entrada de los desplazados, de tal forma que “las personas que corren peligro puedan llegar a una zona segura”.
El jefe de ACNUR admitió que los países aledaños a Siria ya han asumido gran parte de la atención a los sirios que han huido de la violencia en estos últimos años al albergar a 5,6 milones de refugiados. Unos 3,6 millones están en Turquía.
Por este motivo, remarcó que “el apoyo internacional debe ser sostenido y elevado”. De los 336 millones de dólares requeridos por la ONU para sufragar su plan de asistencia a la población, solo ha recibido hasta la fecha 100 millones, según la Oficina de Coordinación de Asistencia Humanitaria (OCHA).
Las organizaciones humanitarias, que temen por los efectos que las bajas temperaturas puedan provocar a los cientos de miles de desplazados, han reclamado un acceso sin trabas a las personas necesitadas. ACNUR quiere llevar ayuda básica a 275.000 personas y ofrecer cobijo a otras 84.000, mientras prepara ya material para atender a 2,1 millones de sirios.
“Como agencias humanitarias, intentamos salvar vidas, pero el espacio para estos trabajos se reduce. En vista del actual sufrimiento, la ayuda humanitaria por sí sola no puede ser la respuesta”, alertó Grandi.
El conflicto entre las facciones está enmarcado dentro de la guerra civil siria y se remonta diciembre de 2019 cuando, con el apoyo de Rusia, el régimen sirio lanzó una ofensiva contra la región de Idlib, el último gran bastión yihadista y rebelde en el territorio.
Rusia y Turquía habían llegado a un acuerdo un año antes cuando sus jefes de Estado determinaron la creación de una franja de entre 15 y 20 kilómetros de ancho, que abarca las provincias de Hama, Idlib, Alepo y Latakia, para dividir las posiciones de las tropas sirias y la oposición armada.
Sin embargo, a principios de febrero varios soldados turcos murieron como consecuencia de un bombardeo del régimen sirio. Además, el avance de las fuerzas de Damasco ha cercado varias posiciones turcas en Idlib. Ankara ha retribuido los ataques y mientras las conversaciones entre ambas facciones continúan estancadas, las amenazas retóricas crecen en intensidad.
De hecho, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan anunció que era inminente una ofensiva militar de su país en la región. “Estamos en la cuenta regresiva, son las últimas advertencias”, dijo en un discurso frente al Congreso del país. Durante los últimos días Ankara ha estado desplegando importantes refuerzos militares en la región. “Estamos decididos a hacer de Idlib una región segura para Turquía y para la población local, a cualquier precio”, añadió.
La situación escaló aún más este jueves, cuando militares turcos murieron y otros cinco resultaron heridos en un ataque aéreo del régimen sirio en Idlib, en el noroeste de Siria, indicó el ministerio de Defensa de Ankara.