Cuerpo a cuerpo con los afiliados para renovarse
Los aspirantes a presidir el partido socialdemócrata alemán abordan un periplo de 23 debates ante los militantes
Ana Carbajosa
Erfurt, El País
La del SPD es una carrera muy abierta e incierta. Los 14 aspirantes a la presidencia del partido socialdemócrata alemán recorren estos días el país en busca de apoyo para convertirse en líderes de la formación más antigua de Alemania, desde hace meses descabezado y en caída libre. De momento no hay una clara pareja favorita a la vista, pero sí un puñado de dilemas existenciales para el partido, que planean recurrentes sobre el escenario en Erfurt, séptima de las 23 paradas de los candidatos en el bautizado como casting-tour por la prensa alemana.
El formato es de cuerpo a cuerpo con los afiliados, que a mediados de octubre deberán votar a la pareja ganadora —todos menos uno se presentan en tándem—. Cerca de 300 llenaron el miércoles una de las salas del estadio de Erfurt y escucharon y debatieron con los candidatos que se sentaron en un mismo escenario y se sometieron a una batería de preguntas del público. “¿Debe el SPD salirse de la coalición de Gobierno [con la CDU]?”, “¿Qué plan tienen para los autónomos? ¿Cómo piensan lograr igualdad entre el este y el oeste de Alemania?”, “¿República europea o Estados Unidos de Europa?”.
En total, dos horas y media de contenidos a palo seco. Nada de fuegos de artificio político, nada de musiquillas pegadizas ni de tonos mitineros. Los militantes, muchos de ellos jóvenes, se entregaron. Nadie se marchó antes de cuenta y al final, hubo más manos alzadas que tiempo para preguntas. Había ganas de debatir y de hacer partido.
Permanecer o no en la gran coalición con el partido de Merkel, recuperar la confianza y la credibilidad de una clase trabajadora que se siente traicionada, menos austeridad o preservar los derechos sociales en la lucha climática y en la robotización son algunas de los asuntos que se ventilaron en Erfurt. Aquí, en el este del país, los aplausos caen muy repartidos entre los aspirantes y la temperatura es de giro a la izquierda, en un partido desgastado tras haber gobernado diez de los últimos 14 años en coalición con los conservadores en Berlín. De quién emerja ganador en esta carrera, dependerá en buena medida el futuro del Gobierno.
Olaf Scholz, el ministro de Finanzas, es de lejos la cara más conocida de los 15 aspirantes a presidir el SPD, pero no necesariamente la más apreciada en un partido con ansias de renovación. Entre los militantes hay alguno disgustado con el ministro. “Su candidatura me ha enfadado”, le espetó Sven Scheerle, quien le acusó de apoyar las reformas laborales. Scholz le contestó como habla siempre, bajito y haciendo un repaso de logros, desde la razón y con poca pasión.
Otro asistente, Lutz Hasse, dijo que no tenía favorito. Eso sí, le gustaría ver “caras nuevas” y que el SPD salga del Ejecutivo “para que pueda dibujar su propio perfil”, porque en los 20 años que lleva de afiliado, no ha asistido nunca a “una crisis existencial” como la actual.
Pero la colección de opiniones más o menos impresionista de la gira puede resultar engañosa. Al final, serán los casi 440.000 afiliados los que voten y la mayoría de ellos no son los militantes movilizados que acuden a actos como el de Erfurt. Muchos son gente mayor —el 63% de los militantes del SPD tiene más de 55 años—, a la que probablemente no le suene el nombre de otro candidato que no sea el ministro de Finanzas. El resto, son cargos medios y representantes locales del partido. Los militantes eligen además al presidente de su partido, pero a la vez a un potencial canciller para Alemania, por lo que un candidato solvente y probado puede resultar más atractivo. Por eso, a estas alturas, la incertidumbre es total en torno a quién acabará liderando la casa de Willy Brandt.
