Shinzo Abe se postula como mediador entre Irán y EE UU
El presidente iraní, Hasan Rohani, aprovechó la visita del primer ministro japonés para reiterar el compromiso de su país con el acuerdo nuclear
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
“He abordado con el presidente [Hasan] Rohani cómo evitar la inestabilidad en la región”, declaró este miércoles el primer ministro japonés, Shinzo Abe, tras entrevistarse con el jefe del Gobierno iraní. Confirmaba así que su visita, la primera de un dirigente nipón a Irán desde la revolución de 1979, busca reducir las tensiones entre este país y EE UU. El hecho de que el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, le reciba este miércoles parece indicar el interés de Teherán en el mismo sentido.<!-- more --<
Rohani aprovechó la comparecencia conjunta ante los medios para reiterar el compromiso de su país con el acuerdo nuclear, que ha quedado tocado de muerte desde que Estados Unidos lo abandonara de forma unilateral el año pasado. Desde entonces, Washington presiona a Teherán para renegociar el pacto e incluir otros aspectos, como su programa de misiles o su apoyo a grupos armados en distintos países de Oriente Próximo. A las sanciones económicas, EE UU ha sumado un refuerzo militar en la zona que el mes pasado hizo temer un estallido.
“Irán nunca iniciará una guerra, pero dará una respuesta aplastante a cualquier agresión”, subrayó anoche Rohani, a la vez que se esforzaba por enmarcar la visita de Abe en el contexto de las relaciones bilaterales. “El primer ministro me ha dicho que su país desea mantener los lazos económicos con Irán y seguir comprando petróleo iraní”, añadió.
“Japón desea evitar la tensión y ese ha sido el objetivo de mi visita”, precisó no obstante Abe, quien recordó su viaje anterior a Teherán hace 26 años, acompañando a su padre, el entonces ministro de Exteriores Shintaro Abe, que intentaba un alto el fuego en la guerra entre Irán e Irak. Tras halagar la historia y la hospitalidad de sus anfitriones, también subrayó la “necesidad de que Irán tenga un comportamiento constructivo”, una forma diplomática de decir que no haga juego sucio.
El anuncio del viaje de Abe coincidió, a finales de mayo, con el de la visita del presidente estadounidense Donald Trump a Tokio este mes, lo que había desatado las especulaciones sobre una posible mediación. Japón, firme aliado de Washington, ha sido tradicionalmente uno de los mayores compradores de crudo iraní (aunque ha respetado las sanciones), lo que le permite tener canales de comunicación con ambos.
De hecho, antes de viajar a Teherán, el dirigente japonés habló por teléfono con Trump y también con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y los hombres fuertes de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salmán, y Emiratos Árabes, Mohamed Bin Zayed. Estos tres países respaldan la mano dura de EE UU con Irán. No obstante, tanto funcionarios japoneses como iraníes han tratado de rebajar las expectativas al respecto. Cualquier paso en el sentido de abrir una vía de diálogo requeriría el visto bueno del líder supremo, quien tiene la última palabra en todos los asuntos de seguridad nacional. Pero aunque el ayatolá Jamenei va a recibir al primer ministro japonés este miércoles, algo que hace con contados dignatarios extranjeros, el significado es objeto de debate.
“La Casa del Líder se opone a negociaciones. Han llegado a la conclusión de que la amenaza de guerra no va en serio y utilizan estas visitas para reforzar su legitimidad ante la opinión pública”, señala a EL PAÍS un analista. En su opinión, las sanciones “han favorecido a los sectores ultra, al dejar fuera de juego a moderados y reformistas ante las próximas elecciones”.
De hecho, la visita ha evidenciado las divisiones internas. Mientras los periódicos reformistas la celebran (“La oportunidad japonesa”, titulaba este miércoles a cuatro columnas en primera el diario Etemad), los más conservadores cuestionan su misión. “Señor Abe, ¿cómo puede fiarse de un criminal de guerra?”, interpelaba Farhikhtegan sobre la poco sutil imagen del champiñón nuclear de Hiroshima. Reconociendo lo difícil de la tarea, Sazandegi optaba por “Un samurái en Teherán”, con una caricatura de Abe ataviado como un guerrero japonés con el escudo del Capitán América.
El primer ministro nipón no es el único dirigente que ha tratado de rebajar la tensión. Tras la visita esta semana del ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, la UE va enviar a Irán en los próximos días a Helga Schmid, la alta funcionaria que está al frente de los esfuerzos por salvar el acuerdo nuclear.
