Elecciones en Israel: qué pasará tras el empate técnico entre Benjamin Netanyahu y Benny Gantz
Con el 90% de las mesas escrutadas, lo único claro es que ninguno de los dos candidatos tendrá mayoría propia en el Parlamento. Se abre un escenario de incertidumbre y negociaciones cuyo desenlace es una incógnita
Pablo Méndez Shiff
Desde Tel Aviv
(Resultados actualizados a las 13.30 hora local, 10:30 GMT) Los ciudadanos israelíes ayer acudieron a las urnas por segunda vez en 2019 y el nuevo escenario plantea mayor incertidumbre de cara a los próximos días. Con el 90% de las mesas escrutadas, la alianza Kahol Lavan de Benny Gantz tiene 32 escaños y supera por una banca al Likud del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Para poder formar gobierno, cualquiera de ellos necesita al menos 61 sobre un total de 120: la mitad más uno.
Las noticias se suceden con frenesí minuto a minuto y las especulaciones acerca de los posibles escenarios no dejan de crecer. Es importante remarcar que los resultados finales no se conocerán hasta el jueves por la tarde, por lo que hoy será un día cargado principalmente de negociaciones y juegos políticos sin una base completamente firme sobre la que operar.
Por estas horas, las principales incógnitas están puestas en si Bibi podrá conformar una nueva alianza como la que lo sostiene actualmente en el poder, entre partidos de derecha y religiosos (necesita 61 bancas y el bloque tiene 55); en si habrá un gobierno de unidad entre Likud y Kahol Lavan, y en tal caso cuál será el rol de Bibi en ese reagrupamiento; y en cuál será el rol del político con mayor poder de veto en esta eleccion, Avigdor Lieberman de Ysrael Beitenu (9 bancas).
Bien entrada la madrugada, cuando se dieron a conocer los primeros boca de urna, tanto Gantz como Lieberman anunciaron que promoverán un gobierno de unidad junto a Likud. Las condiciones estarán puestas en la conformación de un gobierno laico, en el que los sectores ortodoxos (que apoyan tradicionalmente al Likud) pierdan peso y, sobre todo, envíen a sus jóvenes al servicio militar que es obligatorio para el resto de los ciudadanos israelíes y del que hasta ahora han estado exentos.
Con claros signos de fatiga y algo de tos, Netanyahu habló en la sede de su partido de Tel Aviv a las tres y cuarto de la madrugada. "No puede haber un gobierno que se apoye en partidos árabes antisionistas que rechazan la existencia de Israel como Estado judío y democrático y que elogian a terroristas que asesinan a nuestros soldados y ciudadanos", decía Bibi mientras sus militantes gritaban que no quieren un gobierno de unidad y hasta algunos le pedían que tomara agua.
La Lista Unida, la alianza de partidos árabes, se transforma en la tercera fuerza del parlamento israelí con al menos 13 bancas, y todo parece indicar que van a ser una vez más el centro de los ataques de Netanyahu. Esta alianza tampoco es del agrado de Lieberman, un inmigrante de origen ruso que vive en Cisjordania y que tiene un largo historial de declaraciones contra los palestinos. "Nosotros no vamos a formar gobierno con los árabes, eso es absurdo", dijo esta mañana al remarcar que "hay sólo una coalición posible" y es la de la unidad nacional con Likud y Kahol Lavan bajo un paraguas laico.
Para lograr esto, Likud debería soltarle la mano a Bibi, el político que más tiempo ha sido ministro en la historia del país y la figura en torno a la cual giran todas las discusiones hace décadas. La periodista Ravit Hecht considera que tal escenario, es por el momento, ciencia ficción.
La jornada electoral
El comicio comenzó ayer a las 8 hora israelí (5:00 GMT) y concluyó a las diez de la noche. Una particularidad del sistema israelí es que los partidos pueden tener sus afiches en las puertas de los centros de votación y los candidatos pueden hacer campaña, siempre y cuando no llamen directamente a votar por ellos y lo hagan en pequeñas reuniones a 200 metros de los centros de votación.
Como el voto es opcional y no obligatorio, los políticos tienen un incentivo (y un subterfugio) para llamar a pedir el voto durante la misma jornada. El interés ciudadano parece haber crecido desde las elecciones de abril a esta parte, puesto que la participación ayer fue del 69.4% del padrón y apenas cinco meses atrás había sido del 67.9%.
Mas allá de la performance de las fuerzas principales, dos grupos de ultraderecha quedaron fuera del sistema. Noam, un partido anti LGBT, se dio de baja de la competencia dos días antes de las elecciones por temor a no poder superar el umbral de votos necesarios. Y Otzma Yehudit, un partido de ideas similares que se quiso beneficiar de esa retirada estratégica, tampoco pudo conseguir los votos para entrar al Knesset.