Hay dos o tres parejas que despuntan. Una es la del secretario de Estado para Europa, Michael Roth, y Christina Kampmann, parlamentaria en Renania del Norte-Westfalia. Son jóvenes y despliegan en el escenario energía positiva frente al tono más monocorde de otros candidatos.
Reforzar lazos
En el tren de camino a Erfurt desde Berlín, Roth conversa con este diario y explica que quiere “situar a Europa en cabeza de la agenda política”. “Tenemos que dar pasos más ambiciosos. Puede que sea tarde, pero hay que dar una respuesta a Francia y completar la unión monetaria, que es el gran elefante en la habitación. Esto ha sido un fallo de Merkel, no del SPD”, defiende Roth en alusión a los grandes planes de refundación europea franceses, que se han topado con el inmovilismo alemán. “Mucha gente en Europa mira al SPD alemán. Es muy importante reforzar los lazos con otros partidos socialistas en Europa”, indica Roth.
Nueva prueba con las elecciones en Turingia
La de Erfurt, unos 300 kilómetros al sur de Berlín, es solo una de las 23 conferencias regionales, que culminarán con el nombramiento de los ganadores en un congreso a principios de diciembre y después de haber superado la primera vuelta de octubre y la segunda si ninguna pareja supera el 50% de los votos. Entonces será cuando el SPD emprenda un nuevo rumbo, que según piden algunos de los aspirantes debería pasar por la salida de la gran coalición con la que comparten Ejecutivo en Berlín con los conservadores.
Los candidatos socialdemócratas jugaban el miércoles en un terreno poco fértil. Erfurt es la capital de Turingia, el Estado federado que el 27 de octubre celebra elecciones y donde las encuestas prevén una caída del SPD hasta el 9% y una subida de la ultraderecha, Alternativa para Alemania (AfD) hasta el 21%. Es el último de los tres Estados del Este de Alemania —después de Sajonia y Brandeburgo hace dos semanas— que celebra elecciones este otoño. Se espera también que ponga en evidencia la capacidad de AfD para sacar rédito electoral del descontento que anida entre un amplio sector de ciudadanos de la antigua República Democrática Alemana. Pero también, el ascenso del ala más dura de los ultras, que en Turingia cuentan con su gran líder, Björn Hocke.
Más allá del auge ultra, el trío de elecciones regionales ha supuesto un nuevo golpe para conservadores y socialdemócratas, cuya coalición de Gobierno se encuentra debilitada ante la pérdida de votos y la fragmentación y polarización del tablero político alemán.
Más tarde, sobre el escenario, defenderá el fin del llamado Schwarze Null, el presupuesto equilibrado, fruto de la aversión alemana a la deuda, y abogará por más inversión en infraestructuras y gasto social. Menos austeridad es uno de los argumentos que más se escucharon durante la noche del miércoles. Scholz, que viene directo del Bundestag, donde acaba de defender el déficit cero, sonríe impasible.
Cuenta también con posibilidades el tándem formado por Norbert Walter-Borjans, conocido como Nowabo y Saskia Esken. El antiguo ministro de Finanzas de Renania del norte-Westfalia —este Land aporta un cuarto de los afiliados del partido— es conocido como el Robin Hood de los contribuyentes. Es el autor del plan para comprar CDs con datos robados a bancos suizos, que le permitieron destapar evasiones millonarias. Esken es parlamentaria del ala izquierda del SPD por Baden-Württemberg. La pareja cuenta nada menos que con el apoyo de Kevin Kühnert, el poderoso líder de los Jusos, las juventudes socialdemócratas, con 70.000 afiliados.
Suenan, además, Petra Köpping y Boris Pistorius. Ella es una elocuente ministra de Integración de Sajonia y abanderada de la lucha contra el desencanto político en el Este. Él es un conocido del aparato del SPD y procede de Baja Sajonia, el segundo Estado con más militantes y donde es ministro de Interior. Representan el compromiso entre el ala más conservadora y la más izquierdista. “Queremos tender puentes, también dentro del SPD”, dijo Köpping. A las ocho y media, se cerraba el telón y los militantes se marcharon a casa, con la sensación de conocer un poco más a los candidatos, pero sobre todo, de sentirse parte de un proceso trascendental para el partido.
