El colapso de Venezuela pone en riesgo su relación con Rusia

Anatoly Kurmanaev
Infobae
En los momentos más difíciles, el presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha recurrido al apoyo de Rusia.

En enero, cuando Estados Unidos impuso sanciones a la industria energética de Venezuela, la petrolera rusa Rosneft ayudó a que el país suramericano canalizara sus exportaciones de petróleo hacia Asia. En marzo, cuando los rumores de una intervención armada de Estados Unidos alcanzaron un punto crítico, dos aviones con técnicos militares rusos aterrizaron en Caracas, en señal de que Rusia estaba del lado de Venezuela.


Sin embargo, cada vez se hace más evidente que, fuera de este tipo de acciones notorias con pocos efectos reales, los lazos económicos entre Venezuela y Rusia se están debilitando. Varios bancos, exportadores de granos e incluso fabricantes de armas rusos han suspendido sus actividades comerciales con Venezuela, ahuyentados precisamente por el colapso económico que pretendían ayudar a evitar.

"Los vínculos económicos entre Rusia y Venezuela se han reducido mucho en años recientes", dijo Maximilian Hess, investigador del Foreign Policy Research Institute (un instituto de investigación de política exterior) en Londres. "Las políticas actuales en realidad son de bajo costo, pero le dan mucho alarde geopolítico".

Las muestras públicas de apoyo que ha dado Rusia ocurrieron en varios momentos cruciales de este año, después de que el líder opositor Juan Guaidó se juramentó como presidente encargado en enero, en desafío a la permanencia de Maduro en el poder y situación que profundizó aún más la crisis política en el país. Gracias al apoyo ruso, Maduro pudo adjudicarse el respaldo de un poderoso aliado y conservar su respaldo clave en las fuerzas armadas y en el partido oficialista.

No obstante, en lo que se refiere al sector económico, las empresas públicas rusas han ido reduciendo sus actividades con la nación en quiebra para proteger sus resultados financieros, situación que ha hecho patente que la estrategia del presidente Vladimir Putin de apuntalar a su aliado y antagonizar al gobierno estadounidense de Donald Trump tiene limitaciones. El gobierno ruso no ha llenado los vacíos que dejan sus empresas y se ha negado a otorgarle nuevas líneas de crédito a Venezuela, a comprometerse con nuevas inversiones y a condonar deudas existentes para facilitarle a Maduro enfrentar a la oposición.

El hecho de que el Kremlin prefiera los despliegues simbólicos de apoyo en vez de las inversiones a largo plazo en Venezuela se debe en parte a las propias aflicciones económicas de Rusia. Esa nación ha sufrido cinco años de estancamiento, en medio de las manifestaciones más concurridas desde 2013, de una caída excepcionalmente pronunciada en los índices de aprobación del presidente Putin y con el resultado de una creciente aversión pública por involucramientos costosos en el extranjero, según encuestas realizadas en Rusia.

Rusia solo exportó a Venezuela bienes por un valor de 36 millones de dólares en el primer cuatrimestre de este año, menos de la mitad de lo que envió hace tres años, según datos de la aduana rusa.

Estos datos también arrojan que, en comparación con el año anterior, las ventas de trigo ruso a Venezuela, que Maduro promocionó como remplazo del grano estadounidense, se desplomaron un 60 por ciento (a 187.000 toneladas) durante la temporada de exportaciones agrícolas rusas que terminó este abril. Tales ventas solo cubren una décima parte de la demanda anual de trigo en Venezuela.

Los mayores bancos de Moscú en general han respondido con negativas a las solicitudes de Maduro de trasladar a Rusia cuentas del gobierno de Venezuela para evadir las sanciones estadounidenses, según dos personas familiarizadas con el tema pidieron mantener el anonimato, porque no cuentan con autorización para hablar con la prensa. Estas personas dijeron que, debido al extendido uso del dólar en el sistema financiero ruso, el riesgo de sufrir sanciones estadounidenses supera por mucho las posibles ganancias derivadas del intercambio comercial con Venezuela.

Para este abril, ninguno de los quince principales bancos rusos había extendido préstamos significativos a empresas venezolanas, según reflejan los informes oficiales de las entidades financieras. Los reportes indican que Gazprombank, un banco operado por el Estado que solía ser uno de los principales bancos europeos de la empresa petrolera venezolana, Pdvsa, eliminó en abril casi toda su cartera de crédito con Venezuela tras dar por terminada una relación bancaria con el gobierno de Maduro.

Incluso el comercio de armas rusas con Venezuela, la piedra angular de las relaciones entre ambos países, se ha visto afectado por las tribulaciones financieras del régimen de Maduro.

