Machado de Assis: historia de un escritor genial e injustamente olvidado
Este año cumpliría 180 años uno de los más grandes escritores del SXIX, cumbre de las letras brasileñas y autor de uno de los mejores libros satíricos que se hayan hecho, “Memorias Póstumas de Bras Cubas”. Un recorrido por sus obras imprescindibles
Hernán Schell
Infobae
En 1990 la afamada ensayista Susan Sontag nos pedía que imagináramos un escritor de decenas de relatos cortos, crónicas políticas, cuentos breves y extensos y varias novelas, cuyos trabajos podrían ubicarse fácilmente entre las más grandes escritas en la historia de la literatura. El escritor al que se refería Sontag con tamaño panegírico era a Machado de Assis, y si en alguna medida nos pedía que lo imagináramos primero es porque sabía que una buena parte de sus lectores no tenía la menor idea de quién era.
Sucede que Machado de Assis fue, durante décadas, más un fenómeno local que otra cosa. Nacido en Brasil en 1939 y muerto en 1908, empezó a publicar a una edad muy temprana (16 años tenía cuando le publican su primer poema), y no paró de escribir hasta el final de su vida. Hizo nueve novelas, más de 200 cuentos, diez obras de teatro, fundó una revista, tuvo altos cargos como funcionario público (llegó a ser el presidente fundador de la Academia de Lenguas de su país) y fue un ávido cronista de su tiempo en donde se dedicó a escribir sobre cuanto tema tenía adelante utilizando muchos pseudónimos distintos (Gil, Job, Platao y Dr. Semana, Manasses).
A su prolífica carrera conocida, hay que agregarle una buena cantidad de escritos de Machado de Assis que quedaron perdidos, como la lírica de una ópera llamada Pipelt, que el escritor concibió a los 20 años, y cuya obra original se extravió. No es el único aspecto de Machado de Assis que en alguna medida quedó en el misterio. Sus aspectos biográficos han sido ocasión de confusiones y enigmas, sobre todo en lo que respecta a su niñez. Por ejemplo, en el mencionado ensayo de Sontag, la escritora le atribuye a Machado de Assis una vida casi heroíca en la que tuvo que atravesar una cantidad importante de adversidades. Habla de él como hijo de esclavos, con graves problemas de salud que fue abriéndose en la vida gracias a su persistencia y un intelecto privilegiado.
Existen incluso dentro de Brasil versiones que ubican a Machado como una suerte de héroe social, que logra pasar de la peor de las miserias al más grande prestigio. Sin embargo, el biógrafo de Machado de Assis Antonio Cándido, dice que el escritor tuvo como única aflicción real su condición de epiléptico y su temprana tartamudez, pero que su vida fue "antes plácida que tumultuosa". Machado de Assis, por empezar, no era hijo de esclavos sino nieto de ellos, su padre fue un obrero pintor de una posición humilde y su madre lavandera. Ambos tenían una vida modesta pero no paupérrima, que le permitió a Machado de Assis tener una infancia exenta de toda miseria.
Así y todo, estas cuestiones biográficas aún siguen y posiblemente seguirán siempre en discusión. Uno de los aspectos por los que sucede esto es que el mismo Machado de Assis era dueño de un carácter lacónico y extremadamente reservado, al que poco y nada le importaba hablar de si mismo o de sus logros. Lo que si se sabe de él es que fue un prosista extraordinario, que admiró profundamente a dos escritores satíricos europeos como Jonathan Swift y Lawrence Sterne, de los cuales tomaría muchísimo para desarrollar sus obras posteriores. También que nunca salió de su tierra natal y que su vida estuvo atravesada por un interés por el mundo político y social de su país. Esto explica y mucho tanto el tono como las temáticas de muchos relatos suyos.
