Suecia comparte las claves de cómo ganar dinero con la basura
En este país sólo el 0,5% de los desechos se deposita en un relleno sanitario. Utilizan los residuos, además, para producir combustible o electricidad.
Wara Arteaga / La Paz
El dinero lo puede comprar casi todo: alimentos, electrodomésticos, muebles, ropa y medicina. Pero no puede hacer nada contra el impacto ambiental que generan todos estos objetos cuando se convierten en basura, en líquidos lixiviados o en gases tóxicos. Hace más de 40 años, Suecia se planteó resolver este problema y maneja hoy una estrategia clave para evitar la contaminación ambiental: “ganar, ganar y ganar”.
El éxito es tal que a pesar de ser un país consumista, sólo un 0,5% de los desechos que producen las casas son depositados en un botadero. Todas las otras cantidades de residuos son reutilizadas o recicladas e incluso importan basura de países aledaños.
Según Jonas Röttorp, experto del Instituto Sueco de Medio Ambiente, la tarea de reducir la basura que llega a los botaderos, la selección de los residuos a partir de los hogares y otras medidas para reducir el impacto ambiental se iniciaron alrededor de 1980.
El cambio llegó por obligación. Los rellenos sanitarios estaban llenos, representaban un gran costo económico y desprendían un fuerte olor, incluso anticipan un fuerte daño a la tierra, según el experto.
En un momento dado un relleno sanitario era la solución ideal, pues antes la basura se acumulaba en las calles por lo que Suecia enfrentó un brote de cólera (1824) que levantó una de las primeras alarmas para alejar los desechos de las casas. Ya en 1935, los residuos orgánicos (cáscaras de frutas y verduras) alimentaban a los cerdos y los residuos industriales eran depositados en el mar o en el área rural.
Entre 1960 y 80 organizaron los rellenos por capas para la colección y el tratamiento de lixiviados. Al finalizar esa etapa, ya se buscaba soluciones alternativas a los rellenos sanitarios.
Pero uno de los cambios más drásticos empezó por el cambio de una norma. Entre 1994 y 1997 se asignó a los productores e importadores la responsabilidad final de los productos y empaques.
“Los productores se dividen en dos. Los productores que tienen una fábrica, por ejemplo Volvo que produce autos, tiene que correr con los gastos cuando termina la vida útil del producto”, dice el experto. Explica que el segundo grupo está compuesto por los importadores que llevan productos a Suecia. “La compañía es responsable del manejo de los residuos en lo posterior”, añade.
En el caso de Volvo, por ejemplo, los autos son diseñados para ser reciclados. Así se reutiliza y se descarta botar grandes cantidades de desechos.
Entre 2000 y 2006 se realizaron nuevos reglamentos para el manejo de los rellenos sanitarios; por ejemplo, se prohibió el ingreso de residuos orgánicos a estos botaderos.
En Suecia, los habitantes separan la basura todos los días, seleccionan los desechos orgánicos e inorgánicos. Después estos últimos ingresan a otro proceso de clasificación, se separan plásticos, papeles y vidrios.
En las calles existe un contenedor diferenciado por cada 1.500 habitantes, es decir que una persona debe caminar cerca de 100 metros para encontrar una estación. Realizar todo este proceso no tiene ningún costo, pero no hacerlo eleva los impuestos. “Con una separación adecuada de residuos se gana dinero, en vez de pagar un costo adicional por manejar la basura”, dice.
Un dato que demuestra la veracidad de las palabras de Röttorp es que, por ejemplo, el cartón se puede vender por 140 dólares por tonelada; los periódicos tienen un precio internacional de 120 dólares por tonelada; los residuos de maderas, que ingresan a un proceso de conversión en pellets, se venden a 320 dólares la tonelada y las botellas PET tienen un costo de 120 dólares por tonelada.
Los residuos orgánicos tienen dos opciones de tratamiento, como compostaje o biogás, mediante un tratamiento de digestión anaeróbica. El proceso es similar al que utilizan para el tratamiento de aguas residuales.
Con el apoyo de digestores de biogás, se puede producir combustible o electricidad. Actualmente, los buses de transporte público en Estocolmo operan con biogás.
