Cómo era el acuerdo nuclear con Rusia del que se retiró Estados Unidos
El pacto había sido suscrito por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov en 1987, y prohibía los misiles crucero de alcance de entre 500 y 5.500 kilómetros. Washington acusaba a Moscú de no cumplirlo
Infobae
El Tratado Sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por su sigla en inglés) fue el primer acuerdo de desarme sellado durante la Guerra Fría por Estados Unidos y Rusia. Estaba destinado a eliminar todos los misiles nucleares y convencionales de rango corto y medio.
Pero el pacto, sellado por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov en 1987, ya quedó en el pasado. El secretario de Estado Mike Pompeo anunció este viernes en un comunicado la retirada oficial de Estados Unidos. La decisión había sido anticipada medio año atrás, ante la negativa de Moscú a destruir un misil de crucero que violaba las condiciones convenidas.
"Rusia es la única responsable de la muerte del tratado", manifestó Pompeo. "Durante los últimos seis meses, EE.UU. dio a Rusia una última oportunidad para que corrigiera sus incumplimientos. Pero, como ya ha hecho durante muchos años, Rusia decidió quedarse con los misiles que violan el acuerdo, en vez de volver a adherirse a las obligaciones de este tratado".
Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, aseguró este viernes que no quiere una nueva carrera armamentística y rechazó por "ridícula" la moratoria pedida por Moscú. "Nos aseguraremos de que nuestra disuasión sea creíble" frente al despliegue del sistema de misiles ruso, capaz de "alcanzar las ciudades europeas en minutos", dijo.
Los pormenores del INF
El tratado buscaba prohibir las armas nucleares de medio alcance, aquellas con un rango de acción entre los 500 y los 5.500 kilómetros y disparadas en tierra (GLBM o GLCM, dependiendo de que se trate de un misil balístico o de crucero), en los arsenales de la Unión Soviética (mantenido luego por Rusia) y Estados Unidos.
Su negociación comenzó a fines de la década de 1970, cuando la URSS desplegó sus misiles SS-20 en Europa, un nuevo y mejorado modelo de los llamadas Misiles Balísticos de Rango Medio (IRBM, en inglés).
El despliegue provocó una crisis diplomática y rápidamente disparó una carrera de armas limitada, preparándose la OTAN para modernizar sus propios IRBM en la región con la llegada de misiles Pershing II.
Tras años de negociaciones, y en el contexto de la mejora de las relaciones entre las dos superpotencias durante el último tramo de la Guerra Fría y poco antes de la caída de la URSS, Washington y Moscú alcanzaron un acuerdo que significó la destrucción de casi 2.700 ojivas y misiles entre las llamadas armas nucleares tácticas.
Ambos países mantuvieron intactos sus arsenales estratégicos de Misiles Balísticos Intercontinentales (ICBM), con alcances superiores a los 5.500 kilómetros, lo que significa que Rusia y Estados Unidos están capacitados para atacarse mutuamente con estas armas, pero el INF contribuyó a desescalar las tensiones de un conflicto inmediato en Europa
John Bolton, asesor en Seguridad Nacional de Donald Trump, y otros "halcones" dentro del gobierno, sostienen que Rusia violó el acuerdo con el desarrollo de un nuevo misil de crucero, el 9M729, que superaría ampliamente el alcance 500 kilómetros según estimaciones de expertos, como reporta el sitio especializado Global Security.
No fue esa la primera vez que Washington señaló a Moscú por violar el acuerdo del que se acaba de retirar. En 2014 el gobierno del entonces presidente Barack Obama acusó a Rusia probar un nuevo misil balístico de rango intermedio, en violación del INF.
El gobierno de Vladimir Putin ha negado siempre esas acusaciones, pero al menos desde 2014 Estados Unidos ha estado presionando a Rusia para que desista de estos desarrollos y se adecue al INF.
Además, Bolton consideraba que la falta de este tipo de armas en los arsenales de Estados Unidos es una desventaja ante las crecientes confrontaciones con China, que no forma parte del INF y cuenta con GLCM y GLBM sin limitaciones.
Tensión con los aliados
El experto en control de armas Steven Pifer, investigador en el Instituto Brookings, consideraba en un reciente artículo que, si bien las violaciones de Rusia eran una justificación viable para que Estados Unidos abandone el tratado, hacerlo era un error.
En principio porque Washington puede ser ahora culpado por romper unilateralmente un instrumento valioso de no proliferación nuclear, pero además porque el quiebre elimina toda necesidad de que Moscú niegue acusaciones o limite desarrollos. Es decir que es de esperar que ambos países reanuden el desarrollo y despliegue de estas armas.
Pifer también advertía que la decisión tendría efectos con los aliados europeos y dentro de la OTAN, con los que Washington ya mantiene una relación tensa.
Y esto se debe, en parte, a que los misiles que afectaba el INF deben necesariamente ser desplegados relativamente cerca de sus blancos. Disparados desde Rusia o Estados Unidos, no tienen el alcance para llegar a uno u otro país.
Por esta razón, la carrera de armas también elevaría la necesidad de encontrar países aliados que acepten albergarlas y se encuentren cerca de Rusia, como Polonia, Japón y Corea del Sur.
Una situación potencialmente peligrosa y más propia de tiempos de la Guerra Fría, y que remite a la crisis de los misiles de 1963, originada por el despliegue de misiles de alcance intermedio de Estados Unidos en Turquía, y de la Unión Soviética en Cuba.
