Un bulo empuja a cientos de refugiados hacia la frontera de Grecia con Macedonia del Norte
La policía helena desaloja a 700 migrantes acampados irregularmente en Salónica mientras otro centenar bloquea la estación de tren en Atenas
María Antonia Sánchez-Vallejo
Agencias
Madrid / Atenas
La difusión de un bulo sobre la existencia de una caravana de migrantes para cruzar de Grecia a Macedonia del Norte ha provocado un conato de revuelta en el país heleno. Desde el jueves, unos 700 migrantes se han concentrado en cien tiendas improvisadas alrededor del campamento de Diavatá, a las afueras de la ciudad de Salónica y a poco más de 100 kilómetros de la frontera con el país vecino, respondiendo a un llamamiento difundido en redes sociales que aseguraba que podrían proseguir viaje hacia el centro de Europa (se trata de una noticia falsa, pues la frontera greco-macedonia está cerrada desde primeros de marzo de 2016). La policía empleó gases lacrimógenos para dispersar a los acampados, mientras las autoridades ordenaban el cierre temporal de Diavatá y el resto de campamentos en el continente, de régimen abierto, para evitar nuevos flujos.
Según informa en su versión digital el diario Efymerida ton Syntakton, tras los choques con la policía registrados a lo largo del día, a primera hora de la noche de este viernes se agolpaban en el exterior del campamento de Diavatá unos 2.000 extranjeros, que con cartones y plásticos levantaban precarios cobertizos para pasar la noche, sin desistir de su intención de cruzar la frontera.
Entretanto, en Atenas, un centenar de refugiados —en su mayoría mujeres y niños—, que habían comprado billetes de tren a Salónica para incorporarse a la falsa caravana, han visto impedido su propósito este viernes en la estación central, donde han bloqueado las vías durante horas como protesta. Algunos incluso han echado a andar en paralelo a las mismas con la esperanza de llegar a Diavatá, a más de 700 kilómetros de distancia. Su presencia provocó la cancelación de decenas de trayectos de trenes nacionales y suburbanos. "Alemania" y "abrid las fronteras", gritaban los migrantes, tumbados en las vías, mientras algunos eran retenidos por la Policía. “Queremos ir a Salónica y luego a la frontera", ha explicado a la agencia Reuters Amin Omar, un iraquí de 27 años sentado en las vías. "No sabemos si está abierta", reconoció.
"Pedimos a estas personas que vuelvan a los centros de acogida”, de carácter abierto en la Grecia continental, ha dicho el ministro de Migraciones griego, Dimitris Vitsas, en la televisión estatal ERT. "Es mentira que vayamos a abrir las fronteras. En los tratados internacionales hay obligaciones pero también sanciones", insistió. El ministro lamentó el hecho de que "el 99%" de los inmigrantes congregados en Diavatá sean "víctimas" de la desinformación. "¿Quién comparte esa desinformación? Fundamentalmente los traficantes", señaló.
Según un portavoz del Ministerio de Migración, el llamamiento, así como los rumores de apertura de la frontera, partieron de cuentas falsas en redes sociales que pedían a los refugiados que se uniesen a la "Glitter of Hope Caravan" (Caravana del Brillo de la Esperanza).
No es la primera vez que los refugiados en Grecia son víctimas de la desinformación. En la primavera de 2016, varios bulos arrojaron literalmente a los habitantes del campamento de Idomeni contra las alambradas fronterizas, de donde la policía macedonia los desalojó con perros y gases lacrimógenos. Un pequeño grupo intentó cruzar por su cuenta la frontera por el cauce de un riachuelo que debido a las lluvias bajaba muy crecido. Tres personas murieron ahogadas por el caudal.
La tensión vivida este viernes recuerda los peores momentos de la crisis migratoria, que eclosionó en el verano de 2015 y que en Grecia llegó a un punto de no retorno en marzo de 2016 por dos hechos clave: el cierre unilateral de la ruta de los Balcanes y la entrada en vigor del pacto UE-Turquía. Grecia se vio convertida en una ratonera para unos 60.000 migrantes atrapados, de los que al menos 15.000 se concentran hoy en los centros de detención, en condiciones infrahumanas, en las islas del Egeo –especialmente Lesbos y la olvidada Samos—, principal puerta de entrada a la UE junto con el paso terrestre del río Evros, por el que se han disparado los cruces desde el blindaje del Egeo.
