ANÁLISIS / Incertidumbres y certezas tras el ataque a las instalaciones petroleras saudíes

Se desconoce cuánto tardarán las reparaciones, pero sí se sabe que el precio del petróleo aumentará

Gonzalo Escribano
El País
La incertidumbre rodea el origen y las consecuencias del ataque a la planta de Abqaiq y al yacimiento de Khurais, en Arabia Saudí. Abqaiq procesa hasta siete millones de barriles diarios de crudo para poder exportarlo y constituye la infraestructura clave de la cadena de suministro mundial, hasta el punto de que algunos analistas consideran el ataque del pasado sábado una especie de 11-S petrolero. Khurais produce unos 1,5 millones de barriles diarios y una cantidad importante de gas, es el segundo campo en importancia del país y está situado al lado de Ghawar, el mayor campo de petróleo del mundo [¿aviso a navegantes?]. El ataque es el último de una serie que se inició con el hostigamiento a los petroleros que navegan por el estrecho de Ormuz y sus aledaños, todos ellos atribuidos a Irán o a sus aliados.


No se sabe aún si el ataque provino de los Huthi, de milicias chiíes iraquíes o del propio territorio iraní. Tampoco se sabe el tiempo que tardará Aramco, responsable de las instalaciones, en repararlo. Una restauración rápida de su capacidad, como ha prometido la compañía, podría reconducir la fuerte subida de los precios del petróleo, la mayor desde 1988. En el escenario opuesto, si las reparaciones llevan meses como temen los expertos, la subida podría mantenerse e incluso acentuarse. También es incierta la respuesta por parte de otros actores. Otros productores de la región podrían aumentar su producción para paliar, siquiera parcialmente, la pérdida registrada en el campo de Khurais. La Agencia Internacional de la Energía podría acordar liberar sus reservas estratégicas de petróleo para estabilizar los mercados. En función del alcance y rapidez con que se tomen esas medidas la subida de precios podría moderarse e, incluso, revertirse en parte.

Las certezas resultan más incómodas. La primera es que ningún productor cuenta con la capacidad para sustituir semejante cantidad de barriles, lo que expone los límites de la denominada revolución del fracking y la incapacidad de Estados Unidos para lanzar, como algunos pretendían, al golfo Pérsico a la papelera de la geopolítica de la energía: la región, y en especial Arabia Saudí, sigue siendo el eslabón clave del mercado petrolero mundial. No en vano, las mayores interrupciones de suministro de petróleo de la historia se han producido por conflictos en Oriente Medio, y esta es la mayor en términos absolutos hasta la fecha. La segunda es que se ha mostrado la vulnerabilidad de la producción petrolera saudí, capaz de colapsar con un ataque de 10 drones, así como por extensión la del mercado petrolero mundial por su dependencia de aquella. Finalmente, esta vulnerabilidad impone una prima de riesgo a los precios del petróleo ante la expectativa de que las crecientes tensiones geopolíticas en la región se traduzcan en nuevos ataques. Se desconoce cuánto tardarán en repararse las instalaciones dañadas, pero sí se sabe que el conjunto de la economía mundial pagará una factura abultada en términos de mayores precios del petróleo.

Gonzalo Escribano dirige el Programa Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano y es profesor de Política Económica en la UNED.

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