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El Tratado Sobre Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por su sigla en inglés) fue el primer acuerdo de desarme sellado durante la Guerra Fría por Estados Unidos y Rusia. Estaba destinado a eliminar todos los misiles nucleares y convencionales de rango corto y medio.
Pero el pacto, sellado por Ronald Reagan y Mijail Gorbachov en 1987, ya quedó en el pasado. El secretario de Estado Mike Pompeo anunció este viernes en un comunicado la retirada oficial de Estados Unidos. La decisión había sido anticipada medio año atrás, ante la negativa de Moscú a destruir un misil de crucero que violaba las condiciones convenidas.
"Rusia es la única responsable de la muerte del tratado", manifestó Pompeo. "Durante los últimos seis meses, EE.UU. dio a Rusia una última oportunidad para que corrigiera sus incumplimientos. Pero, como ya ha hecho durante muchos años, Rusia decidió quedarse con los misiles que violan el acuerdo, en vez de volver a adherirse a las obligaciones de este tratado".
Jens Stoltenberg, secretario general de la OTAN, aseguró este viernes que no quiere una nueva carrera armamentística y rechazó por "ridícula" la moratoria pedida por Moscú. "Nos aseguraremos de que nuestra disuasión sea creíble" frente al despliegue del sistema de misiles ruso, capaz de "alcanzar las ciudades europeas en minutos", dijo.
Los pormenores del INF
El tratado buscaba prohibir las armas nucleares de medio alcance, aquellas con un rango de acción entre los 500 y los 5.500 kilómetros y disparadas en tierra (GLBM o GLCM, dependiendo de que se trate de un misil balístico o de crucero), en los arsenales de la Unión Soviética (mantenido luego por Rusia) y Estados Unidos.
Su negociación comenzó a fines de la década de 1970, cuando la URSS desplegó sus misiles SS-20 en Europa, un nuevo y mejorado modelo de los llamadas Misiles Balísticos de Rango Medio (IRBM, en inglés).
El despliegue provocó una crisis diplomática y rápidamente disparó una carrera de armas limitada, preparándose la OTAN para modernizar sus propios IRBM en la región con la llegada de misiles Pershing II.
Tras años de negociaciones, y en el contexto de la mejora de las relaciones entre las dos superpotencias durante el último tramo de la Guerra Fría y poco antes de la caída de la URSS, Washington y Moscú alcanzaron un acuerdo que significó la destrucción de casi 2.700 ojivas y misiles entre las llamadas armas nucleares tácticas.
Ambos países mantuvieron intactos sus arsenales estratégicos de Misiles Balísticos Intercontinentales (ICBM), con alcances superiores a los 5.500 kilómetros, lo que significa que Rusia y Estados Unidos están capacitados para atacarse mutuamente con estas armas, pero el INF contribuyó a desescalar las tensiones de un conflicto inmediato en Europa
John Bolton, asesor en Seguridad Nacional de Donald Trump, y otros "halcones" dentro del gobierno, sostienen que Rusia violó el acuerdo con el desarrollo de un nuevo misil de crucero, el 9M729, que superaría ampliamente el alcance 500 kilómetros según estimaciones de expertos, como reporta el sitio especializado Global Security.
No fue esa la primera vez que Washington señaló a Moscú por violar el acuerdo del que se acaba de retirar. En 2014 el gobierno del entonces presidente Barack Obama acusó a Rusia probar un nuevo misil balístico de rango intermedio, en violación del INF.
El gobierno de Vladimir Putin ha negado siempre esas acusaciones, pero al menos desde 2014 Estados Unidos ha estado presionando a Rusia para que desista de estos desarrollos y se adecue al INF.
Además, Bolton consideraba que la falta de este tipo de armas en los arsenales de Estados Unidos es una desventaja ante las crecientes confrontaciones con China, que no forma parte del INF y cuenta con GLCM y GLBM sin limitaciones.
Tensión con los aliados
El experto en control de armas Steven Pifer, investigador en el Instituto Brookings, consideraba en un reciente artículo que, si bien las violaciones de Rusia eran una justificación viable para que Estados Unidos abandone el tratado, hacerlo era un error.
En principio porque Washington puede ser ahora culpado por romper unilateralmente un instrumento valioso de no proliferación nuclear, pero además porque el quiebre elimina toda necesidad de que Moscú niegue acusaciones o limite desarrollos. Es decir que es de esperar que ambos países reanuden el desarrollo y despliegue de estas armas.
Pifer también advertía que la decisión tendría efectos con los aliados europeos y dentro de la OTAN, con los que Washington ya mantiene una relación tensa.
Y esto se debe, en parte, a que los misiles que afectaba el INF deben necesariamente ser desplegados relativamente cerca de sus blancos. Disparados desde Rusia o Estados Unidos, no tienen el alcance para llegar a uno u otro país.
Por esta razón, la carrera de armas también elevaría la necesidad de encontrar países aliados que acepten albergarlas y se encuentren cerca de Rusia, como Polonia, Japón y Corea del Sur.
Una situación potencialmente peligrosa y más propia de tiempos de la Guerra Fría, y que remite a la crisis de los misiles de 1963, originada por el despliegue de misiles de alcance intermedio de Estados Unidos en Turquía, y de la Unión Soviética en Cuba.