La gran batalla lúdica de la Guerra Fría
Ricardo H. Bloch
Infobae
La Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética duró casi
medio siglo. Tuvo su comienzo en marzo de 1946 a partir del discurso
pronunciado por Winston Churchill en el Westminster College de Fulton,
Missouri, conceptualizando a la "Cortina de Hierro" que desplegaba el
régimen stalinista.
El final se produjo con el derrumbe del muro de Berlín en noviembre de 1989. Sus batallas se libraron en distintos ámbitos políticos y académicos a lo largo de varios continentes.
También a través de múltiples operaciones encubiertas desplegadas por
los servicios de inteligencia que produjeron numerosas muertes (secretas
la mayoría de ellas) en las filas de los agentes de la CIA y de la KGB.
En las décadas del ´50 y del ´60 tuvieron lugar las guerras de Corea y
Vietnam, conflictos en los que Estados Unidos y Rusia se involucraron
indirectamente con armamento facilitado a los países que combatían como
aliados de las dos grandes potencias emergentes de la Segunda Guerra
Mundial. Fue durante la llamada "Crisis de los Misiles" de
octubre de 1962 cuando los ex presidentes John Kennedy y Nikita Krushev
estuvieron a pocas horas de iniciar un conflicto nuclear
motivado en la instalación de cohetes soviéticos de largo alcance en el
territorio de la isla de Cuba gobernada por Fidel Castro.
La disputa por la conquista del espacio es otro capítulo que el juicio de la historia no ha saldado aún. En
estos momentos en que se celebran los cincuenta años de la llegada del
Apolo XI a la luna, el relato soviético se encarga de reseñar los hitos
que demostrarían que antes del pequeño gran paso de Neil Armstrong la
Unión Soviética había logrado varias hazañas espaciales: la
puesta en órbita del primer satélite (el Sputnik, en octubre de 1957),
el primer ser viviente (la perra Laika, en noviembre de 1957), el primer
ser humano (Yuri Gagarin, en 1961), la primera mujer (Valentina
Tereshkova en 1963) y, dos años después del Apolo XI, la primera
estación orbital (Salyut 1, en 1971).
Analistas y académicos advirtieron sobre la compleja e incierta
situación global surgida tras el derrumbe de la utopía socialista a
fines de 1989. Theodore Sorensen, consejero político y ghost
writer del ex presidente John Kennedy, afirmó a principios de 1990 que
"como el afortunado ganador de la lotería, a la mañana siguiente de la
caída del muro, el gobierno norteamericano no sabía qué hacer".
También por esos días el economista David
H. Hale sostenía que "en las bibliotecas del mundo occidental hay
cientos de volúmenes que estudian el paso de las economías del
capitalismo al comunismo, pero ni uno solo que haya intentado explicar el camino inverso.
Cuando era senador nacional en 2004, Barack Obama señaló la
irracionalidad y las fallas estratégicas que no tuvieron en cuenta la
psicología profunda del terrorismo fundamentalista a propósito de los
atentados del 11 de septiembre de 2001, marcando una clara diferencia
con las tácticas y prevenciones que desarrollaron durante décadas los
líderes de Estados Unidos y Rusia. "En el caso de la Unión Soviética
podíamos entender el modelo con el que operaban. Las cosas más o menos
eran así: ellos no quieren que les hagamos saltar por los aires,
nosotros no queremos que nos hagan saltar por los aires, de modo que
utilizamos la teoría de los juegos y calculamos maneras de mantener las
cosas en jaque."
El Monopoly sobre la mesa
Hay otra historia menos conocida en la larga disputa ideológica entre los Estados Unidos y Rusia. Es la que surgió con
la creación de uno de los juegos de mesa más vendidos de la historia:
el "Monopoly" ("El Estanciero" en su versión española), cuya invención y
registro tuvo lugar en medio de denuncias de plagio y deslealtades comerciales en perjuicio de su creadora, la norteamericana Elizabeth Magie. Su
contraparte soviética se llamó "Class Strugle" ("Lucha de Clases") y
fue inventado, paradójicamente, por el economista de Milwaukee Bertell
Ollman a principios de 1978.
Nacida en Illinois en 1866 Elizabeth Magie fue una mujer de estudios
múltiples, influenciada por su padre James Kingsley Magie (1827-1893)
que se había convertido en un reconocido editor periodístico muy
consultado por el presidente Abraham Lincoln en temas económicos.
