Japón experimenta problemas técnicos por el cambio de emperador
Ben Dooley y Makiko Inoue y Hisako Ueno
Infgobae
Datos perdidos. Correos electrónicos que se esfuman. Servidores que jamás se conectan.
Todo gracias al ascenso de un nuevo emperador al Trono del Crisantemo.
Japón se apresura a actualizar el software, revisar los formatos e imprimir nuevos calendarios antes del 1 de mayo, cuando la tercera economía más grande del mundo comience una nueva era imperial. Para la mayoría del resto del mundo, seguirá siendo el año 2019 cuando el reloj marque la medianoche. En todo Japón, que depende internamente de un calendario antiguo que honra al emperador reinante, será el primer día del primer año de la era de Reiwa.
La nueva era, bautizada hace tan solo unas semanas, obligará a que la extensa burocracia del país literalmente regrese el tiempo al año uno. Los expertos lo comparan con la amenaza digital antes de la llegada del año 2000 (Y2K), aunque a una escala mucho menor y con menos consecuencias.
"El cambio del nombre de la era tendrá un gran impacto en las grandes empresas que tienen sistemas complicados", dijo Gaku Moriya, subdirector de innovación en tecnología de la información del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón (METI, por su sigla en inglés).
Lo más probable es que las grandes empresas con sistemas relativamente modernos se enfrenten al cambio con aplomo. Aun así, todavía no está del todo claro cuáles serán todas las consecuencias y, para muchos, el cambio no será barato. Todos los formatos de gobierno, incluyendo las declaraciones fiscales y los registros matrimoniales, utilizan el calendario imperial, por lo que para las empresas y los funcionarios de gobierno resulta imposible evadirlo.
La ciudad de Nagoya, un centro industrial en la zona central de Japón, calcula que gastará alrededor de 4,3 millones de dólares preparándose para la nueva era. En la ciudad de Koga, funcionarios que se alistaban para el cambio accidentalmente borraron 1650 recibos del servicio de agua. Estafadores han enviado cartas dirigidas a personas ancianas en las que les dicen que envíen su información personal para asegurarse de que sus cuentas bancarias formen parte de la transición, de acuerdo con NHK, el organismo de radiodifusión nacional.
Para las empresas que no puedan ponerse al corriente con su documentación antes de la fecha límite, el METI recomienda una solución tradicional: corregir los documentos con sellos de goma que tengan los caracteres japoneses del nuevo año.
En una pequeña fábrica en las afueras de Tokio, tan solo tres días después de que se anunciara el nombre de "Reiwa", Osamu Takiguchi y un equipo de casi veinte personas trabajaron horas extras para abastecer los pedidos de sellos, un producto distintivamente japonés.
"Se nos acabó el caucho en los primeros tres días", dijo Takiguchi, director general de Hanko 21, una cadena de artículos de oficina propietaria de la fábrica. Comentó que estaba considerando contratar empleados temporales para que ayuden con los pedidos de último momento que esperaba tener a finales de este mes.
Los dolores de cabeza han abierto un diálogo nacional acerca de si por fin es hora de que Japón comience a usar el calendario gregoriano para todo. El país utiliza el calendario gregoriano cuando trata con otros países y coordina eventos globales, como las Olimpiadas de 2020. La mayoría de la gente también lo ha adoptado en sus vidas.
Un abogado, Jiro Yamane, incluso ha demandado al gobierno por el cambio, argumentando que obligar a la gente a medir el tiempo según la vida del emperador viola su derecho constitucional a la dignidad individual.
"¿Por qué los japoneses se han aferrado tanto a ese sistema?", agregó.
Quizá solo se deba a que a Japón le cuesta trabajo cambiar. El país aún depende de las máquinas de fax. Es uno de los últimos lugares del mundo donde Tower Records, la tienda de música alguna vez icónica, ha permanecido abierta y sigue vendiendo discos compactos.
Los japoneses adoptaron el calendario imperial de los chinos en el siglo VII, y desde finales de la década de los setenta se ha exigido que las agencias de gobierno lo usen. Otros países de la región, entre ellos China, han progresado y adoptado el calendario gregoriano para los asuntos oficiales.
Japón no ha tenido que enfrentar un cambio de calendario en toda una generación, y eso fue antes de la era de la computación de alta velocidad.
En 1989, cuando el calendario cambió de la era de Showa a la de Heisei, el anuncio se hizo el mismo día en que murió el emperador Hirohito. En cuestión de veinticuatro horas, se hizo a mano gran parte del remplazo inicial de señalizaciones y actualización de formatos.
Esta vez, la transición ha sido más ordenada. La fecha de abdicación para el emperador actual, Akihito, se anunció a finales de 2017, por lo que el país tuvo casi dieciocho meses para prepararse.
Muchos no lo hicieron. Hasta marzo, una quinta parte de las más de 2700 empresas encuestadas por el METI no había tomado medidas con el fin de prepararse para el cambio, señaló la agencia. Los funcionarios acrecentaron el problema manteniendo en secreto el nombre de la nueva era hasta el 1 de abril, tan solo un mes antes de la transición.
En algunos casos, los administradores de sistemas quizá deban actualizar sistemas operativos casi tan viejos como la era de Heisei. Aunque el cambio podría ser incómodo o costoso, también podría obligar a que más empresas se actualicen, dijo Moriya.
"Algunas empresas japonesas han utilizado el mismo sistema durante dos o tres décadas", comentó. "El interior del sistema se ha convertido en una caja negra".