El conglomerado industrial ruso RosTec, responsable de la mayoría de las exportaciones de ese país en materia de defensa, redujo su involucramiento en Venezuela debido a incumplimientos en el pago de facturas, de acuerdo con dos personas cercanas a la empresa que discutieron los temas de seguridad nacional a condición de permanecer en el anonimato. Las fuentes comentaron que RosTec decidió no renovar una serie de contratos de mantenimiento de armamento y congelar otros proyectos.

Tales medidas incluyen a la fábrica de ametralladoras Kaláshnikov, ubicada en la ciudad central venezolana de Maracay, cuya construcción no se ha concluido a pesar de haber comenzado hace doce años.

Si bien la venta de armas puede ser una actividad muy politizada, no deja de ser negocio, así que tiene que redituar en términos económicos, puntualizó una de las personas familiarizadas con la situación de RosTec.

Una vocera de RosTec declaró que el personal de la empresa en Venezuela ha permanecido sin cambios desde hace algunos años y que sus técnicos se desplazan de acuerdo con las necesidades de sus proyectos.

Los convenios multimillonarios por la compra de armas rusas que suscribió el carismático predecesor de Maduro, el fallecido presidente Hugo Chávez, ya son cosa del pasado.

En los últimos dos años, Rusia exportó a Venezuela bienes por un millón de dólares conforme al código aduanero "secreto" aplicable a equipo militar y de seguridad, según la aduana rusa.

"Oficialmente le hemos vendido armas a Venezuela", les dijo el presidente Putin a algunos periodistas a mediados de junio. "Ya tiene algún tiempo que no lo hemos hecho", añadió.

Con todo y sus limitaciones, la ayuda económica de Rusia le permitió a Maduro mantener cierto flujo de ingresos a pesar de las estrictas sanciones estadounidenses. El banco Eurofinance Mosnarbank tiene sus oficinas en Moscú, es propiedad conjunta de los gobiernos de Rusia y Venezuela y enfrenta sanciones de Estados Unidos; pero todavía procesa pagos para Pdvsa, según demuestran algunos recibos de transferencias bancarias que fueron vistos por The New York Times. En respuesta a las sanciones estadounidenses, el gobierno ruso asumió la participación mayoritaria del banco en marzo.

A pesar de estas medidas de reducción del respaldo financiero, Rusia mantiene su postura de franco apoyo al gobierno de Maduro y sigue siendo el principal baluarte económico y político del actual régimen del país suramericano.

"Nuestras relaciones con Venezuela son de naturaleza estratégica", dijo el embajador de Moscú en Caracas, Vladimir Zaemsky, tras la llegada de dos aviones militares rusos a Venezuela en marzo. "Como siempre, estamos preparados para dar todo nuestro apoyo al gobierno legítimo de Venezuela y a los venezolanos".

La inauguración de un centro de entrenamiento para pilotos de helicópteros de RosTec en Venezuela a finales de marzo dio un importante impulso a las relaciones públicas con Maduro.

Rosneft le ha ayudado especialmente a Pdvsa a cambiar la ruta de algunas de sus exportaciones petroleras afectadas por las sanciones estadounidenses, para enviarlas a Asia. La empresa rusa también compró el petróleo de cinco de los siete buques petroleros que zarparon de Venezuela durante la primera quincena de mayo, según datos de Pdvsa.

Rosneft, que ha asumido el riesgoso pero lucrativo papel de socio de último recurso de Pdvsa, afirma que sus operaciones en Venezuela son estrictamente comerciales y cumplen con las sanciones estadounidenses. Sin embargo, incluso esta empresa ha evitado invertir más dinero en Venezuela. Los préstamos pendientes que la empresa le otorgó a Pdvsa se han reducido en más de la mitad solo en un año, y ahora se ubican en 1800 millones de dólares, de acuerdo con los estados financieros de la petrolera rusa.

Además, ese salvavidas financiero que lanzó Rosneft no ha sido suficiente para evitar el derrumbe de la industria petrolera de Venezuela, que ya se encontraba en dificultades. La producción petrolera venezolana se ha desplomado en 35 por ciento desde que comenzaron a aplicarse las sanciones estadounidenses en enero, una de las caídas más pronunciadas de producción petrolera en la historia moderna, según cálculos del Instituto de Finanzas Internacionales.

Maximilian Hess, el investigador en Londres, indicó: "Si fuera un general venezolano y quisiera hacer planes para el futuro, no contaría con que Rusia viniera al rescate".

Anna Mikheeva colaboró con el reportaje.

* Copyright: 2019 The New York Times News Service

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