El Asad y Rusia lanzan una ofensiva contra el último bastión rebelde y Turquía ataca posiciones kurdas
Los bombardeos rusos y del régimen sirio han inutilizado tres hospitales y matado al menos a 80 personas en la última semana
Andrés Mourenza
Natalia Sancha
Estambul / Beirut, El País
Al menos 80 personas han muerto y decenas han resultado heridas en los últimos días en dos ofensivas lanzadas en varios puntos del noroeste de Siria. De las diferentes guerras que se libran dentro de la guerra civil siria, quizás el tablero más complicado es el del noroeste del país, por la multitud de actores: las fuerzas leales a Bachar el Asad, Rusia, Irán, Turquía, las milicias kurdas, la oposición islamista y los herederos de Al Qaeda.
El Ejército regular sirio comenzado este lunes una ofensiva terrestre sobre Idlib, la única de las 14 provincias del país que está casi en su totalidad bajo control rebelde y donde se impusieron a principios de año los yihadistas de Hayat Tahrir al Sham (coalición yihadista liderada por la antigua rama local de Al Qaeda y cuya fuerza se estima en torno a los 20.000 hombres). Tras cinco días de intensos bombardeos de aviones rusos y del régimen, más de 400 ataques y 500 barriles explosivos según el recuento que hace el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, sobre una región que alberga entre 2,5 y 3 millones de civiles, Naciones Unidas ha lamentado “la muerte de 77 civiles y el desplazamiento de más de 150.000 personas”. “Este domingo [por ayer] han muerto 13 civiles y tres hospitales han sido destruidos por los bombardeos rusos y del régimen”, ha denunciado por su parte vía WhatsApp un doctor de la Unión de Organizaciones de Asistencia Médica y Socorro (UOSSM)
Bajo la cobertura de los bombardeos aéreos de aviones rusos y del régimen, el Ejército regular sirio, encabezado por las fuerzas de élite Tigre y con el apoyo de grupos paramilitares afines a Damasco, han avanzado en el norte de la provincia de Hama arrebatando a los islamistas el control de varios pueblos y aproximándose al sur de la región rebelde de Idlib.
“La ofensiva es parcial y no final sobre Idlib”, aseguran sin embargo y desde Damasco fuentes castrenses. “Se trata de una reacción del Gobierno de El Asad porque las negociaciones con la ONU han vuelto a caer en saco roto”, valora por su parte un diplomático europeo en Beirut. Oposición y Gobierno sirios han sido llamados a constituir un comité constitucional de 150 miembros con un bloque de 50 cada uno, y un tercer grupo compuesto por “personalidades neutrales” de la sociedad civil. Son las disensiones sobre los nombres de este último comité las que mantienen encalladas las negociaciones desde finales de 2018.
“Cada vez que se paraliza la vía política, juegan la baza militar para poder volver a la mesa de negociación con nuevas cartas”, apostilla el diplomático. Esta ofensiva tiene lugar 10 días después de que se celebrara la duodécima ronda de negociaciones en Astaná (Kazajistán) bajo el liderazgo ruso y en competición con las auspiciadas por la ONU en Ginebra (Suiza). En Astaná, la delegación rusa echó en cara a los turcos no haber sido capaces de evitar que los yihadistas se hicieran con el control de Idlib.
Crisis humanitaria
En las redes sociales, los activistas antigubernamentales han difundido imágenes de miles de civiles cargados con sus enseres huyendo en vehículos en dirección a Atma, un poblado colindante colindante con Turquía, o hacia los puestos de observación militares desplegados por el Ejército de Ankara, uno de los cuales fue alcanzado por los bombardeos de este fin de semana, causando heridas a dos soldados, según informó el Ministerio de Defensa turco. Se trata de la segunda estampida de civiles en estas tierras después de que en septiembre de 2018 un acuerdo tripartito sellado entre Ankara, Moscú y Teherán lograra frenar una ofensiva final sobre la provincia.
“Desde que HTS se hizo con el control de Idlib se han paralizado todos los proyectos y bloqueado los fondos occidentales alocados a civiles, excepto algunos destinados a emergencia médica o alimenticia”, lamenta desde el anonimato un funcionario de la UE en Beirut.