María Antonia Sánchez-Vallejo
Agencias
Madrid / Atenas
La difusión de un bulo sobre la existencia de una caravana de migrantes para cruzar de Grecia a Macedonia del Norte ha provocado un conato de revuelta en el país heleno. Desde el jueves, unos 700 migrantes se han concentrado en cien tiendas improvisadas alrededor del campamento de Diavatá, a las afueras de la ciudad de Salónica y a poco más de 100 kilómetros de la frontera con el país vecino, respondiendo a un llamamiento difundido en redes sociales que aseguraba que podrían proseguir viaje hacia el centro de Europa (se trata de una noticia falsa, pues la frontera greco-macedonia está cerrada desde primeros de marzo de 2016). La policía empleó gases lacrimógenos para dispersar a los acampados, mientras las autoridades ordenaban el cierre temporal de Diavatá y el resto de campamentos en el continente, de régimen abierto, para evitar nuevos flujos.
Según informa en su versión digital el diario Efymerida ton Syntakton, tras los choques con la policía registrados a lo largo del día, a primera hora de la noche de este viernes se agolpaban en el exterior del campamento de Diavatá unos 2.000 extranjeros, que con cartones y plásticos levantaban precarios cobertizos para pasar la noche, sin desistir de su intención de cruzar la frontera.
Entretanto, en Atenas, un centenar de refugiados —en su mayoría mujeres y niños—, que habían comprado billetes de tren a Salónica para incorporarse a la falsa caravana, han visto impedido su propósito este viernes en la estación central, donde han bloqueado las vías durante horas como protesta. Algunos incluso han echado a andar en paralelo a las mismas con la esperanza de llegar a Diavatá, a más de 700 kilómetros de distancia. Su presencia provocó la cancelación de decenas de trayectos de trenes nacionales y suburbanos. "Alemania" y "abrid las fronteras", gritaban los migrantes, tumbados en las vías, mientras algunos eran retenidos por la Policía. “Queremos ir a Salónica y luego a la frontera", ha explicado a la agencia Reuters Amin Omar, un iraquí de 27 años sentado en las vías. "No sabemos si está abierta", reconoció.
"Pedimos a estas personas que vuelvan a los centros de acogida”, de carácter abierto en la Grecia continental, ha dicho el ministro de Migraciones griego, Dimitris Vitsas, en la televisión estatal ERT. "Es mentira que vayamos a abrir las fronteras. En los tratados internacionales hay obligaciones pero también sanciones", insistió. El ministro lamentó el hecho de que "el 99%" de los inmigrantes congregados en Diavatá sean "víctimas" de la desinformación. "¿Quién comparte esa desinformación? Fundamentalmente los traficantes", señaló.
Según un portavoz del Ministerio de Migración, el llamamiento, así como los rumores de apertura de la frontera, partieron de cuentas falsas en redes sociales que pedían a los refugiados que se uniesen a la "Glitter of Hope Caravan" (Caravana del Brillo de la Esperanza).
No es la primera vez que los refugiados en Grecia son víctimas de la desinformación. En la primavera de 2016, varios bulos arrojaron literalmente a los habitantes del campamento de Idomeni contra las alambradas fronterizas, de donde la policía macedonia los desalojó con perros y gases lacrimógenos. Un pequeño grupo intentó cruzar por su cuenta la frontera por el cauce de un riachuelo que debido a las lluvias bajaba muy crecido. Tres personas murieron ahogadas por el caudal.
La tensión vivida este viernes recuerda los peores momentos de la crisis migratoria, que eclosionó en el verano de 2015 y que en Grecia llegó a un punto de no retorno en marzo de 2016 por dos hechos clave: el cierre unilateral de la ruta de los Balcanes y la entrada en vigor del pacto UE-Turquía. Grecia se vio convertida en una ratonera para unos 60.000 migrantes atrapados, de los que al menos 15.000 se concentran hoy en los centros de detención, en condiciones infrahumanas, en las islas del Egeo –especialmente Lesbos y la olvidada Samos—, principal puerta de entrada a la UE junto con el paso terrestre del río Evros, por el que se han disparado los cruces desde el blindaje del Egeo.