El Parlamento de Irak volvió a sesionar luego de las protestas que dejaron más de cien muertos
Más de 200 diputados y varios ministros se reunieron para abordar los recientes actos de violencia, horas después de que el presidente Barham Saleh llamara a “un diálogo nacional sin injerencia extranjera”
Infobae
El Parlamento de Irak celebró su primera sesión este martes desde el inicio hace una semana de manifestaciones y actos de violencia que causaron 100 muertos y una crisis política ante la que el presidente Barham Saleh reaccionó pidiendo diálogo.
Bagdad despertó el martes tras su primera noche tranquila al término de una semana de manifestaciones y violencia. Las restricciones de seguridad fueron levantadas alrededor de la Zona Verde, sede de altas instituciones del país y de la embajada estadounidense.
El tráfico recobró su ritmo habitual en la mañana y el corte de la red internet -en Bagdad y en el sur- comenzó a calmarse.
Más de 200 diputados participaron en una sesión extraordinaria convocados por el presidente de la Asamblea, Mohammed al-Halbussi, y recibieron a varios ministros para debatir sobre el movimiento de protesta, desencadenado el 1 de octubre en Bagdad antes de ampliarse al sur del país, que tiene mayoría chiita.
Una primera tentativa de reunir al Parlamento fracasó el sábado, por falta de quórum. Los 54 diputados del bloque de Moqtada Sadr, muy influyente y versátil líder chiita vencedor de las legislativas, boicotearon la sesión, con otros.
El presidente Saleh pidió el lunes por la noche “cesar la escalada” y manifestó que desea “un diálogo nacional sin injerencia extranjera” para satisfacer las demandas de los manifestantes.
En un discurso televisado, el jefe de Estado consideró que “quienes dispararon contra los manifestantes pacíficos y las fuerzas del orden son los enemigos del pueblo” y pidió aplicar medidas para evitar “el recurso a la fuerza excesiva”, que el ejército reconoció haber utilizado en un barrio de Bagdad.
Desde el inicio el 1 de octubre del movimiento de protesta en Bagdad y varias ciudades del sur, para pedir empleos, servicios públicos y denunciar la corrupción, más de 100 personas murieron y unas 6.000 resultaron heridas, según una balance oficial.
Manifestaciones fueron un complot, según Irán
Desde Irán, el líder supremo Ali Khamenei señaló que las manifestaciones de Irak eran un “complot” creado por “enemigos” para “sembrar la discordia” entre ambos países. Pero, advirtió, “fracasaron y su complot no surtirá efecto”.
El régimen iraní mantiene estrechas relaciones con Bagdad desde el derrocamiento de Sadam Husein en 2003, y ha reforzado su influencia en Irak apoyando a varios partidos y grupos chiitas.
Por otro lado, el primer ministro iraquí anunció que conversó por teléfono con el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, sobre los últimos acontecimientos en Irak, mientras que el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, visitó el lunes Bagdad, un viaje previsto antes de que estallaran las protestas.
Moqtada Sadr había pedido el viernes la renuncia del gobierno de Adel Abdel Mahdi y elecciones anticipadas. Pero el primer ministro ha resistido. Anunció el domingo 17 medidas sociales, que van desde la ayuda a la vivienda hasta la entrega de una subvención a los más jóvenes sin empleo.
Durante una larga jornada el martes, Abdel Mahdi multiplicó sus encuentros con Halbusi, sus ministros, los jefes tribales y las autoridades judiciales.
No se sabe si las proposiciones de Halbusi y Abdel Mahdi lograrán calmar a los manifestantes, que dijeron no “tener nada que perder”, en un rico país petrolero donde más de un habitante de cinco vive bajo el umbral de la pobreza.
Desde que se iniciaron las manifestaciones, una mayoría de jóvenes se dirigieron hacia la plaza Tahrir, lugar emblemático de reunión de los manifestantes, antes de que las autoridades bloqueraran su acceso.
Luego se replegaron a Ciudad Sadr, bastión chiita del este de Bagdad.
Al reconocer el “uso excesivo de la fuerza”, el ejército aseguró que “comenzó a pedir cuentas a los oficiales” que cometieron “errores”.
La relativa calma ocurre ahora a una semana del Arbaïn, la mayor peregrinación chiita en la que miles de peregrinos provenientes de Irak e Irán principalmente, convergen a pie hacia la tumba del imam Hussein en Kerbala, en el sur de Bagdad.
