Detenidos en Argelia el hermano más poderoso del expresidente Buteflika y dos generales

El jefe del Estado Mayor había acusado de forma indirecta a los tres arrestados de conspirar contra el Ejército

Francisco Peregil
Rabat, El País
La policía argelina detuvo en la tarde de este sábado 4 de mayo a tres hombres que han marcado la historia del país en las últimas décadas. Uno de ellos es Said Buteflika, de 61 años, hermano menor del presidente dimitido, Abdelaziz Buteflika. Said tomó un gran peso político en la sombra desde que su hermano sufrió un infarto cerebral en 2013. Otro de los detenidos es el general en la reserva Mohamed Mediene, alias Tufik, jefe de los poderosos servicios secretos durante un cuarto de siglo (1990-2015). Y el tercero es el general Atmán Tartag, alias Bachir, quien sustituyó a Tufik en los últimos cuatro años y era un fiel aliado de Said Buteflika.


El actual hombre fuerte del país, el jefe del Estado Mayor, el general Ahmed Gaid Salah, de 79 años, había señalado a estos tres hombres sin nombrarlos cuando el pasado 30 de marzo emitió un comunicado donde denunció que personajes “conocidos" habían celebrado una reunión secreta cuyo objetivo era hacer creer a la opinión pública que el pueblo está en contra de la salida que propone el propio Gaid Salah para salir de la crisis. En realidad, la calle estaba y está en contra de la solución que propone el jefe del Ejército. La salida en cuestión pasa por celebrar unas elecciones presidenciales el próximo 4 de julio gestionadas por las mismas autoridades del régimen que controlaron las elecciones de los últimos 20 años, denunciadas por fraudulentas.

Semanas después, Gaid Salah nombró expresamente al general Tufik en un discurso y le advirtió de que debería cesar sus actividades de “compló” o la justicia actuaría sobre él. En cuanto al general Tartag, es tan fiel al clan Buteflika que dimitió de su puesto al mando de la Dirección de los Servicios de Seguridad el mismo día, martes 2 de abril, que Abdelaziz Buteflika dimitió como presidente.

Said Buteflika es uno de los personajes más odiados del país. Y el general Tufik ha sido uno de los más temidos. Pero ese hecho no impide que muchos argelinos interpreten la detención de estos personajes como una simple cortina de humo que vierte el jefe del Ejército para intentar escapar de las críticas. La calle pide una verdadera reforma de las instituciones, y una asamblea provisional que promueva una nueva Constitución. Sin embargo, Gaid Salah se aferra a la actual Ley Fundamental y a unas elecciones presidenciales a las que casi ningún partido relevante de la oposición ni ningún dirigente de la sociedad civil piensan concurrir.

El hecho de que la próxima semana comience el mes de ramadán y después venga el verano podría inducir a pensar que el movimiento de protestas iniciado el 22 de febrero puede verse debilitado. Pero este viernes, el undécimo de protestas, cientos de miles de argelinos volvieron a salir a las calles. Y cada vez más, Gaid Salah se está convirtiendo en el blanco de las críticas. Entre las pancartas y los cánticos coreados en decenas de ciudades argelinas destacaban: “Gaid Salah, cuando decimos que se vaya todo el sistema, eso le afecta a usted”. “No somos ni un reino ni un cuartel”.

Tras conocerse la noticia sobre la detención de Said Buteflika y los dos generales, un cibernauta argelino tuiteó: “Solo falta que Gaid Salah se arreste a sí mismo para que pueda iniciarse una transición seria”. El humorista gráfico Dilem, tal vez el más conocido de la prensa argelina, dibujó una viñeta bajo el título: “Los argelinos comen mucho antes de ramadán”. En ella se ve a Gaid Salah, un hombre de mucho peso, limpiándose la boca con un mondadientes mientras dice: “No me habléis. Me acabo de tragar tres peces gordos”.

El politólogo Adlene Mohammedi tuiteó desde París: “Estas detenciones (de personas que merecerían ser juzgadas, pero de otra forma) no son una buena noticia. Asistimos a un golpe de Estado en beneficio de intereses privados (los de Gaid Salah y sus próximos). (…) Esta justicia expeditiva con fines de propaganda no solo es escandalosa, sino que revela un profundo desprecio por el pueblo argelino. Los argelinos son tratados como carroñeros ávidos de detenciones de oligarcas y de políticos corruptos. Se les quiere calmar así. La maniobra es simple y grosera. En vísperas de ramadán se ofrece a los manifestantes, para anestesiarlos, hombres en cárceles ya expulsados del poder, con el fin de permitir a los que aún están en el poder de mantenerse ahí tranquilamente”.

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