Varios cuentos de Machado de Assis son historias satíricas en las que se ridiculiza la alta burguesía brasilera y se parodian los relatos sentimentales. En otros casos, nos encontramos con cuentos durísimos y magistrales como Padre contra madre, en el cual se relata con una desesperación ejemplar el oficio de un "buscador de esclavos" que se encarga de devolver a esta gente a sus respectivos "dueños". Allí Machado nos narra con una distancia tremenda tanto el sufrimiento de una esclava hallada que huía de su amo como la seguridad de su buscador de estar haciendo simplemente su trabajo. La carencia de juicio moral de Machado de Assis vuelve a este cuento un hecho terrible en el cual uno como lector ve una situación espantosa en la que una esclava sufre su condición y su captor normalizó una práctica inhumana.
Este tipo de mirada de lo terrible se repite en varios relatos de Machado de Assis, donde encontramos personas o sociedades enteras que sencillamente han aceptado un estado de demencia como algo completamente natural. Dicho estado llega al paroxismo en esa obra maestra mayor del cuento que es El Alienista. Allí, el escritor nos habla de un profesional de la salud mental del SIXX que se dispone a poner un manicomio en la pequeña ciudad de Itaguaí. Desde esta Institución, el doctor empieza a obsesionarse con la idea de normalidad y locura, y a meter en su manicomio a cualquier persona que él considere demente. El problema es que estos internos terminan constituyendo a casi todos los habitantes del pueblo.
Articulado en 13 capítulos, se trata de un cuento sublime, dueño de una ambición desmedida y un humor extraordinario, en el que Machado de Assis reflexiona sobre la relatividad de la normalidad y la locura, los monstruos que puede producir el cientificismo aplicado a todos los órdenes de la vida, y el misterio de la autoridad así como la adicción al poder. Un relato atravesado por un registro realista que poco a poco va corriéndose hacia lo satírico y la fantasía desatada, que recuerda a la ya mencionada literatura humorística y furiosa de Swift (a quien Machado de Assis homenajea de paso de forma explícita en La Serenísima República, otro de sus relatos más célebres y perfectos). Más allá de esos relatos magistrales, es posible de todos modos que lo más célebre de su obra esté dada por su trilogía realista compuesta por Memorias Póstumas de Bras Cubas, Dom Casmurro y Quincas Borbas.
De estas, para muchos Memorias Póstumas… resulta no sólo lo mejor que escribió sino la mayor cumbre de la literatura brasilera. Allí un hombre (el Bras Cubas del título) nos escribe sus memorias después de muerto, repasando algunos aspectos de su vida desde su niñez hasta los últimos días de su vida, esbozando pensamientos aislados que intentan formar como puede una filosofía existencial. Un planteo así podría hacer pensar en un libro místico que hable sobre la existencia de ultratumba, y un relato extenso donde un hombre repasa aventuras, amores y revelaciones desde su sabia experiencia. Sin embargo, Machado invierte las expectativas con una habilidad y un sentido del humor admirable. Como bien indicó alguna vez Harold Bloom, en Memorias Póstumas… no hay ninguna mención a ninguna vida en el Más allá, lo que es una forma cómica y sutil por parte del autor de señalar que no cree que haya nada después de la muerte. A este espíritu de desencanto se le suma otro más grande: que la vida de Bras Cubas no parece ir hacia nada espectacular. Al contrario: casi toda aventura, toda decisión osada, todo momento espectacular parece ser rehuido por el protagonista, o bien por sus propias decisiones, o bien por la mala suerte, o bien por el propio contexto que le tocó en gracia.
Frente a esto al protagonista sólo parece quedarle una cosa: adornar hechos de su vida con pensamientos o reflexiones, y con una escritura lúdica que va y viene en los hechos, que puede contradecirse en un mismo párrafo (Machado de Assis es uno de los grandes maestros de las oraciones largas), que pide disculpas al lector si lo que dijo es aburrido o irrelevante; y que imagina de vez en cuando filosofías de vida o pensamientos que no puede explicar del todo. Este tipo de narración (o anti-narración) dispersa, recuerda inevitablemente a Lawrence Sterne y su esencial Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, escritor al que Machado de Assis menciona claramente como influencia de sus Memorias Póstumas de Bras Cubas.
