¿Por qué inquieta Huawei a EE UU y sus aliados?

El gigante chino de las telecomounicaciones lidera la carrera mundial por la implantación de la telefonía 5G, una tecnología con puertas al espionaje

Carlos Torralba
Madrid, El País
La detención el 1 de diciembre de la ejecutiva china Meng Wanzhou en el aeropuerto de Vancouver ha desatado una tormenta diplomática entre el gigante asiático y Canadá con la guerra comercial y tecnológica entre Washington y Pekín como telón de fondo. La vicepresidenta e hija del fundador de Huawei —el mayor proveedor mundial de telecomunicaciones— obtuvo el pasado 11 de diciembre la libertad condicional. El pasaporte de Meng, de 46 años, ha sido requisado por las autoridades canadienses, a la espera de que se resuelva la solicitud de extradición de EE UU. En represalia, Pekín ha detenido a al menos dos canadienses a los que acusa de ser una amenaza para su seguridad nacional. Estas son las claves del triángulo China-Canadá-EE UU.


Irán como excusa

La fiscalía estadounidense ha solicitado 30 años de cárcel para Meng, a la que acusa de fraude al haber esquivado las sanciones que Washington impone a Teherán. Huawei accedió supuestamente de manera irregular al mercado iraní a través de SkyCom Tech, una empresa con sede en Hong Kong. Al menos otros diez ciudadanos sin nacionalidad iraní han sido acusados de delitos similares. Sin embargo, el gigante chino de las telecomunicaciones lleva en el punto de mira de Washington y de algunos de sus principales aliados desde hace años por motivos que nada tienen que ver con el embargo a Irán.
La carrera del 5G

La empresa fundada en Shenzhen en 1987, que cuenta con casi 200.000 empleados en los cinco continentes, lidera la carrera tecnológica en el desarrollo de la tecnología 5G. “Neveras, cámaras, sensores de todo tipo, vehículos o hasta drones irán todos conectados a la misma red. [También] Los futuros coches autónomos, por ejemplo”, explica Jorge Villagrá, jefe del Autopia Program en el Centro de Automática y Robótica del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).

Además de las chinas Huawei y ZTE, las otras empresas dominantes que ofrecen toda la infraestructura de red 5G son las europeas Ericsson y Nokia y la japonesa NEC. China cuenta con dos millones de antenas de telefonía móvil, diez veces más que EE UU, según la consultora Deloitte.
La guerra por la información

“Estamos perdiendo (…). Quien domine el mercado del 5G tendrá una tremenda ventaja para comandar las alturas de la información”, rezaba un informe del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos filtrado a principios de año. El dossier, que equipara el 5G a la imprenta de Gutenberg, plantea los beneficios para la seguridad nacional que supondría tener una red 5G centralizada y con tecnología exclusivamente estadounidense. El espionaje estadounidense considera que la tecnología de Huawei es un caballo de Troya que Pekín pretende implantar en las telecomunicaciones occidentales. Por eso, Washington ha pedido a sus aliados que descarten la tecnología china en sus nuevas infraestructuras de red móvil, argumentando que toda la información recopilada quedará a expensas de los servicios de inteligencia de Pekín.

Los Cinco Ojos

Los consejos de Washington han tenido mejor acogida entre los miembros del Five Eyes (Cinco Ojos), una organización que se remonta a la colaboración entre estadounidenses y británicos para espiar sobre todo a los soviéticos a partir de los años cuarenta, y a la que se añadieron más tarde Canadá, Australia y Nueva Zelanda.

El veto de Australia a Huawei se remonta a 2012, cuando anunció que la empresa china no podría participar en un proyecto nacional de telecomunicaciones en el que se invirtieron 33.500 millones de euros. El pasado agosto, Camberra excluyó a Huawei y ZTE de la subasta del 5G alegando motivos de seguridad. En el caso neozelandés, fue Spark, empresa privada de telecomunicaciones, la que anunció a finales de noviembre, tres días antes de la detención de Meng, que no podría contratar tecnología de Huawei para sus proyectos de 5G.