Ana Carbajosa
Erfurt, El País
La del SPD es una carrera muy abierta e incierta. Los 14 aspirantes a la presidencia del partido socialdemócrata alemán recorren estos días el país en busca de apoyo para convertirse en líderes de la formación más antigua de Alemania, desde hace meses descabezado y en caída libre. De momento no hay una clara pareja favorita a la vista, pero sí un puñado de dilemas existenciales para el partido, que planean recurrentes sobre el escenario en Erfurt, séptima de las 23 paradas de los candidatos en el bautizado como casting-tour por la prensa alemana.
El formato es de cuerpo a cuerpo con los afiliados, que a mediados de octubre deberán votar a la pareja ganadora —todos menos uno se presentan en tándem—. Cerca de 300 llenaron el miércoles una de las salas del estadio de Erfurt y escucharon y debatieron con los candidatos que se sentaron en un mismo escenario y se sometieron a una batería de preguntas del público. “¿Debe el SPD salirse de la coalición de Gobierno [con la CDU]?”, “¿Qué plan tienen para los autónomos? ¿Cómo piensan lograr igualdad entre el este y el oeste de Alemania?”, “¿República europea o Estados Unidos de Europa?”.
En total, dos horas y media de contenidos a palo seco. Nada de fuegos de artificio político, nada de musiquillas pegadizas ni de tonos mitineros. Los militantes, muchos de ellos jóvenes, se entregaron. Nadie se marchó antes de cuenta y al final, hubo más manos alzadas que tiempo para preguntas. Había ganas de debatir y de hacer partido.
Permanecer o no en la gran coalición con el partido de Merkel, recuperar la confianza y la credibilidad de una clase trabajadora que se siente traicionada, menos austeridad o preservar los derechos sociales en la lucha climática y en la robotización son algunas de los asuntos que se ventilaron en Erfurt. Aquí, en el este del país, los aplausos caen muy repartidos entre los aspirantes y la temperatura es de giro a la izquierda, en un partido desgastado tras haber gobernado diez de los últimos 14 años en coalición con los conservadores en Berlín. De quién emerja ganador en esta carrera, dependerá en buena medida el futuro del Gobierno.
Olaf Scholz, el ministro de Finanzas, es de lejos la cara más conocida de los 15 aspirantes a presidir el SPD, pero no necesariamente la más apreciada en un partido con ansias de renovación. Entre los militantes hay alguno disgustado con el ministro. “Su candidatura me ha enfadado”, le espetó Sven Scheerle, quien le acusó de apoyar las reformas laborales. Scholz le contestó como habla siempre, bajito y haciendo un repaso de logros, desde la razón y con poca pasión.
Otro asistente, Lutz Hasse, dijo que no tenía favorito. Eso sí, le gustaría ver “caras nuevas” y que el SPD salga del Ejecutivo “para que pueda dibujar su propio perfil”, porque en los 20 años que lleva de afiliado, no ha asistido nunca a “una crisis existencial” como la actual.
Pero la colección de opiniones más o menos impresionista de la gira puede resultar engañosa. Al final, serán los casi 440.000 afiliados los que voten y la mayoría de ellos no son los militantes movilizados que acuden a actos como el de Erfurt. Muchos son gente mayor —el 63% de los militantes del SPD tiene más de 55 años—, a la que probablemente no le suene el nombre de otro candidato que no sea el ministro de Finanzas. El resto, son cargos medios y representantes locales del partido. Los militantes eligen además al presidente de su partido, pero a la vez a un potencial canciller para Alemania, por lo que un candidato solvente y probado puede resultar más atractivo. Por eso, a estas alturas, la incertidumbre es total en torno a quién acabará liderando la casa de Willy Brandt.
Hay dos o tres parejas que despuntan. Una es la del secretario de Estado para Europa, Michael Roth, y Christina Kampmann, parlamentaria en Renania del Norte-Westfalia. Son jóvenes y despliegan en el escenario energía positiva frente al tono más monocorde de otros candidatos.