Sin embargo, si Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy es un libro con vocación de eternidad, en el cual un escritor juega a dispersarse tanto que pareciera poder escribir por siempre un libro que podría ser interminable, las Memorias Póstumas de Bras Cubas parece ser hecho por un protagonista que está desesperado por escribir más de lo que tiene para decir y de lo que ha vivido. Por eso también la ironía de un libro este, que concentra la insólita cantidad de 160 capítulos en 200 páginas, estructura producto de alguien que escribe capítulos breves porque las ideas o los hechos que quiere describir nunca terminan de completarse bien. El efecto final termina siendo un texto que empieza teniendo un matiz humorístico y que va virando a un tono cada vez más desesperado y melancólico, también un libro de una originalidad rabiosa que es tanto un ejercicio de estilo como un retrato del tiempo en el que vivió Machado de Assis (en este libro podemos contemplar su descripción de la vida política en Brasil, los tiempos de la naturalización de la esclavitud, y las costumbres burguesas).
Para muchos, se trata de una de las mayores obras literarias de latinoamérica, y Susan Sontag, en el mencionado ensayo del principio, está segura de que hubiera tenido una mucha mayor repercusión internacional si ese libro se hubiera publicado en algún país europeo con mayor tradición literaria. Por supuesto, esto último es un contrafáctico. Que llevó a que el quizás sea el libro más importante de la literatura de Brasil haya tomado 80 años en ser traducido al español (se publicó en 1880 y recién se tradujo en 1960) es un misterio. Lo que se sabe es que ahora tanto este como el resto de la trilogía realista de Machado de Assis y los cuentos mencionados en este artículo están accesibles también para el público hispanoparlante. Hoy su figura, si bien más conocida que lo que era cuando Sontag escribió ese artículo en 1990, es aún algo ignorada fuera de su Brasil natal. Esta nota ha sido una humilde contribución para que se popularice un poco más a un escritor enorme.
Hernán Schell
Infobae
En 1990 la afamada ensayista Susan Sontag nos pedía que imagináramos un escritor de decenas de relatos cortos, crónicas políticas, cuentos breves y extensos y varias novelas, cuyos trabajos podrían ubicarse fácilmente entre las más grandes escritas en la historia de la literatura. El escritor al que se refería Sontag con tamaño panegírico era a Machado de Assis, y si en alguna medida nos pedía que lo imagináramos primero es porque sabía que una buena parte de sus lectores no tenía la menor idea de quién era.
Sucede que Machado de Assis fue, durante décadas, más un fenómeno local que otra cosa. Nacido en Brasil en 1939 y muerto en 1908, empezó a publicar a una edad muy temprana (16 años tenía cuando le publican su primer poema), y no paró de escribir hasta el final de su vida. Hizo nueve novelas, más de 200 cuentos, diez obras de teatro, fundó una revista, tuvo altos cargos como funcionario público (llegó a ser el presidente fundador de la Academia de Lenguas de su país) y fue un ávido cronista de su tiempo en donde se dedicó a escribir sobre cuanto tema tenía adelante utilizando muchos pseudónimos distintos (Gil, Job, Platao y Dr. Semana, Manasses).
A su prolífica carrera conocida, hay que agregarle una buena cantidad de escritos de Machado de Assis que quedaron perdidos, como la lírica de una ópera llamada Pipelt, que el escritor concibió a los 20 años, y cuya obra original se extravió. No es el único aspecto de Machado de Assis que en alguna medida quedó en el misterio. Sus aspectos biográficos han sido ocasión de confusiones y enigmas, sobre todo en lo que respecta a su niñez. Por ejemplo, en el mencionado ensayo de Sontag, la escritora le atribuye a Machado de Assis una vida casi heroíca en la que tuvo que atravesar una cantidad importante de adversidades. Habla de él como hijo de esclavos, con graves problemas de salud que fue abriéndose en la vida gracias a su persistencia y un intelecto privilegiado.
