Por qué fue bien sancionado el penal para el Liverpool y por qué no intervino el VAR
El árbitro Damir Skomina vio mano de Moussa Sissoko dentro del área del Tottenham y no dudó en sancionar la pena máxima. Mohamed Salah convirtió el tiro desde los doce pasos para poner en ventaja a su equipo
Miguel Scime
Infobae
La final de la Champions League disputada en el Wanda Metropolitano comenzó a pura emoción y con una decisión del árbitro Damir Skomina como protagonista principal.
Apenas 25 segundos de juego iban cuando el senegalés Sadio Mané tomó una pelota sobre la banda izquierda y envió un centro. Sin embargo, la pelota pegó en el brazo derecho estirado de Moussa Sissoko, quien se hallaba dentro del área y el juez principal no dudó en sancionar penal para el Liverpool.
La infracción fue perfectamente sancionada porque la mano del volante del Tottenham fue colocada de manera que amplió su volumen corporal. El brazo del francés se posicionó de manera antinatural y consiguió su objetivo de ocupar más espacio del debido. El hecho de que el balón haya impactado primero en el pecho del jugador no modifica la decisión arbitral.
El esloveno Skomina, de 42 años, no tiene la obligación de consultar al Árbitro Asistente de Video (VAR) si así lo decide, mientras que el VAR no interviene si lo sancionado por el árbitro es correcto.
El punto 1 del Reglamento que habla sobre el Tiro Libre Directo dictamina que "por norma general, cometerá infracción el jugador que: toque el balón con el brazo o la mano cuando se posicionen de manera antinatural y consiguen que el cuerpo ocupe más espacio". Además, aclara que "esta infracción se considera como tal incluso en el caso de que el balón toque en la mano o en el brazo del jugador tras haber rebotado en la cabeza, el cuerpo o el pie de dicho jugador o de otro".
De esta manera, el gol marcado de zurda Mohamed Salah desde los doce pasos ante el arquero Hugo Lloris es válido ya que el penal. Los Reds aprovecharon el error de su adversario y se pusieron en ventaja en el inicio del cotejo que definirá quién se quedará con la Orejona.
Miguel Scime
Infobae
La final de la Champions League disputada en el Wanda Metropolitano comenzó a pura emoción y con una decisión del árbitro Damir Skomina como protagonista principal.
Apenas 25 segundos de juego iban cuando el senegalés Sadio Mané tomó una pelota sobre la banda izquierda y envió un centro. Sin embargo, la pelota pegó en el brazo derecho estirado de Moussa Sissoko, quien se hallaba dentro del área y el juez principal no dudó en sancionar penal para el Liverpool.
La infracción fue perfectamente sancionada porque la mano del volante del Tottenham fue colocada de manera que amplió su volumen corporal. El brazo del francés se posicionó de manera antinatural y consiguió su objetivo de ocupar más espacio del debido. El hecho de que el balón haya impactado primero en el pecho del jugador no modifica la decisión arbitral.
El esloveno Skomina, de 42 años, no tiene la obligación de consultar al Árbitro Asistente de Video (VAR) si así lo decide, mientras que el VAR no interviene si lo sancionado por el árbitro es correcto.
El punto 1 del Reglamento que habla sobre el Tiro Libre Directo dictamina que "por norma general, cometerá infracción el jugador que: toque el balón con el brazo o la mano cuando se posicionen de manera antinatural y consiguen que el cuerpo ocupe más espacio". Además, aclara que "esta infracción se considera como tal incluso en el caso de que el balón toque en la mano o en el brazo del jugador tras haber rebotado en la cabeza, el cuerpo o el pie de dicho jugador o de otro".
De esta manera, el gol marcado de zurda Mohamed Salah desde los doce pasos ante el arquero Hugo Lloris es válido ya que el penal. Los Reds aprovecharon el error de su adversario y se pusieron en ventaja en el inicio del cotejo que definirá quién se quedará con la Orejona.