Copyright: 2019 New York Times News Service
Infgobae
Datos perdidos. Correos electrónicos que se esfuman. Servidores que jamás se conectan.
Todo gracias al ascenso de un nuevo emperador al Trono del Crisantemo.
Japón se apresura a actualizar el software, revisar los formatos e imprimir nuevos calendarios antes del 1 de mayo, cuando la tercera economía más grande del mundo comience una nueva era imperial. Para la mayoría del resto del mundo, seguirá siendo el año 2019 cuando el reloj marque la medianoche. En todo Japón, que depende internamente de un calendario antiguo que honra al emperador reinante, será el primer día del primer año de la era de Reiwa.
La nueva era, bautizada hace tan solo unas semanas, obligará a que la extensa burocracia del país literalmente regrese el tiempo al año uno. Los expertos lo comparan con la amenaza digital antes de la llegada del año 2000 (Y2K), aunque a una escala mucho menor y con menos consecuencias.
"El cambio del nombre de la era tendrá un gran impacto en las grandes empresas que tienen sistemas complicados", dijo Gaku Moriya, subdirector de innovación en tecnología de la información del Ministerio de Economía, Comercio e Industria de Japón (METI, por su sigla en inglés).
Lo más probable es que las grandes empresas con sistemas relativamente modernos se enfrenten al cambio con aplomo. Aun así, todavía no está del todo claro cuáles serán todas las consecuencias y, para muchos, el cambio no será barato. Todos los formatos de gobierno, incluyendo las declaraciones fiscales y los registros matrimoniales, utilizan el calendario imperial, por lo que para las empresas y los funcionarios de gobierno resulta imposible evadirlo.
La ciudad de Nagoya, un centro industrial en la zona central de Japón, calcula que gastará alrededor de 4,3 millones de dólares preparándose para la nueva era. En la ciudad de Koga, funcionarios que se alistaban para el cambio accidentalmente borraron 1650 recibos del servicio de agua. Estafadores han enviado cartas dirigidas a personas ancianas en las que les dicen que envíen su información personal para asegurarse de que sus cuentas bancarias formen parte de la transición, de acuerdo con NHK, el organismo de radiodifusión nacional.
Para las empresas que no puedan ponerse al corriente con su documentación antes de la fecha límite, el METI recomienda una solución tradicional: corregir los documentos con sellos de goma que tengan los caracteres japoneses del nuevo año.
En una pequeña fábrica en las afueras de Tokio, tan solo tres días después de que se anunciara el nombre de "Reiwa", Osamu Takiguchi y un equipo de casi veinte personas trabajaron horas extras para abastecer los pedidos de sellos, un producto distintivamente japonés.
"Se nos acabó el caucho en los primeros tres días", dijo Takiguchi, director general de Hanko 21, una cadena de artículos de oficina propietaria de la fábrica. Comentó que estaba considerando contratar empleados temporales para que ayuden con los pedidos de último momento que esperaba tener a finales de este mes.
Los dolores de cabeza han abierto un diálogo nacional acerca de si por fin es hora de que Japón comience a usar el calendario gregoriano para todo. El país utiliza el calendario gregoriano cuando trata con otros países y coordina eventos globales, como las Olimpiadas de 2020. La mayoría de la gente también lo ha adoptado en sus vidas.
Un abogado, Jiro Yamane, incluso ha demandado al gobierno por el cambio, argumentando que obligar a la gente a medir el tiempo según la vida del emperador viola su derecho constitucional a la dignidad individual.
"¿Por qué los japoneses se han aferrado tanto a ese sistema?", agregó.
Quizá solo se deba a que a Japón le cuesta trabajo cambiar. El país aún depende de las máquinas de fax. Es uno de los últimos lugares del mundo donde Tower Records, la tienda de música alguna vez icónica, ha permanecido abierta y sigue vendiendo discos compactos.
Los japoneses adoptaron el calendario imperial de los chinos en el siglo VII, y desde finales de la década de los setenta se ha exigido que las agencias de gobierno lo usen. Otros países de la región, entre ellos China, han progresado y adoptado el calendario gregoriano para los asuntos oficiales.
Japón no ha tenido que enfrentar un cambio de calendario en toda una generación, y eso fue antes de la era de la computación de alta velocidad.
En 1989, cuando el calendario cambió de la era de Showa a la de Heisei, el anuncio se hizo el mismo día en que murió el emperador Hirohito. En cuestión de veinticuatro horas, se hizo a mano gran parte del remplazo inicial de señalizaciones y actualización de formatos.
Esta vez, la transición ha sido más ordenada. La fecha de abdicación para el emperador actual, Akihito, se anunció a finales de 2017, por lo que el país tuvo casi dieciocho meses para prepararse.
Muchos no lo hicieron. Hasta marzo, una quinta parte de las más de 2700 empresas encuestadas por el METI no había tomado medidas con el fin de prepararse para el cambio, señaló la agencia. Los funcionarios acrecentaron el problema manteniendo en secreto el nombre de la nueva era hasta el 1 de abril, tan solo un mes antes de la transición.
En algunos casos, los administradores de sistemas quizá deban actualizar sistemas operativos casi tan viejos como la era de Heisei. Aunque el cambio podría ser incómodo o costoso, también podría obligar a que más empresas se actualicen, dijo Moriya.
"Algunas empresas japonesas han utilizado el mismo sistema durante dos o tres décadas", comentó. "El interior del sistema se ha convertido en una caja negra".
Copyright: 2019 New York Times News Service