Existen incluso dentro de Brasil versiones que ubican a Machado como una suerte de héroe social, que logra pasar de la peor de las miserias al más grande prestigio. Sin embargo, el biógrafo de Machado de Assis Antonio Cándido, dice que el escritor tuvo como única aflicción real su condición de epiléptico y su temprana tartamudez, pero que su vida fue "antes plácida que tumultuosa". Machado de Assis, por empezar, no era hijo de esclavos sino nieto de ellos, su padre fue un obrero pintor de una posición humilde y su madre lavandera. Ambos tenían una vida modesta pero no paupérrima, que le permitió a Machado de Assis tener una infancia exenta de toda miseria.
Así y todo, estas cuestiones biográficas aún siguen y posiblemente seguirán siempre en discusión. Uno de los aspectos por los que sucede esto es que el mismo Machado de Assis era dueño de un carácter lacónico y extremadamente reservado, al que poco y nada le importaba hablar de si mismo o de sus logros. Lo que si se sabe de él es que fue un prosista extraordinario, que admiró profundamente a dos escritores satíricos europeos como Jonathan Swift y Lawrence Sterne, de los cuales tomaría muchísimo para desarrollar sus obras posteriores. También que nunca salió de su tierra natal y que su vida estuvo atravesada por un interés por el mundo político y social de su país. Esto explica y mucho tanto el tono como las temáticas de muchos relatos suyos.
Varios cuentos de Machado de Assis son historias satíricas en las que se ridiculiza la alta burguesía brasilera y se parodian los relatos sentimentales. En otros casos, nos encontramos con cuentos durísimos y magistrales como Padre contra madre, en el cual se relata con una desesperación ejemplar el oficio de un "buscador de esclavos" que se encarga de devolver a esta gente a sus respectivos "dueños". Allí Machado nos narra con una distancia tremenda tanto el sufrimiento de una esclava hallada que huía de su amo como la seguridad de su buscador de estar haciendo simplemente su trabajo. La carencia de juicio moral de Machado de Assis vuelve a este cuento un hecho terrible en el cual uno como lector ve una situación espantosa en la que una esclava sufre su condición y su captor normalizó una práctica inhumana.
Este tipo de mirada de lo terrible se repite en varios relatos de Machado de Assis, donde encontramos personas o sociedades enteras que sencillamente han aceptado un estado de demencia como algo completamente natural. Dicho estado llega al paroxismo en esa obra maestra mayor del cuento que es El Alienista. Allí, el escritor nos habla de un profesional de la salud mental del SIXX que se dispone a poner un manicomio en la pequeña ciudad de Itaguaí. Desde esta Institución, el doctor empieza a obsesionarse con la idea de normalidad y locura, y a meter en su manicomio a cualquier persona que él considere demente. El problema es que estos internos terminan constituyendo a casi todos los habitantes del pueblo.
Articulado en 13 capítulos, se trata de un cuento sublime, dueño de una ambición desmedida y un humor extraordinario, en el que Machado de Assis reflexiona sobre la relatividad de la normalidad y la locura, los monstruos que puede producir el cientificismo aplicado a todos los órdenes de la vida, y el misterio de la autoridad así como la adicción al poder. Un relato atravesado por un registro realista que poco a poco va corriéndose hacia lo satírico y la fantasía desatada, que recuerda a la ya mencionada literatura humorística y furiosa de Swift (a quien Machado de Assis homenajea de paso de forma explícita en La Serenísima República, otro de sus relatos más célebres y perfectos). Más allá de esos relatos magistrales, es posible de todos modos que lo más célebre de su obra esté dada por su trilogía realista compuesta por Memorias Póstumas de Bras Cubas, Dom Casmurro y Quincas Borbas.
