Día cero tras la derrota del califato en Siria
El PAÍS recorre en este vídeo el norte de Siria tras la derrota del ISIS. Entrevistamos a civiles, políticos, milicianas kurdas y yihadistas presos mientras arden aún las cenizas del califato
Natalia Sancha
Norte de Siria, El País
EL PAÍS recorre los territorios y pueblos que durante un lustro fueron sometidos al yugo del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en el norte de Siria. "¡El califato ha muerto!", proclamaron el pasado 23 de marzo las milicias kurdas alidadas y la coalición desde la localidad de Baguz, un harapiento oasis situado en la frontera siria con Irak. Desde entonces, se enfrentan a una nueva guerra de desgaste alimentada por las células durmientes del ISIS que, ocultas entre poblaciones locales simpatizantes, golpean a tanto civiles como uniformados. Solo en el mes de mayo, 78 personas murieron en un total de 139 ataques yihadistas, según el recuento que hace el Centro de Información de Rojava. EL PAIS entrevista a líderes locales, civiles y combatientes yihadistas tras asistir a los entrenamientos de las unidades antiterroristas kurdas (YAT, por sus siglas en inglés), nueva punta de lanza en la lucha antiterrorista.
El remanente del califato se ha rendido, pero los milicianos kurdos se dicen desbordados por la bomba de relojería que suponen las 75.000 mujeres yihadistas y sus hijos cautivos en campos y los más de 5.000 combatientes internacionales presos en sus cárceles. Entre todos ellos, 18 nacionales españoles. Conforme Oriente lleva de vuelta a sus nacionales, Occidente queda paralizado sin una estrategia clara y un goteo todavía leve de repatriaciones de menores de edad. En cuanto a las yihadistas sirias, las milicias kurdas ya se han embarcado en una campaña de desradicalización de estas mujeres.
Los escasos recursos de que disponen en el norte de Siria no bastan para emprender la reconstrucción de infraestructuras y viviendas en aquellas ciudades, como Raqa y antigua capital del califato, sucesivamente bombardeadas por las aviaciones siria, rusa y de la coalición. El Consejo Civil, órgano administrativo local, asegura haber recibido de donantes 3,5 millones de euros. Este órgano cifra en 2.674 millones los necesarios para “devolver la ciudad de Raqa a su estado de preguerra” en 2010. De entre los escombros se siguen recuperando los cadáveres de cientos de terroristas muertos durante los combates, y de entre las fosas comunes se exhuman los cuerpos de varios miles de civiles asesinados por los anteriores o caídos en los bombardeos.
Proclamada la victoria contra el califato, la guerra prosigue en Siria y arrecia en su franja oriental, en la provincia de Idlib. Irán y Arabia Saudí se disputan las zonas de influencia ideológica y económica mientras que Rusia y EE UU echan un pulso dialéctico en los medios amenazando con una escalada del conflicto. Las negociaciones entre el Gobierno de Damasco y las representaciones políticas kurdas han quedado estancas sin por ello paralizar el comercio entre ambos incluidas las hileras de camiones cisterna cargados de crudo que cruzan a territorio leal. En la frontera norte, las milicias kurdas cavan túneles y trincheras en respuesta a las repetidas amenazas por parte de Turquía de lanzar una ofensiva aérea y terrestre con sus milicias locales aliadas.
Natalia Sancha
Norte de Siria, El País
EL PAÍS recorre los territorios y pueblos que durante un lustro fueron sometidos al yugo del Estado Islámico (ISIS, por sus siglas en inglés) en el norte de Siria. "¡El califato ha muerto!", proclamaron el pasado 23 de marzo las milicias kurdas alidadas y la coalición desde la localidad de Baguz, un harapiento oasis situado en la frontera siria con Irak. Desde entonces, se enfrentan a una nueva guerra de desgaste alimentada por las células durmientes del ISIS que, ocultas entre poblaciones locales simpatizantes, golpean a tanto civiles como uniformados. Solo en el mes de mayo, 78 personas murieron en un total de 139 ataques yihadistas, según el recuento que hace el Centro de Información de Rojava. EL PAIS entrevista a líderes locales, civiles y combatientes yihadistas tras asistir a los entrenamientos de las unidades antiterroristas kurdas (YAT, por sus siglas en inglés), nueva punta de lanza en la lucha antiterrorista.
El remanente del califato se ha rendido, pero los milicianos kurdos se dicen desbordados por la bomba de relojería que suponen las 75.000 mujeres yihadistas y sus hijos cautivos en campos y los más de 5.000 combatientes internacionales presos en sus cárceles. Entre todos ellos, 18 nacionales españoles. Conforme Oriente lleva de vuelta a sus nacionales, Occidente queda paralizado sin una estrategia clara y un goteo todavía leve de repatriaciones de menores de edad. En cuanto a las yihadistas sirias, las milicias kurdas ya se han embarcado en una campaña de desradicalización de estas mujeres.
Los escasos recursos de que disponen en el norte de Siria no bastan para emprender la reconstrucción de infraestructuras y viviendas en aquellas ciudades, como Raqa y antigua capital del califato, sucesivamente bombardeadas por las aviaciones siria, rusa y de la coalición. El Consejo Civil, órgano administrativo local, asegura haber recibido de donantes 3,5 millones de euros. Este órgano cifra en 2.674 millones los necesarios para “devolver la ciudad de Raqa a su estado de preguerra” en 2010. De entre los escombros se siguen recuperando los cadáveres de cientos de terroristas muertos durante los combates, y de entre las fosas comunes se exhuman los cuerpos de varios miles de civiles asesinados por los anteriores o caídos en los bombardeos.
Proclamada la victoria contra el califato, la guerra prosigue en Siria y arrecia en su franja oriental, en la provincia de Idlib. Irán y Arabia Saudí se disputan las zonas de influencia ideológica y económica mientras que Rusia y EE UU echan un pulso dialéctico en los medios amenazando con una escalada del conflicto. Las negociaciones entre el Gobierno de Damasco y las representaciones políticas kurdas han quedado estancas sin por ello paralizar el comercio entre ambos incluidas las hileras de camiones cisterna cargados de crudo que cruzan a territorio leal. En la frontera norte, las milicias kurdas cavan túneles y trincheras en respuesta a las repetidas amenazas por parte de Turquía de lanzar una ofensiva aérea y terrestre con sus milicias locales aliadas.