Una de las últimas opciones que usan es la de los incineradores, Röttorp aclara que no producen un impacto ambiental con un adecuado tratamiento de los gases y pueden ser útiles para generar electricidad.
Wara Arteaga / La Paz
El dinero lo puede comprar casi todo: alimentos, electrodomésticos, muebles, ropa y medicina. Pero no puede hacer nada contra el impacto ambiental que generan todos estos objetos cuando se convierten en basura, en líquidos lixiviados o en gases tóxicos. Hace más de 40 años, Suecia se planteó resolver este problema y maneja hoy una estrategia clave para evitar la contaminación ambiental: “ganar, ganar y ganar”.
El éxito es tal que a pesar de ser un país consumista, sólo un 0,5% de los desechos que producen las casas son depositados en un botadero. Todas las otras cantidades de residuos son reutilizadas o recicladas e incluso importan basura de países aledaños.
Según Jonas Röttorp, experto del Instituto Sueco de Medio Ambiente, la tarea de reducir la basura que llega a los botaderos, la selección de los residuos a partir de los hogares y otras medidas para reducir el impacto ambiental se iniciaron alrededor de 1980.
El cambio llegó por obligación. Los rellenos sanitarios estaban llenos, representaban un gran costo económico y desprendían un fuerte olor, incluso anticipan un fuerte daño a la tierra, según el experto.
En un momento dado un relleno sanitario era la solución ideal, pues antes la basura se acumulaba en las calles por lo que Suecia enfrentó un brote de cólera (1824) que levantó una de las primeras alarmas para alejar los desechos de las casas. Ya en 1935, los residuos orgánicos (cáscaras de frutas y verduras) alimentaban a los cerdos y los residuos industriales eran depositados en el mar o en el área rural.
Entre 1960 y 80 organizaron los rellenos por capas para la colección y el tratamiento de lixiviados. Al finalizar esa etapa, ya se buscaba soluciones alternativas a los rellenos sanitarios.
Pero uno de los cambios más drásticos empezó por el cambio de una norma. Entre 1994 y 1997 se asignó a los productores e importadores la responsabilidad final de los productos y empaques.
“Los productores se dividen en dos. Los productores que tienen una fábrica, por ejemplo Volvo que produce autos, tiene que correr con los gastos cuando termina la vida útil del producto”, dice el experto. Explica que el segundo grupo está compuesto por los importadores que llevan productos a Suecia. “La compañía es responsable del manejo de los residuos en lo posterior”, añade.
En el caso de Volvo, por ejemplo, los autos son diseñados para ser reciclados. Así se reutiliza y se descarta botar grandes cantidades de desechos.
Entre 2000 y 2006 se realizaron nuevos reglamentos para el manejo de los rellenos sanitarios; por ejemplo, se prohibió el ingreso de residuos orgánicos a estos botaderos.
En Suecia, los habitantes separan la basura todos los días, seleccionan los desechos orgánicos e inorgánicos. Después estos últimos ingresan a otro proceso de clasificación, se separan plásticos, papeles y vidrios.
En las calles existe un contenedor diferenciado por cada 1.500 habitantes, es decir que una persona debe caminar cerca de 100 metros para encontrar una estación. Realizar todo este proceso no tiene ningún costo, pero no hacerlo eleva los impuestos. “Con una separación adecuada de residuos se gana dinero, en vez de pagar un costo adicional por manejar la basura”, dice.
Un dato que demuestra la veracidad de las palabras de Röttorp es que, por ejemplo, el cartón se puede vender por 140 dólares por tonelada; los periódicos tienen un precio internacional de 120 dólares por tonelada; los residuos de maderas, que ingresan a un proceso de conversión en pellets, se venden a 320 dólares la tonelada y las botellas PET tienen un costo de 120 dólares por tonelada.
Los residuos orgánicos tienen dos opciones de tratamiento, como compostaje o biogás, mediante un tratamiento de digestión anaeróbica. El proceso es similar al que utilizan para el tratamiento de aguas residuales.
Con el apoyo de digestores de biogás, se puede producir combustible o electricidad. Actualmente, los buses de transporte público en Estocolmo operan con biogás.
Una de las últimas opciones que usan es la de los incineradores, Röttorp aclara que no producen un impacto ambiental con un adecuado tratamiento de los gases y pueden ser útiles para generar electricidad.