De estas, para muchos Memorias Póstumas… resulta no sólo lo mejor que escribió sino la mayor cumbre de la literatura brasilera. Allí un hombre (el Bras Cubas del título) nos escribe sus memorias después de muerto, repasando algunos aspectos de su vida desde su niñez hasta los últimos días de su vida, esbozando pensamientos aislados que intentan formar como puede una filosofía existencial. Un planteo así podría hacer pensar en un libro místico que hable sobre la existencia de ultratumba, y un relato extenso donde un hombre repasa aventuras, amores y revelaciones desde su sabia experiencia. Sin embargo, Machado invierte las expectativas con una habilidad y un sentido del humor admirable. Como bien indicó alguna vez Harold Bloom, en Memorias Póstumas… no hay ninguna mención a ninguna vida en el Más allá, lo que es una forma cómica y sutil por parte del autor de señalar que no cree que haya nada después de la muerte. A este espíritu de desencanto se le suma otro más grande: que la vida de Bras Cubas no parece ir hacia nada espectacular. Al contrario: casi toda aventura, toda decisión osada, todo momento espectacular parece ser rehuido por el protagonista, o bien por sus propias decisiones, o bien por la mala suerte, o bien por el propio contexto que le tocó en gracia.
Frente a esto al protagonista sólo parece quedarle una cosa: adornar hechos de su vida con pensamientos o reflexiones, y con una escritura lúdica que va y viene en los hechos, que puede contradecirse en un mismo párrafo (Machado de Assis es uno de los grandes maestros de las oraciones largas), que pide disculpas al lector si lo que dijo es aburrido o irrelevante; y que imagina de vez en cuando filosofías de vida o pensamientos que no puede explicar del todo. Este tipo de narración (o anti-narración) dispersa, recuerda inevitablemente a Lawrence Sterne y su esencial Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy, escritor al que Machado de Assis menciona claramente como influencia de sus Memorias Póstumas de Bras Cubas.
Sin embargo, si Vida y opiniones del caballero Tristram Shandy es un libro con vocación de eternidad, en el cual un escritor juega a dispersarse tanto que pareciera poder escribir por siempre un libro que podría ser interminable, las Memorias Póstumas de Bras Cubas parece ser hecho por un protagonista que está desesperado por escribir más de lo que tiene para decir y de lo que ha vivido. Por eso también la ironía de un libro este, que concentra la insólita cantidad de 160 capítulos en 200 páginas, estructura producto de alguien que escribe capítulos breves porque las ideas o los hechos que quiere describir nunca terminan de completarse bien. El efecto final termina siendo un texto que empieza teniendo un matiz humorístico y que va virando a un tono cada vez más desesperado y melancólico, también un libro de una originalidad rabiosa que es tanto un ejercicio de estilo como un retrato del tiempo en el que vivió Machado de Assis (en este libro podemos contemplar su descripción de la vida política en Brasil, los tiempos de la naturalización de la esclavitud, y las costumbres burguesas).
Para muchos, se trata de una de las mayores obras literarias de latinoamérica, y Susan Sontag, en el mencionado ensayo del principio, está segura de que hubiera tenido una mucha mayor repercusión internacional si ese libro se hubiera publicado en algún país europeo con mayor tradición literaria. Por supuesto, esto último es un contrafáctico. Que llevó a que el quizás sea el libro más importante de la literatura de Brasil haya tomado 80 años en ser traducido al español (se publicó en 1880 y recién se tradujo en 1960) es un misterio. Lo que se sabe es que ahora tanto este como el resto de la trilogía realista de Machado de Assis y los cuentos mencionados en este artículo están accesibles también para el público hispanoparlante. Hoy su figura, si bien más conocida que lo que era cuando Sontag escribió ese artículo en 1990, es aún algo ignorada fuera de su Brasil natal. Esta nota ha sido una humilde contribución para que se popularice un poco más a un escritor enorme.