Ferran es la vacuna en San Siro
Italia, AS
El Valencia tomó rumbo a Italia sin Garay, Gabriel, Piccini, Florenzi, Kang-in Lee, Manu Vallejo, Coquelin y Rodrigo. Cinco de ellos, o incluso seis, bien podrían haber sido hoy titulares contra el Atalanta (21:00 horas, Movistar Liga de Campeones). Pero ni están y a varios ni se les espera para la vuelta. Veremos qué pasa con Rodrigo, que acumula liquido sinovial en su rodilla y que ayer viajó hasta Vitoria para pasar consulta con el doctor Mikel Sánchez. Por más que Celades se haya acostumbrado a preparar cada partido con lo puesto, tal nómina de bajas no es la mejor forma de afrontar unos octavos de Champions, ronda que pisa el club por primera vez desde que es propiedad de Peter Lim.
La enfermería y las sensaciones que últimamente transmite el Valencia lejos de Mestalla (Yeda, Mallorca y Getafe son un ejemplo) le hacen ser menos favorito de lo que quizás lo era cuando se celebró el sorteo. Allá por diciembre, el Valencia venía de ser líder de su grupo, dejando fuera al Ajax en su casa, mientras que el Atalanta, novato en el torneo y cuyo mayor hito europeo es alcanzar la semifinal de la Recopa de 1988, se había colado en la siguiente ronda con solo 7 puntos.
Pero desde entonces, los de Gian Piero Gasperini se han ganado respeto a base de goles, como los cinco que le hicieron a Milán y Parma o los siete al Torino. Son los terceros máximos goleadores de Europa (62 en la Serie A). Solo les superan PSG y City. El dato dice mucho y bueno de su estilo colectivo y también de los Ilicic, Zapata, Muriel y Papu Gómez. A ellos deberán frenarles Mangala y Diakhaby, que solo fueron pareja contra el Logroñés en Las Gaunas y sufrieron ante Socorro, Roni y Ñoño.
El Valencia, porque no todo iban a ser malas noticias, llega a Milán con un futbolista llamado a ser de época: Ferran Torres. El de Foios, que era un bebé cuando las lágrimas de Cañizares en San Siro reflejaron el sentir del valencianismo tras perder por penaltis su segunda final de Champions ante el Bayern, es su vacuna contra los males; la inyección ché.
El Valencia tomó rumbo a Italia sin Garay, Gabriel, Piccini, Florenzi, Kang-in Lee, Manu Vallejo, Coquelin y Rodrigo. Cinco de ellos, o incluso seis, bien podrían haber sido hoy titulares contra el Atalanta (21:00 horas, Movistar Liga de Campeones). Pero ni están y a varios ni se les espera para la vuelta. Veremos qué pasa con Rodrigo, que acumula liquido sinovial en su rodilla y que ayer viajó hasta Vitoria para pasar consulta con el doctor Mikel Sánchez. Por más que Celades se haya acostumbrado a preparar cada partido con lo puesto, tal nómina de bajas no es la mejor forma de afrontar unos octavos de Champions, ronda que pisa el club por primera vez desde que es propiedad de Peter Lim.
La enfermería y las sensaciones que últimamente transmite el Valencia lejos de Mestalla (Yeda, Mallorca y Getafe son un ejemplo) le hacen ser menos favorito de lo que quizás lo era cuando se celebró el sorteo. Allá por diciembre, el Valencia venía de ser líder de su grupo, dejando fuera al Ajax en su casa, mientras que el Atalanta, novato en el torneo y cuyo mayor hito europeo es alcanzar la semifinal de la Recopa de 1988, se había colado en la siguiente ronda con solo 7 puntos.
Pero desde entonces, los de Gian Piero Gasperini se han ganado respeto a base de goles, como los cinco que le hicieron a Milán y Parma o los siete al Torino. Son los terceros máximos goleadores de Europa (62 en la Serie A). Solo les superan PSG y City. El dato dice mucho y bueno de su estilo colectivo y también de los Ilicic, Zapata, Muriel y Papu Gómez. A ellos deberán frenarles Mangala y Diakhaby, que solo fueron pareja contra el Logroñés en Las Gaunas y sufrieron ante Socorro, Roni y Ñoño.
El Valencia, porque no todo iban a ser malas noticias, llega a Milán con un futbolista llamado a ser de época: Ferran Torres. El de Foios, que era un bebé cuando las lágrimas de Cañizares en San Siro reflejaron el sentir del valencianismo tras perder por penaltis su segunda final de Champions ante el Bayern, es su vacuna contra los males; la inyección ché.