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"En caso de desastre lunar": la carta que tenía lista Richard Nixon por si fracasaba la misión Apolo 11

El presidente estadounidense encargó un discurso en caso de que dos de los astronautas queden imposibilitados de volver a la Tierra

Richard Nixon y el Apollo XI
Richard Nixon y el Apollo XI
Infobae
Luego de varias misiones e incalculables horas de trabajo por parte de los expertos, muchos tenían poco optimismo antes del despegue del Apolo 11. "Nos daban al menos un 90% de posibilidades de regresar con vida y un 50% de conseguir alunizar", indicó Neil Armstrong, el primer hombre en pisar la Luna. Por ello, en preparación por si el desenlace era fatal, el presidente Richard Nixon tenía preparado un discurso para honrar a los eventuales héroes caídos.


Incluso Michael Collins, el tripulante de la NASA que no llegó a pisar la Luna en dicho viaje (a diferencia de Armstrong y Buzz Aldrin) y los esperó en órbita durante 22 horas, temía no volver a verlos.  "Mi miedo secreto desde hace seis meses ha sido dejarlos en la Luna y regresar solo a la Tierra. Si no consiguen despegar o se estrellan, no voy a suicidarme. Volveré a casa, pero seré un hombre señalado durante el resto de mis días, lo sé", reflexionó en esa época.

El mandatario ordenó preparar un homenaje, que quedó en las manos de William Safire, autor de la mayoría de sus discursos. "En caso de desastre lunar", se titulaba el documento, con sentidas palabras para las potenciales víctimas.

"El destino dictó que los hombres que fueron a explorar la Luna en paz, descansarán en la Luna en paz", anunciaba al pueblo estadounidense.

Además de la posibilidad de que la nave se estrelle, se contemplaba el caso de que el motor no se encienda o no funcione el acomplamiento de la cápsula, con lo que los dos astronautas no podrían regresar. "Estos valientes hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanza para su recuperación. Pero también saben que hay esperanza para la humanidad en su sacrificio".

La etapa de ascenso del Módulo Lunar del Apollo XI, con Armstrong y Aldrin a bordo, fotografiado desde los Módulos de Comando y Servicio en la órbita lunar. Michael Collins, piloto del módulo de comando, permaneció con el Módulo de Comando /Servicio en la órbita lunar mientras Armstrong y Aldrin exploraban la Luna
La etapa de ascenso del Módulo Lunar del Apollo XI, con Armstrong y Aldrin a bordo, fotografiado desde los Módulos de Comando y Servicio en la órbita lunar. Michael Collins, piloto del módulo de comando, permaneció con el Módulo de Comando /Servicio en la órbita lunar mientras Armstrong y Aldrin exploraban la Luna
Según explicó Safire en una entrevista de 1999, tanto la tripulación sabía que, en caso de desastre, "serían abandonados en la Luna" y solo tendrían como opciones "morir de hambre o suicidarse".
Nixon habría también prometido resguardar la memoria de los caídos: "Otros seguirán, y seguramente encuentren el camino a casa. Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siendo los primeros en nuestros corazones".

También estaba diseñado un protocolo: antes de la declaración presidencial, Nixon debía llamar por teléfono a las futuras viudas. Luego de la emisión, un clérigo debía adoptar el mismo procedimiento que un entierro en el mar, encomendando sus almas a "lo más profundo de lo más profundo", y concluir con un rezo.

A la postre, la misión fue exitosa y el mensaje no necesitó ser leído. Fue entregado a un funcionario de la Casa Blanca y hoy permanece en un museo del presidente Nixon.

El 24 de julio, la nave atravesó la atmósfera envuelta en una bola de fuego para caer como una piedra en el Atlántico, frenada por tres grandes paracaídas. Estados Unidos envió un portaviones para recuperarlos. Richard Nixon estaba a bordo de la embarcación.

La carta enviada a la Casa Blanca está guardada en un museo dedicado a Richard Nixon
La carta enviada a la Casa Blanca está guardada en un museo dedicado a Richard Nixon
La carta completa:

El destino ha ordenado que los hombres que fueron a la luna a explorar en paz se queden en la luna para descansar en paz.

Estos valientes hombres, Neil Armstrong y Edwin Aldrin, saben que no hay esperanza para su recuperación. Pero también saben que hay esperanza para la humanidad en su sacrificio. Estos dos hombres están tumbados en el más noble objetivo de la humanidad: la búsqueda de la verdad y la comprensión.

Serán llorados por sus familias y amigos; serán llorados por la gente del mundo; serán llorados por una Madre Tierra que se atrevió a enviar a dos de sus hijos a lo desconocido.

En su exploración, incitaron a la gente del mundo a sentirse como uno; en su sacrificio, atan más fuertemente a la hermandad de los hombres. En la antigüedad, los hombres miraban las estrellas y veían a sus héroes en las constelaciones. En los tiempos modernos, hacemos lo mismo, pero nuestros héroes son hombres épicos de carne y hueso.

Otros seguirán y seguramente encontrarán su camino a casa. La búsqueda de un hombre no será negada. Pero estos hombres fueron los primeros, y seguirán siendo los primeros en nuestros corazones.

Porque todo ser humano que mire a la luna en las noches venideras sabrá que hay algún rincón de otro mundo que es para siempre la humanidad.

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