Reforzar lazos
En el tren de camino a Erfurt desde Berlín, Roth conversa con este diario y explica que quiere “situar a Europa en cabeza de la agenda política”. “Tenemos que dar pasos más ambiciosos. Puede que sea tarde, pero hay que dar una respuesta a Francia y completar la unión monetaria, que es el gran elefante en la habitación. Esto ha sido un fallo de Merkel, no del SPD”, defiende Roth en alusión a los grandes planes de refundación europea franceses, que se han topado con el inmovilismo alemán. “Mucha gente en Europa mira al SPD alemán. Es muy importante reforzar los lazos con otros partidos socialistas en Europa”, indica Roth.
Nueva prueba con las elecciones en Turingia
La de Erfurt, unos 300 kilómetros al sur de Berlín, es solo una de las 23 conferencias regionales, que culminarán con el nombramiento de los ganadores en un congreso a principios de diciembre y después de haber superado la primera vuelta de octubre y la segunda si ninguna pareja supera el 50% de los votos. Entonces será cuando el SPD emprenda un nuevo rumbo, que según piden algunos de los aspirantes debería pasar por la salida de la gran coalición con la que comparten Ejecutivo en Berlín con los conservadores.
Los candidatos socialdemócratas jugaban el miércoles en un terreno poco fértil. Erfurt es la capital de Turingia, el Estado federado que el 27 de octubre celebra elecciones y donde las encuestas prevén una caída del SPD hasta el 9% y una subida de la ultraderecha, Alternativa para Alemania (AfD) hasta el 21%. Es el último de los tres Estados del Este de Alemania —después de Sajonia y Brandeburgo hace dos semanas— que celebra elecciones este otoño. Se espera también que ponga en evidencia la capacidad de AfD para sacar rédito electoral del descontento que anida entre un amplio sector de ciudadanos de la antigua República Democrática Alemana. Pero también, el ascenso del ala más dura de los ultras, que en Turingia cuentan con su gran líder, Björn Hocke.
Más allá del auge ultra, el trío de elecciones regionales ha supuesto un nuevo golpe para conservadores y socialdemócratas, cuya coalición de Gobierno se encuentra debilitada ante la pérdida de votos y la fragmentación y polarización del tablero político alemán.
Más tarde, sobre el escenario, defenderá el fin del llamado Schwarze Null, el presupuesto equilibrado, fruto de la aversión alemana a la deuda, y abogará por más inversión en infraestructuras y gasto social. Menos austeridad es uno de los argumentos que más se escucharon durante la noche del miércoles. Scholz, que viene directo del Bundestag, donde acaba de defender el déficit cero, sonríe impasible.
Cuenta también con posibilidades el tándem formado por Norbert Walter-Borjans, conocido como Nowabo y Saskia Esken. El antiguo ministro de Finanzas de Renania del norte-Westfalia —este Land aporta un cuarto de los afiliados del partido— es conocido como el Robin Hood de los contribuyentes. Es el autor del plan para comprar CDs con datos robados a bancos suizos, que le permitieron destapar evasiones millonarias. Esken es parlamentaria del ala izquierda del SPD por Baden-Württemberg. La pareja cuenta nada menos que con el apoyo de Kevin Kühnert, el poderoso líder de los Jusos, las juventudes socialdemócratas, con 70.000 afiliados.
Suenan, además, Petra Köpping y Boris Pistorius. Ella es una elocuente ministra de Integración de Sajonia y abanderada de la lucha contra el desencanto político en el Este. Él es un conocido del aparato del SPD y procede de Baja Sajonia, el segundo Estado con más militantes y donde es ministro de Interior. Representan el compromiso entre el ala más conservadora y la más izquierdista. “Queremos tender puentes, también dentro del SPD”, dijo Köpping. A las ocho y media, se cerraba el telón y los militantes se marcharon a casa, con la sensación de conocer un poco más a los candidatos, pero sobre todo, de sentirse parte de un proceso trascendental para el partido.