May se alía con los euroescépticos para exigir nuevas cesiones a Bruselas

El Gobierno confía en que salga adelante la moción que elimina la salvaguarda irlandesa

Rafa de Miguel
Londres, El País
Theresa May ya se conforma con buscar aquellas derrotas que favorezcan su estrategia a largo plazo. La primera ministra volverá a acudir este martes al Parlamento sin nada nuevo que ofrecer para salvar su plan del Brexit. Y, oficialmente, dará órdenes de rechazar dos nuevas mociones impulsadas desde los escaños. La más peligrosa propone prorrogar la fecha de salida de la UE, prevista para el 29 de marzo, y rechazar la posibilidad de una ruptura sin acuerdo. De salir adelante, dejaría a May sin fuerza negociadora frente a Bruselas. La otra, fabricada por aliados de la primera ministra, ofrece respaldar su plan si se quita de la mesa el backstop, la salvaguarda irlandesa impuesta por la Unión Europea, y se negocian "soluciones alternativas". Sobre el papel, el Gobierno británico no puede respaldar una idea que contradice su discurso oficial, según el cual ya no hay margen para negociar nada nuevo. Extraoficialmente, May estaría encantada de enviar a Bruselas el mensaje de que es posible obtener una mayoría parlamentaria si se salva el escollo irlandés.


La moción para esquivar el backstop ha sido diseñada por sir Graham Brady, el jefe del llamado Comité 1922. Se trata del grupo parlamentario que incluye a todos los diputados conservadores sin cargo en el Gobierno. Ya demostró su peso recientemente cuando puso en marcha una moción de censura interna contra May para cuestionar su liderazgo al frente del partido. La primera ministra logró superarla, pero comprobó con dolor cómo casi el 40% de sus parlamentarios ya no confiaban en ella.

"No sé si contaré con el respaldo del Gobierno, pero eso espero. Esta moción es fruto de varias conversaciones con distintos colegas del partido, incluida la primera ministra", ha admitido Brady este lunes a la BBC. No hacía falta ser muy perspicaz para entender que el Ejecutivo de May ve con buenos ojos una iniciativa legal que, de salir adelante, le daría "una enorme potencia" —en palabras de Brady— para regresar a Bruselas con nuevas exigencias.

Algo se está cociendo en las filas de los euroescépticos, que comienzan a ver a May con otros ojos. Muchos de ellos se han reunido con ella en los últimos días y han cambiado su tono. "Si la primera ministra es capaz de asegurar esa modificación —una perforación apropiada, del tamaño que merece Reino Unido, en las entrañas del backstop— no tengo la menor duda de que tendrá a todo el país detrás de ella de un modo incondicional", ha escrito Boris Johnson en las páginas del The Daily Telegraph. Nada que ver con el tono avasallador y displicente que el exministro de Exteriores utilizaba en los últimos meses para atacar el plan del Brexit de May.

A primera hora de este martes se sabrá si la moción en la que May ha puesto sus esperanzas será debatida en Westminster. La decisión última depende del presidente de la Cámara, John Bercow, quien tiene la prerrogativa de establecer qué iniciativas se incluyen en el orden del día. Dados sus últimos enfrentamientos con el Gobierno, Bercow podría dar la sorpresa y vetar el texto, pero el equipo de May ya anticipa que considerarían tal decisión casus belli y descarta esa posibilidad.
La moción más peligrosa

La moción que más nervios provoca en Downing Street es la presentada conjuntamente por la diputada laborista Yvette Cooper y el conservador Nick Boles. Obligaría al Gobierno a prorrogar la fecha fijada para el Brexit en el caso de que no se alcanzara, bien con Bruselas, bien en el propio Parlamento, un acuerdo con posibilidades de éxito antes del fin de febrero.

"Si no aprovechamos ahora esta ocasión, corremos el grave riesgo de caer involuntariamente por el precipicio el próximo 29 de marzo, cuando podríamos ser capaces de alcanzar un compromiso si dispusiéramos de unos pocos meses más", ha explicado Boles a la BBC.

Los impulsores de esta moción confían en que salga adelante en el Parlamento, aunque prevén una votación muy ajustada. El principal partido de la oposición, el laborismo de Jeremy Corbyn, ha dado pistas de que está dispuesto a respaldarla. May va a pelear hasta el último minuto para que sea rechazada. Si Westminster le diera su visto bueno, quedaría aniquilada cualquier esperanza de que Bruselas diera su brazo a torcer en la exigencia del backstop, la permanencia del territorio de Irlanda del Norte en la unión aduanera hasta que se negociara la relación futura entre Reino Unido y la UE.

Pero en este juego de hipótesis y cálculos en que se ha convertido la crisis del Brexit, cualquier remedio mágico recibe enseguida su correspondiente jarro de agua fría. El vice primer ministro irlandés, Simon Coveney, ha advertido ya a Londres que la salvaguarda de Irlanda del Norte "es parte fundamental de un acuerdo equilibrado que no va a cambiar", y que "la paz y el Acuerdo de Viernes Santo son más importantes que el Brexit". El backstop garantiza que nunca se establecería de nuevo una "frontera dura" entre las dos Irlandas que pusiera en peligro la frágil cordialidad de los últimos años.

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