Turquía teme que los bombardeos rusos y el avance de las fuerzas leales a Damasco arrojen miles de refugiados hacia su frontera —sellada con un muro construido en los últimos años— en un momento en que la crisis económica hace que la población turca vea con recelo la presencia de 3,5 millones de sirios en su país. La ONU calcula que 323.000 personas han debido desplazarse hacia el norte dentro de los territorios controlados por los yihadistas desde el pasado septiembre, 158.000 desde abril.
Expansión turca
Pero Ankara parece resignada a perder toda influencia sobre Idlib y a replegarse hacia el norte de la provincia de Alepo, en torno a las localidades de Afrin, Yarablús y Al Bab conquistadas hace un par de años al Estado Islámico y a las milicias kurdas. Allí, Turquía ha establecido a los restos de facciones adscritas a los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS), así como a miles de refugiados que han decidido regresar a su país, pero no se atreven a instalarse más allá de las líneas del régimen por simpatizar con la oposición.
De hecho, las facciones sirias leales a Turquía pretenden ampliar el territorio bajo su control y este fin de semana lanzaron a su vez una ofensiva sobre los alrededores de Tel Rifat, el último bolsillo de terreno que controlan las milicias kurdas en la esquina noroeste de Siria y donde también hay presencia de tropas del régimen sirio, según pudo comprobar EL PAÍS en una visita el pasado año.
El sábado, los combatientes del ELS tomaron tres aldeas antes de tener que abandonarlas por el contraataque kurdo con apoyo de la artillería de fuerzas prorrégimen. El vicepresidente de Turquía, Fuat Oktay, dijo durante el fin de semana en una entrevista que el acuerdo mantenido con las demás partes era que las fuerzas proturcas se detuviesen en Tel Rifat, pero añadió que “si los ataques [de las milicias kurdas] continúan, esto cambiará”. “Estamos tratando este asunto con Rusia”, añadió.
“Los turcos están presionando para crear una zona tapón en Tel Rifat, lo que significa que todas las partes en conflicto lo abandonarán y las fuerzas turcas y rusas conducirán patrullas de vigilancia conjuntas”, explicó a EL PAÍS una fuente cercana al Ejército sirio.
Andrés Mourenza
Natalia Sancha
Estambul / Beirut, El País
Al menos 80 personas han muerto y decenas han resultado heridas en los últimos días en dos ofensivas lanzadas en varios puntos del noroeste de Siria. De las diferentes guerras que se libran dentro de la guerra civil siria, quizás el tablero más complicado es el del noroeste del país, por la multitud de actores: las fuerzas leales a Bachar el Asad, Rusia, Irán, Turquía, las milicias kurdas, la oposición islamista y los herederos de Al Qaeda.
El Ejército regular sirio comenzado este lunes una ofensiva terrestre sobre Idlib, la única de las 14 provincias del país que está casi en su totalidad bajo control rebelde y donde se impusieron a principios de año los yihadistas de Hayat Tahrir al Sham (coalición yihadista liderada por la antigua rama local de Al Qaeda y cuya fuerza se estima en torno a los 20.000 hombres). Tras cinco días de intensos bombardeos de aviones rusos y del régimen, más de 400 ataques y 500 barriles explosivos según el recuento que hace el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, sobre una región que alberga entre 2,5 y 3 millones de civiles, Naciones Unidas ha lamentado “la muerte de 77 civiles y el desplazamiento de más de 150.000 personas”. “Este domingo [por ayer] han muerto 13 civiles y tres hospitales han sido destruidos por los bombardeos rusos y del régimen”, ha denunciado por su parte vía WhatsApp un doctor de la Unión de Organizaciones de Asistencia Médica y Socorro (UOSSM)
Bajo la cobertura de los bombardeos aéreos de aviones rusos y del régimen, el Ejército regular sirio, encabezado por las fuerzas de élite Tigre y con el apoyo de grupos paramilitares afines a Damasco, han avanzado en el norte de la provincia de Hama arrebatando a los islamistas el control de varios pueblos y aproximándose al sur de la región rebelde de Idlib.