Ángeles Espinosa
Dubái, El País
“He abordado con el presidente [Hasan] Rohani cómo evitar la inestabilidad en la región”, declaró este miércoles el primer ministro japonés, Shinzo Abe, tras entrevistarse con el jefe del Gobierno iraní. Confirmaba así que su visita, la primera de un dirigente nipón a Irán desde la revolución de 1979, busca reducir las tensiones entre este país y EE UU. El hecho de que el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, le reciba este miércoles parece indicar el interés de Teherán en el mismo sentido.<!-- more --<
Rohani aprovechó la comparecencia conjunta ante los medios para reiterar el compromiso de su país con el acuerdo nuclear, que ha quedado tocado de muerte desde que Estados Unidos lo abandonara de forma unilateral el año pasado. Desde entonces, Washington presiona a Teherán para renegociar el pacto e incluir otros aspectos, como su programa de misiles o su apoyo a grupos armados en distintos países de Oriente Próximo. A las sanciones económicas, EE UU ha sumado un refuerzo militar en la zona que el mes pasado hizo temer un estallido.
“Irán nunca iniciará una guerra, pero dará una respuesta aplastante a cualquier agresión”, subrayó anoche Rohani, a la vez que se esforzaba por enmarcar la visita de Abe en el contexto de las relaciones bilaterales. “El primer ministro me ha dicho que su país desea mantener los lazos económicos con Irán y seguir comprando petróleo iraní”, añadió.
“Japón desea evitar la tensión y ese ha sido el objetivo de mi visita”, precisó no obstante Abe, quien recordó su viaje anterior a Teherán hace 26 años, acompañando a su padre, el entonces ministro de Exteriores Shintaro Abe, que intentaba un alto el fuego en la guerra entre Irán e Irak. Tras halagar la historia y la hospitalidad de sus anfitriones, también subrayó la “necesidad de que Irán tenga un comportamiento constructivo”, una forma diplomática de decir que no haga juego sucio.
El anuncio del viaje de Abe coincidió, a finales de mayo, con el de la visita del presidente estadounidense Donald Trump a Tokio este mes, lo que había desatado las especulaciones sobre una posible mediación. Japón, firme aliado de Washington, ha sido tradicionalmente uno de los mayores compradores de crudo iraní (aunque ha respetado las sanciones), lo que le permite tener canales de comunicación con ambos.
De hecho, antes de viajar a Teherán, el dirigente japonés habló por teléfono con Trump y también con el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y los hombres fuertes de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salmán, y Emiratos Árabes, Mohamed Bin Zayed. Estos tres países respaldan la mano dura de EE UU con Irán. No obstante, tanto funcionarios japoneses como iraníes han tratado de rebajar las expectativas al respecto. Cualquier paso en el sentido de abrir una vía de diálogo requeriría el visto bueno del líder supremo, quien tiene la última palabra en todos los asuntos de seguridad nacional. Pero aunque el ayatolá Jamenei va a recibir al primer ministro japonés este miércoles, algo que hace con contados dignatarios extranjeros, el significado es objeto de debate.
“La Casa del Líder se opone a negociaciones. Han llegado a la conclusión de que la amenaza de guerra no va en serio y utilizan estas visitas para reforzar su legitimidad ante la opinión pública”, señala a EL PAÍS un analista. En su opinión, las sanciones “han favorecido a los sectores ultra, al dejar fuera de juego a moderados y reformistas ante las próximas elecciones”.
De hecho, la visita ha evidenciado las divisiones internas. Mientras los periódicos reformistas la celebran (“La oportunidad japonesa”, titulaba este miércoles a cuatro columnas en primera el diario Etemad), los más conservadores cuestionan su misión. “Señor Abe, ¿cómo puede fiarse de un criminal de guerra?”, interpelaba Farhikhtegan sobre la poco sutil imagen del champiñón nuclear de Hiroshima. Reconociendo lo difícil de la tarea, Sazandegi optaba por “Un samurái en Teherán”, con una caricatura de Abe ataviado como un guerrero japonés con el escudo del Capitán América.
El primer ministro nipón no es el único dirigente que ha tratado de rebajar la tensión. Tras la visita esta semana del ministro de Exteriores alemán, Heiko Maas, la UE va enviar a Irán en los próximos días a Helga Schmid, la alta funcionaria que está al frente de los esfuerzos por salvar el acuerdo nuclear.