Israel reconoce que tendrá que defenderse por sí mismo ante el repliegue de EE UU

Netanyahu: “Adoptaremos acciones contundentes contra los intentos de Irán de afianzarse en Siria”

Juan Carlos Sanz
Jerusalén, El País
El militar más condecorado en la historia de Israel, el exjefe del Estado Mayor del Ejército y ex primer ministro laborista Ehud Barak, lo ha reconocido con crudeza: “[Donald] Trump abandona Siria y los iraníes lo están celebrando. Es una gran decepción. Ahora Israel es el único responsable de su destino y su futuro”. A pesar de la promesa del presidente de Estados Unidos de preservar por “medios alternativos” su influencia en Oriente Próximo, el jefe del Gobierno de Israel, el conservador Benjamín Netanyahu, tampoco quiso ocultar el jueves un gesto grave al anunciar que su país seguirá adoptando “acciones contundentes contra los intentos de Irán de afianzarse en Siria”.


Expertos militares y analistas de seguridad interpretan en la prensa en hebreo el anuncio del repliegue militar norteamericano como un vuelco en el equilibrio de fuerzas regional que amenaza los intereses del Estado judío. A comienzos de esta semana, altos cargos diplomáticos y militares israelíes intentaron convencer a la Administración Trump de que mantuviera la presencia de los 2.000 miembros de las fuerzas especiales destacados en Siria. Pero el martes el presidente republicano telefoneó a Netanyahu para comunicarle su decisión. Desde entonces el primer ministro ha insistido en público en que Israel “intensificará el esfuerzo militar” contra la amenaza de Teherán y de sus aliados chiíes y que para ello seguirá contando “con el pleno respaldo de Estados Unidos”.

“El despliegue de EE UU [en Siria] ha contribuido a bloquear la expansión de la influencia iraní”, concluye el analista militar de Haaretz, Amos Harel. Además de las fuerzas especiales destacadas en la región kurda del noreste, el Pentágono controla en territorio sirio una estratégica base aérea en Al Tanf, cerca de las fronteras de Irak y Jordania en el sur. “La presencia norteamericana en este enclave ha sido determinante para evitar la creación de un corredor terrestre desde Irán hasta Líbano para rearmar a sus fuerzas y aliados”, advierte Harel. “Israel queda ahora más aislado que antes en su pugna para expulsar a los iraníes de Siria”.

Netanyahu se ha beneficiado de una estrecha relación con Trump, a quien considera el presidente estadounidense más favorable a Israel, ya que ha reconocido Jerusalén como capital del Estado judío y trasladado a la Ciudad Santa la Embajada de su país, en contra del consenso de la comunidad internacional. El mandatario republicano también ha roto el pacto nuclear con Teherán suscrito por su predecesor, el demócrata Barack Obama, y restablecido las sanciones al régimen iraní, en línea con la agenda exterior israelí. Netanyahu confiaba, además, en que Washington no retiraría sus tropas de Siria mientras la Fuerza Al Quds, cuerpo expedicionario de la Guardia Revolucionaria iraní, y la milicia libanesa Hezbolá no hubiesen abandonado el país árabe.

Pese a su limitada presencia militar en Siria, EE UU ha actuado hasta el presente como un contrapeso a la ambición de hegemonía regional de Rusia en Oriente Próximo. Al contrario que la Casa Blanca, el Kremlin mantiene relaciones con todos los actores sobre el tablero regional, incluido Israel. “El estamento de seguridad israelí tiene muy claro que, tras la retirada de las tropas norteamericanas, los rusos van a sentirse más libres a la hora de decidir sus acciones”, argumenta Alex Fishman, corresponsal de Defensa del diario Yedioth Ahronoth. “Este escenario”, concluye, “es una invitación a una escalada bélica”.

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