Las pantallas ya son parte de la infancia: además de los problemas, ¿pueden traer beneficios?

Para los niños y adolescentes que nacieron en la era de la conectividad móvil, los smartphones y las tabletas son naturales. Entre la alarma y la búsqueda del equilibrio, los padres pueden sorprenderse de saber que hay aspectos positivos y que ellos pueden ser parte de la experiencia digital de sus hijos

Infobae
Una reciente encuesta del gobierno de Corea del Sur reveló que la exposición de los niños a las pantallas, en particular las de los omnipresentes celulares, es tal que los de tres a cinco años tienen un riesgo alto de adicción del 1,2%, y los adolescentes, del 3,5%: eso significa que pasan al menos ocho horas por día en sus pantallas y pierden interés en la vida offline.




El gobierno surcoreano ofrece apoyo a la familia, terapia para los adictos e inclusive instalaciones de rehabilitación. Aunque otros estados no contemplan esas medidas, la relación de los menores con los teléfonos no deja de ser problemática. En los 37 países que conforman la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), nueve de cada 10 chicos de 15 años tienen acceso a un smartphone, pasan en línea un promedio de 18 horas y media por semana y el 16% entraba en la categoría de "usuario extremo", señaló The Economist.

Los niños, además, comienzan sus vidas digitales cada vez más temprano. "En Alemania, el 67% de los chicos de 10 a 11 años ya tiene su propio smartphone, cifra que sube al 88% entre los de 12 a 13 años", agregó el artículo. En Gran Bretaña, los porcentajes son del 83% entre los de 11 a 12 y el 96% entre los de 13 a 14.

Los más pequeños usan tabletas con conexión a internet, muchas veces cuando apenas si pueden hablar, y por cierto no pueden leer y escribir. "La Asociación Nacional de Pediatría de los Estados Unidos solía aconsejar a los padres que mantuvieran a sus niños de menos de dos años totalmente lejos de las pantallas, pero ahora dice que el videochat es aceptable aun para los menores. Para los de dos a cinco años, una hora diaria de programación de gran calidad está bien".

Sin embargo, las opiniones sobre los efectos de los hábitos digitales de los niños están muy divididas. Jean Twenge, por ejemplo, profesora de Psicología de la Universidad Estatal de San Diego y autora de iGen: Why Today's Super-Connected Kids are Growing up Less Rebellious, More Tolerant, Less Happy, and Completely Unprepared for Adulthood, and What That Means for the Rest of Us (GenZ: Por qué los niños superconectados de hoy crecen menos rebeldes, más tolerantes, menos felices y nada preparados para la adultez, y qué significa eso para el resto), está en un extremo negativo.

"El smartphone, argumenta, ha cambiado radicalmente las vidas de la generación de chicos estadounidenses nacidos entre 1995 y 2012, más allá de dónde vivan y cuál sea su condición social. Ella cree que el excesivo uso de internet y la redes sociales los vuelve solitarios y deprimidos y presenta serios riesgos para su salud física y en particular mental, a veces al punto de llevarlos al suicidio", sintetizó la publicación británica.

Pero la organización Data & Society, que estudia el impacto social y cultural de las tecnologías abundantes en información, recordó que dado que la mayoría de los adolescentes hoy tiene pocas oportunidades y tiempo para salir a ver a sus amigos, las pantallas les ofrecen un espacio de diálogo privado. Y Daniel Kardefelt-Winther, de Unicef, observó que muchos estudios muestran que la tecnología ayuda a los niños a mantenerse en contacto con sus amigos y a hacer nuevas amistades.

Si bien las pantallas estimulan el sedentarismo, que combinado con una mala dieta puede afectar la salud física, es sobre todo la salud mental la que perece afectada por el exceso de horas de pantalla. Sin embargo, la investigación muestra otra cosa: "El uso moderado es beneficioso, mientras que ningún uso o un uso extremo puede ser dañino", sintetizó The Economist.

"Los niños en general se mostraron sorprendentemente resistentes a niveles moderados y hasta altos de tiempo de pantalla", agregó la nota. Es decir que es posible que los términos de adicción o uso compulsivo se usen demasiado laxamente. "No hay pruebas reales de que pasar mucho tiempo en línea afecte gravemente la vida del usuario en el largo plazo, como suele hacerlo el abuso de drogas".

La publicación advierte que dado que los problemas de salud mental son la carga más grande de enfermedad entre los jóvenes (un estudio en 10 países de la OCDE halló que la cuarta parte de ellos tenía un trastorno mental), "incluso una pequeña adición a esa cuota sería algo malo". Allí entra la falta de sueño, algo que les sucede a los usuarios excesivos de redes sociales y de video juegos, y que se asocia a ansiedad y depresión.

El ciberbullying (aunque siempre ha existido el real) y la exageración del bienestar y la felicidad en las redes sociales (que puede hacer que los niños se sientan excluidos) son otros factores de preocupación para los padres.

Esa es otra cuestión que cuenta al evaluar la relación de los chicos con la conectividad: para Sonia Livingstone, profesora de psicología social en London School of Economics, muchas veces se culpa a las pantallas por otras angustias de padres que viven en un ambiente de mucho estrés, sin que por ahora existan pruebas de que realmente causan mucho daño.

"Es difícil ser categóricos sobre el uso de las pantallas. Lo que es bueno para un niño de una edad puede ser malo para otro de otra edad. Pero está claro que, en particular para los niños más pequeños, ayuda si los padres participan. Mirar juntos un video o buscar algo en internet y hablar sobre eso no es demasiado diferente de leer un libro juntos", concluyó The Economist.

"El problema es que para los niños puede ser difícil obtener la atención de sus padres hoy en día porque ellos, también, están siempre mirando sus teléfonos", ironizó el artículo.

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