Los resultados definitivos se conocerán mañana por la tarde israelí y se espera que en los próximos días haya negociaciones entre las fuerzas mayoritarias, con un gobierno de unidad laico (con Bibi fuera del liderazgo o al menos debilitado), como el horizonte más probable.
Pablo Méndez Shiff
Desde Tel Aviv
(Resultados actualizados a las 13.30 hora local, 10:30 GMT) Los ciudadanos israelíes ayer acudieron a las urnas por segunda vez en 2019 y el nuevo escenario plantea mayor incertidumbre de cara a los próximos días. Con el 90% de las mesas escrutadas, la alianza Kahol Lavan de Benny Gantz tiene 32 escaños y supera por una banca al Likud del primer ministro, Benjamin Netanyahu. Para poder formar gobierno, cualquiera de ellos necesita al menos 61 sobre un total de 120: la mitad más uno.
Las noticias se suceden con frenesí minuto a minuto y las especulaciones acerca de los posibles escenarios no dejan de crecer. Es importante remarcar que los resultados finales no se conocerán hasta el jueves por la tarde, por lo que hoy será un día cargado principalmente de negociaciones y juegos políticos sin una base completamente firme sobre la que operar.
Por estas horas, las principales incógnitas están puestas en si Bibi podrá conformar una nueva alianza como la que lo sostiene actualmente en el poder, entre partidos de derecha y religiosos (necesita 61 bancas y el bloque tiene 55); en si habrá un gobierno de unidad entre Likud y Kahol Lavan, y en tal caso cuál será el rol de Bibi en ese reagrupamiento; y en cuál será el rol del político con mayor poder de veto en esta eleccion, Avigdor Lieberman de Ysrael Beitenu (9 bancas).
Bien entrada la madrugada, cuando se dieron a conocer los primeros boca de urna, tanto Gantz como Lieberman anunciaron que promoverán un gobierno de unidad junto a Likud. Las condiciones estarán puestas en la conformación de un gobierno laico, en el que los sectores ortodoxos (que apoyan tradicionalmente al Likud) pierdan peso y, sobre todo, envíen a sus jóvenes al servicio militar que es obligatorio para el resto de los ciudadanos israelíes y del que hasta ahora han estado exentos.
Con claros signos de fatiga y algo de tos, Netanyahu habló en la sede de su partido de Tel Aviv a las tres y cuarto de la madrugada. "No puede haber un gobierno que se apoye en partidos árabes antisionistas que rechazan la existencia de Israel como Estado judío y democrático y que elogian a terroristas que asesinan a nuestros soldados y ciudadanos", decía Bibi mientras sus militantes gritaban que no quieren un gobierno de unidad y hasta algunos le pedían que tomara agua.
La Lista Unida, la alianza de partidos árabes, se transforma en la tercera fuerza del parlamento israelí con al menos 13 bancas, y todo parece indicar que van a ser una vez más el centro de los ataques de Netanyahu. Esta alianza tampoco es del agrado de Lieberman, un inmigrante de origen ruso que vive en Cisjordania y que tiene un largo historial de declaraciones contra los palestinos. "Nosotros no vamos a formar gobierno con los árabes, eso es absurdo", dijo esta mañana al remarcar que "hay sólo una coalición posible" y es la de la unidad nacional con Likud y Kahol Lavan bajo un paraguas laico.
Para lograr esto, Likud debería soltarle la mano a Bibi, el político que más tiempo ha sido ministro en la historia del país y la figura en torno a la cual giran todas las discusiones hace décadas. La periodista Ravit Hecht considera que tal escenario, es por el momento, ciencia ficción.
La jornada electoral
El comicio comenzó ayer a las 8 hora israelí (5:00 GMT) y concluyó a las diez de la noche. Una particularidad del sistema israelí es que los partidos pueden tener sus afiches en las puertas de los centros de votación y los candidatos pueden hacer campaña, siempre y cuando no llamen directamente a votar por ellos y lo hagan en pequeñas reuniones a 200 metros de los centros de votación.
Como el voto es opcional y no obligatorio, los políticos tienen un incentivo (y un subterfugio) para llamar a pedir el voto durante la misma jornada. El interés ciudadano parece haber crecido desde las elecciones de abril a esta parte, puesto que la participación ayer fue del 69.4% del padrón y apenas cinco meses atrás había sido del 67.9%.
Mas allá de la performance de las fuerzas principales, dos grupos de ultraderecha quedaron fuera del sistema. Noam, un partido anti LGBT, se dio de baja de la competencia dos días antes de las elecciones por temor a no poder superar el umbral de votos necesarios. Y Otzma Yehudit, un partido de ideas similares que se quiso beneficiar de esa retirada estratégica, tampoco pudo conseguir los votos para entrar al Knesset.
Los resultados definitivos se conocerán mañana por la tarde israelí y se espera que en los próximos días haya negociaciones entre las fuerzas mayoritarias, con un gobierno de unidad laico (con Bibi fuera del liderazgo o al menos debilitado), como el horizonte más probable.