El espía de la KGB que se reunió en México con Lee Harvey Oswald antes el asesinato de Kennedy

La reunión se realizó en la capital del país un mes antes del asesinato del presidente de Estados Unidos

Infobae
En 1985 la película “Falcon and the Snowman” (El juego del halcón) relata una historia de espías en la que dos jóvenes que vendían información a la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Esta es una de tantas historias de espionaje que rodean a la sede diplomática en la capital azteca.


Pero la más famosa es la que liga al espía y subdirector de la KGB Nikolái Leónov con Lee Harvey Oswald, acusado del asesinato del presidente de Estados Unidos John F Kennedy el 22 de noviembre de 1963.

Documentos desclasificados del gobierno estadounidense comprobaron que Oswald estuvo en México un mes antes del asesinato de Kennedy, donde intentó conseguir una visa a Cuba para de ahí partir hacia la Unión Soviética.

Leónov, trabajaba entonces como agente de la KGB en México y tenía una estrecha relación con los hermanos Castro de Cuba. Oswald insistía constantemente en que “estaba siendo presionado por fuerzas oscuras que no podía explicar”.

En 2017 Leónov dio un a serie de entrevistas a medios internacionales en las que habló sobre sus reuniones con Oswald en México y si de alguna manera estaban relacionadas con el asesinato de Kennedy.

“Me reuní con Oswald en México más o menos un mes antes del asesinato de Kennedy. Vino a la embajada a buscar la forma de salir urgentemente con destino a la URSS. Me dijo que lo estaban persiguiendo y que quería regresar para salvar su vida”, aseguró a la agencia de noticias EFE".

En otra ocasión relató que Oswald era víctima de una “manía persecutoria” que lo hacía llevar un arma todo el tiempo, incluso cuando llegó a visitar la embajada rusa en México

“Me enseñó el revólver. Pensaba que le estaban esperando en la cada esquina para matarlo. Hacía reflexiones ilógicas y sin fundamento. Sufría de una demencia evidente”, narró.

Ante la insistencia de Oswald por migrar a la URSS, Leónov le explicó que, al tratarse de un ciudadano estadounidense que acababa de regresar de la Unión Soviética, recibir un visado y obtener de nuevo la ciudadanía soviética eran trámites que requerían “mucho tiempo”.

“No dependía de la embajada. Era una decisión que correspondía al presidium del Soviet Supremo. Hablamos no más de una hora. Como le dijimos que no, se marchó todo enojado. Fue a la embajada cubana y recibió la misma respuesta”, señaló.

En perfecto español

Leónov fue enviado a México en 1953, cuando tenía 25 años, en la capital del país aprendió español en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Durante el viaje de su natal URSS a tierras aztecas conoció a Raúl Castro, quien regresaba de Europa luego de participar en un festival juvenil. Dos años después, por intermediación de Castro, se encontró con Ernesto “Che” Guevara, con lo que violó los protocolos de la embajada soviética, al haberle permitido que visitara personalmente la casona de la sede diplomática en México.

Cuando Leónov regresó a Moscú en noviembre de 1956, fue momentáneamente dado de baja del servicio diplomático de la Unión Soviética y, decidido a seguir una carrera como historiador especializado en América Latina, comenzó a trabajar como traductor de la rama en idioma español de la Editorial Progreso, dedicada a la difusión propagandística del marxismo-leninismo.

En 1958 fue invitado a incorporarse a las filas de la KGB, lo que marcó su regreso a México un año después, cuando en octubre de 1959 acompañó al vice premier soviético Anastás Mikoyán. En febrero de 1960, Leónov acompañaría a Mikoyán en su viaje a La Habana. A poco más de un año del triunfo de la Revolución cubana, donde se reencontró con el Che a quien le regaló una pistola.

Durante esos primeros años de la década de 1960, Leónov prestó servicios como agente “legal” del KGB en México, es decir, operando bajo la protección de la cobertura diplomática de la embajada de la URSS.

En 1968, Leónov fue llamado de regreso a Moscú, donde comenzaría a desempeñar funciones como analista superior de inteligencia. Sus fuertes vínculos con líderes de la izquierda latinoamericana lo colocaban en una posición de privilegio para incidir en las decisiones del KGB y del Estado soviético.

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