“La ofensiva es parcial y no final sobre Idlib”, aseguran sin embargo y desde Damasco fuentes castrenses. “Se trata de una reacción del Gobierno de El Asad porque las negociaciones con la ONU han vuelto a caer en saco roto”, valora por su parte un diplomático europeo en Beirut. Oposición y Gobierno sirios han sido llamados a constituir un comité constitucional de 150 miembros con un bloque de 50 cada uno, y un tercer grupo compuesto por “personalidades neutrales” de la sociedad civil. Son las disensiones sobre los nombres de este último comité las que mantienen encalladas las negociaciones desde finales de 2018.
“Cada vez que se paraliza la vía política, juegan la baza militar para poder volver a la mesa de negociación con nuevas cartas”, apostilla el diplomático. Esta ofensiva tiene lugar 10 días después de que se celebrara la duodécima ronda de negociaciones en Astaná (Kazajistán) bajo el liderazgo ruso y en competición con las auspiciadas por la ONU en Ginebra (Suiza). En Astaná, la delegación rusa echó en cara a los turcos no haber sido capaces de evitar que los yihadistas se hicieran con el control de Idlib.
Crisis humanitaria
En las redes sociales, los activistas antigubernamentales han difundido imágenes de miles de civiles cargados con sus enseres huyendo en vehículos en dirección a Atma, un poblado colindante colindante con Turquía, o hacia los puestos de observación militares desplegados por el Ejército de Ankara, uno de los cuales fue alcanzado por los bombardeos de este fin de semana, causando heridas a dos soldados, según informó el Ministerio de Defensa turco. Se trata de la segunda estampida de civiles en estas tierras después de que en septiembre de 2018 un acuerdo tripartito sellado entre Ankara, Moscú y Teherán lograra frenar una ofensiva final sobre la provincia.
“Desde que HTS se hizo con el control de Idlib se han paralizado todos los proyectos y bloqueado los fondos occidentales alocados a civiles, excepto algunos destinados a emergencia médica o alimenticia”, lamenta desde el anonimato un funcionario de la UE en Beirut.
Turquía teme que los bombardeos rusos y el avance de las fuerzas leales a Damasco arrojen miles de refugiados hacia su frontera —sellada con un muro construido en los últimos años— en un momento en que la crisis económica hace que la población turca vea con recelo la presencia de 3,5 millones de sirios en su país. La ONU calcula que 323.000 personas han debido desplazarse hacia el norte dentro de los territorios controlados por los yihadistas desde el pasado septiembre, 158.000 desde abril.
Expansión turca
Pero Ankara parece resignada a perder toda influencia sobre Idlib y a replegarse hacia el norte de la provincia de Alepo, en torno a las localidades de Afrin, Yarablús y Al Bab conquistadas hace un par de años al Estado Islámico y a las milicias kurdas. Allí, Turquía ha establecido a los restos de facciones adscritas a los rebeldes del Ejército Libre Sirio (ELS), así como a miles de refugiados que han decidido regresar a su país, pero no se atreven a instalarse más allá de las líneas del régimen por simpatizar con la oposición.
De hecho, las facciones sirias leales a Turquía pretenden ampliar el territorio bajo su control y este fin de semana lanzaron a su vez una ofensiva sobre los alrededores de Tel Rifat, el último bolsillo de terreno que controlan las milicias kurdas en la esquina noroeste de Siria y donde también hay presencia de tropas del régimen sirio, según pudo comprobar EL PAÍS en una visita el pasado año.
El sábado, los combatientes del ELS tomaron tres aldeas antes de tener que abandonarlas por el contraataque kurdo con apoyo de la artillería de fuerzas prorrégimen. El vicepresidente de Turquía, Fuat Oktay, dijo durante el fin de semana en una entrevista que el acuerdo mantenido con las demás partes era que las fuerzas proturcas se detuviesen en Tel Rifat, pero añadió que “si los ataques [de las milicias kurdas] continúan, esto cambiará”. “Estamos tratando este asunto con Rusia”, añadió.
“Los turcos están presionando para crear una zona tapón en Tel Rifat, lo que significa que todas las partes en conflicto lo abandonarán y las fuerzas turcas y rusas conducirán patrullas de vigilancia conjuntas”, explicó a EL PAÍS una fuente cercana al Ejército sirio.