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El Parlamento de Irak celebró su primera sesión este martes desde el inicio hace una semana de manifestaciones y actos de violencia que causaron 100 muertos y una crisis política ante la que el presidente Barham Saleh reaccionó pidiendo diálogo.
Bagdad despertó el martes tras su primera noche tranquila al término de una semana de manifestaciones y violencia. Las restricciones de seguridad fueron levantadas alrededor de la Zona Verde, sede de altas instituciones del país y de la embajada estadounidense.
El tráfico recobró su ritmo habitual en la mañana y el corte de la red internet -en Bagdad y en el sur- comenzó a calmarse.
Más de 200 diputados participaron en una sesión extraordinaria convocados por el presidente de la Asamblea, Mohammed al-Halbussi, y recibieron a varios ministros para debatir sobre el movimiento de protesta, desencadenado el 1 de octubre en Bagdad antes de ampliarse al sur del país, que tiene mayoría chiita.
Una primera tentativa de reunir al Parlamento fracasó el sábado, por falta de quórum. Los 54 diputados del bloque de Moqtada Sadr, muy influyente y versátil líder chiita vencedor de las legislativas, boicotearon la sesión, con otros.
El presidente Saleh pidió el lunes por la noche “cesar la escalada” y manifestó que desea “un diálogo nacional sin injerencia extranjera” para satisfacer las demandas de los manifestantes.
En un discurso televisado, el jefe de Estado consideró que “quienes dispararon contra los manifestantes pacíficos y las fuerzas del orden son los enemigos del pueblo” y pidió aplicar medidas para evitar “el recurso a la fuerza excesiva”, que el ejército reconoció haber utilizado en un barrio de Bagdad.
Desde el inicio el 1 de octubre del movimiento de protesta en Bagdad y varias ciudades del sur, para pedir empleos, servicios públicos y denunciar la corrupción, más de 100 personas murieron y unas 6.000 resultaron heridas, según una balance oficial.
Manifestaciones fueron un complot, según Irán
Desde Irán, el líder supremo Ali Khamenei señaló que las manifestaciones de Irak eran un “complot” creado por “enemigos” para “sembrar la discordia” entre ambos países. Pero, advirtió, “fracasaron y su complot no surtirá efecto”.
El régimen iraní mantiene estrechas relaciones con Bagdad desde el derrocamiento de Sadam Husein en 2003, y ha reforzado su influencia en Irak apoyando a varios partidos y grupos chiitas.
Por otro lado, el primer ministro iraquí anunció que conversó por teléfono con el secretario de Estado norteamericano, Mike Pompeo, sobre los últimos acontecimientos en Irak, mientras que el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguei Lavrov, visitó el lunes Bagdad, un viaje previsto antes de que estallaran las protestas.
Moqtada Sadr había pedido el viernes la renuncia del gobierno de Adel Abdel Mahdi y elecciones anticipadas. Pero el primer ministro ha resistido. Anunció el domingo 17 medidas sociales, que van desde la ayuda a la vivienda hasta la entrega de una subvención a los más jóvenes sin empleo.
Durante una larga jornada el martes, Abdel Mahdi multiplicó sus encuentros con Halbusi, sus ministros, los jefes tribales y las autoridades judiciales.
No se sabe si las proposiciones de Halbusi y Abdel Mahdi lograrán calmar a los manifestantes, que dijeron no “tener nada que perder”, en un rico país petrolero donde más de un habitante de cinco vive bajo el umbral de la pobreza.
Desde que se iniciaron las manifestaciones, una mayoría de jóvenes se dirigieron hacia la plaza Tahrir, lugar emblemático de reunión de los manifestantes, antes de que las autoridades bloqueraran su acceso.
Luego se replegaron a Ciudad Sadr, bastión chiita del este de Bagdad.
Al reconocer el “uso excesivo de la fuerza”, el ejército aseguró que “comenzó a pedir cuentas a los oficiales” que cometieron “errores”.
La relativa calma ocurre ahora a una semana del Arbaïn, la mayor peregrinación chiita en la que miles de peregrinos provenientes de Irak e Irán principalmente, convergen a pie hacia la tumba del imam Hussein en Kerbala, en el sur de Bagdad.