Con una formación académica autodidacta, la joven Lizzie quedó
deslumbrada cuando su padre le explicó el funcionamiento del sistema
capitalista a través del ensayo "Progreso y Miseria", publicado en 1879
por el filósofo y economista Henry George, obra que llegó a encabezar
durante varios años la lista de libros más vendidos en los Estados
Unidos.
Las teorías de H. George mantienen hasta el día de hoy una gran
vigencia, especialmente sus escritos sobre los riesgos y daños de los
monopolios; la racionalidad progresiva del sistema impositivo (defendida
tanto por el gurú monetarista Milton Friedman como por Martin Luther
King) y los riesgos de la inmigración china sobre la competencia y
productividad de los trabajadores norteamericanos.
En
1903 Elizabeth Magie creó y registró legalmente "El Juego de los
Propietarios" ("The Landlord´s Game"), inspirado en la filosofía de su
admirado Henry George, con el objetivo de concientizar sobre las
ventajas de la competencia en las actividades económicas y los daños sociales que provocan las conductas monopólicas.
Años después de su creación, y tras haber fracasado en su intento de comercializar el juego, Magie
fue víctima de una maniobra desleal realizada por Charles Darrow, en
ese entonces un ingeniero desempleado, que en el año 1936 patentó y
comercializó el juego creado por Magie. Lo rebautizó "The Monopoly",
a través de la empresa Parker Brothers, la misma que pocos meses antes
le había comprado la patente de "The Landord´s Game" por solo 500
dólares. Sobra decir que Darrow se hizo millonario en poco tiempo.
Nacido en Milwaukee en el año 1935, y egresado de las universidades de
Wisconsin y Oxford en Ciencia Política y Filosofía, Bertell Ollman es
uno de los principales teóricos norteamericanos sobre la obra de Karl
Marx. Tiene más de treinta libros y artículos académicos publicados,
destacándose entre estos últimos el polémico texto "Hacia una
interpretación marxista de la Constitución de los Estados Unidos".
En
1978, durante la presidencia del demócrata Jimmy Carter, Ollman inventó
un juego que pretendía convertirse en la antípoda del "egoísta"
"Monopoly", denominándolo "Class Struggle" ("Lucha de Clases").
Al poco tiempo la creación de Ollman llegó a oídos de altos
funcionarios del régimen soviético liderado entonces por Leonid
Brezhnev, quienes rápidamente lo tradujeron y recrearon su propia versión como arma de propaganda
sobre las supuestas bondades de la economía colectivista frente a las
supuestas injusticias sociales que provocaba el sistema capitalista
norteamericano.
El ex presidente Ronald Reagan,
el gran verdugo del régimen comunista, lo sintetizó en 1990 con un
razonamiento simple y contundente: "Casi todas las constituciones del
mundo son documentos en los que el pueblo indica al gobierno qué le está
permitido hacer. En la constitución rusa es el gobierno el que
le dice al pueblo qué le está permitido hacer. El resultado es que no se
puede hacer casi nada. Y no se puede vivir sin libertad. No
debemos olvidar que el comunismo soviético fue impuesto a otras naciones
del Este europeo tras la Segunda Guerra Mundial. Esas naciones no
escogieron el comunismo; les fue impuesto por la ocupación de las tropas
soviéticas".
Hoy, a casi treinta años del derrumbe del bloque comunista, Rusia se ha
convertido en el principal sospechoso de influir y manipular en las
campañas electorales de los Estados Unidos y algunos países de Europa.
Paradójicamente los ejércitos anónimos de Moscú no utilizan armas
propias para esta batalla desestabilizadora de las democracias
occidentales. Se valen de las herramientas informáticas creadas por las
empresas que progresan en base a la libre competencia de la producción
capitalista, sistema que después de cuatro décadas de lucha derrotó al
oxidado régimen socialista que condenó a millones de personas a la
pobreza.
Posdata:
Dentro de 100 días habrá elecciones presidenciales en un país de
América del Sur. ¿Se está debatiendo sobre las nuevas modalidades
laborales a partir de los avances de la economía digital; sobre el
perfeccionamiento de los planteles docentes para mejorar el rendimiento
educativo de los jóvenes; sobre una revolucionaria reforma impositiva o
sobre la ecología y el cambio climático? No pareciera.
En cambio, las dos principales fórmulas presidenciales orientan sus
campañas proselitistas a descalificarse mutuamente acusándose de ser más
o menos capitalistas en sus propuestas económicas. Es probable que a
este paso también sea materia de debate electoral la ideología de los
algoritmos.