Los problemas con Reino Unido comenzaron en julio. Un informe del Centro Nacional de Ciberseguridad alertó de “los nuevos riesgos” que suponía Huawei para la seguridad británica. Tres meses antes, el mismo organismo había avisado de los “efectos negativos a largo plazo” que supondría usar la tecnología de ZTE, otra empresa china de telecomunicaciones.

El 5 de diciembre, horas antes de que Canadá anunciara la detención de Meng, British Telecom anunció que Huawei no participaría en la infraestructura del 5G en Reino Unido, y que además retiraría toda la tecnología de la empresa china que estuviera ya en el núcleo de las redes 3G y 4G. Un par de días antes, Alex Younger, el jefe del MI-6 (el servicio de inteligencia británico) había expuesto públicamente sus recelos al uso de tecnología china en la instalación del 5G en Reino Unido. Algunos expertos calculan que el veto de Londres a Huawei y ZTE retrasará hasta en un año la llegada del 5G al país.

En Canadá, en pleno ojo del huracán, se debate en los medios de comunicación entre los que abogan por vetar a Huawei y los detractores, que alegan que las acusaciones son infundadas y que rechazar su tecnología supondrá un gasto extra y un retraso innecesario. La semana pasada, Huawei emitió un comunicado en el que se mostraba dispuesto a “hacer todo lo necesario” para solucionar las dudas en materia de seguridad que pueda tener Ottawa.

El 10 de diciembre, un día antes de que Meng obtuviera la libertad condicional tras abonar 10 millones de dólares canadienses (6,5 millones de euros), Japón vetó a Huawei y a ZTE de su red 5G. Sin embargo, India, que había anunciado en septiembre a petición de Washington que prohibiría la tecnología 5G de Huawei, dio marcha atrás este viernes.

Francia y Alemania, sin embargo, han reiterado en diversas ocasiones que la empresa china no supone ningún riesgo para su seguridad.

Las puertas de atrás

Uno de los vicepresidentes de la Comisión Europea Andrus Ansip acusó a China, nada más estallar el caso Huawei, de estar exigiendo a sus tecnológicas que instalaran backdoors (puertas traseras) para poder espiar a los usuarios de sus dispositivos.

Un backdoor es una herramienta por la que el programador del software puede acceder al sistema para hacer lo que quiera y cuando quiera. Una opción es entrar para robar datos, pero otra es tirar abajo toda la red con una simple instrucción. Las backdoors pueden estar preprogramadas o colocarse allí para que se activen en futuras actualizaciones.

Huawei confirmó hace días que dedicará 2.000 millones de dólares en los próximos cinco años para mejorar su seguridad y solucionar los asuntos técnicos sobre los que habían hecho hincapié los servicios de inteligencia británicos.
Apple, Facebook y Google

Algunos expertos consideran que detrás del cerco a Huawei también subyacen intereses meramente económicos. Las empresas chinas están ganando una cuota de mercado en el sector de las telecomunicaciones —tradicionalmente de dominio estadounidense— que resultaba inimaginable en los años noventa. Huawei desbancó este año a Apple como el segundo vendedor de smartphones (teléfonos inteligentes) del mundo, solo por detrás de la surcoreana Samsung. “Ya podemos expulsar nosotros a Apple”, escribió en una red social Fang Xingdong, fundador de Chinalabs, un think tank de ciberseguridad.

“No debería preocuparnos más Huawei solo por el hecho de que sea china. Con casos como el de [Edward] Snowden o Cambridge Analytica hemos visto que las garantías procesales de EE UU se pueden vulnerar fácilmente”, asegura Narseo Vallina-Rodríguez, profesor adjunto de investigación en el Instituto IMDEA Networks. “Nadie sabe más de sus usuarios que Facebook o Google”, añade.

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